Hace nueve meses se cerraron las principales playas de Puerto de la Cruz. Una rotura en el emisario que arroja vertidos contaminantes al mar fue el motivo del cierre indefinido el pasado 3 de julio. Un informe de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, junto con la Consejería de Medio Ambiente de la Isla y el Consejo Insular de Aguas condujo a la prohibición del baño. Sin embargo, en el documento se presentan evidencias del empeoramiento de la calidad del agua desde el año 2016. Un desastre medioambiental que continúa pasando factura. De forma paradójica, el enclave pesquero se queda sin playa.
Las calas permanecieron cerradas durante todo el verano de 2024 y casi un año después el panorama continúa. Los negocios de la zona siguen sufriendo las consecuencias y la ciudadanía se traslada a otros municipios en busca de un buen chapuzón. De esta manera, las costas del Municipio permanecen vacías.
En pleno siglo XXI se ha llevado a cabo la clausura de un complejo costero por contaminación fecal. Parece que este problema ha suscitado a la reflexión a más de una persona. Los desafíos medioambientales son una realidad que concierne tanto a la clase política como al ámbito ciudadano. La degradación ambiental y la falta de soluciones a corto plazo conllevan graves repercusiones económicas en los comercios de la zona, pero también restricciones para visitantes y residentes. La sensación de impotencia entre portuenses es latente.
«Hasta que la situación no fue insostenible no se tomó consciencia»
Una vez más el Planeta alza su voz tras varios avisos. ¿Por qué? El ejemplo es claro: a partir del año 2016 se ha observado un deterioro en el estado del agua y, a pesar de ello, hasta que la situación no fue insostenible no se tomó consciencia. Las manchas marrones en el mar cada vez eran más grandes y en consecuencia las circunstancias eran más graves.
Ahora el Ayuntamiento, el Cabildo de Tenerife y el Ejecutivo autonómico canario trabajan para acabar con las emisiones. El objetivo es llevar a cabo la reapertura antes de la próxima temporada estival. Algunas de las medidas llevadas a cabo son la limpieza y mejora de la red de alcantarillado, así como el control de los caudales impulsados por la Estación de Bombeo de Aguas Residuales.
Mientras, los establecimientos del barrio de Punta Brava, lugar en donde desembocan la residuos fecales, continúan bajo pérdidas y quienes nacimos en el pueblo contemplamos cómo el mar sigue sometido a nuestros propios desechos.