Mentes brillantes, futuro incierto. La realidad de la juventud española

Sociedad

Llevan años buscando su lugar, una oportunidad que les permita comenzar a volar. No hace falta llegar tan alto, con un trabajo estable y un sueldo digno con el que poder independizarse, basta. España lidera la tasa de paro juvenil, colocándose como la más alta de Europa. De hecho, los últimos datos aportados por Eurostat, actualizados en el mes de abril, sitúan a nuestro país con un 37,7 % de paro en menores de 25 años.

El 2019 se cerraba con un 30 % de paro juvenil, mientras que esta cifra al cierre del cuarto trimestre de 2020 ascendía hasta el 40 %. España se coloca de esta manera como el país peor parado de la OCDE. El caso de Canarias preocupa especialmente pues, junto con Andalucía, Ceuta y Melilla, supera sobradamente el 50 % de personas en paro en esa franja de edad, que llega hasta los 25 años. Por si fuera poco, quienes sí tienen empleo trabajan en pésimas condiciones, más de la mitad con contratos temporales. Son el colectivo más vulnerable, afectado por la crisis y el primero en ser despedido. Además, sigue creciendo la tasa de abandono escolar.

Uno de los problemas fundamentales por los que la juventud no encuentra empleo no es nuevo, lleva acompañando a la sociedad desde hace años, y no es otro que la rigidez del mercado laboral. Es decir, las dificultades que hay para la contratación, por no hablar de las restricciones a los despidos, como son las indemnizaciones. José María Grisolía, profesor de Economía Española de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria apunta que «la rigidez implica que es difícil salir del mercado con lo que es difícil entrar en el mercado».

Por otro lado, a las empresas sujetas a convenios colectivos muchas veces se les presentan serias dificultades para cumplirlos debido a que las condiciones impuestas a veces son complicadas de asumir. Sobre todo cuando se trata de subidas salariales. Bien es cierto que hubo un avance en la última reforma donde los convenios laborales priman sobre los sectoriales, que no tenían en cuenta la individualidad de cada empresa. Esto hacía que se recurriera a recortar la plantilla de empleados «el ajuste que tú puedes hacer cuando hay una situación mala es vía salario o vía plantilla. En España se empuja a hacerlo vía plantilla», afirma Grisolía.

José María Grisolía, profesor de la ULPGC. Actualmente se encuentra como residente en la «Nottingham University Business School China». Foto: D. López.
José María Grisolía, profesor de Economía Española en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y, actualmente, residente en la Nottingham University Business School China. Foto: D. López

En España, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 900 euros mensuales en 2019 provocó la pérdida de unos 180 000 empleos, según un informe publicado por el Banco de España. Esto quiere decir que los negocios no pueden contratar porque no les sale rentable. Hay que tener en cuenta que las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) constituyen el 99,8 % del tejido empresarial español, según datos de Caixa Bank. Por lo que, los costes que genera tener a cada trabajador en plantilla se convierten en inasumibles con estas subidas salariales. Esto, inevitablemente, acusa el incremento en la tasa de desempleo. Y supone, además, una barrera real a la juventud, especialmente sin cualificación.

Para ser contratada una persona debe ofrecer una productividad que compense el salario recibido. Y esta productividad se va adquiriendo gracias a los años de experiencia laboral, por ello, aquellos que recién se gradúan parten con desventaja.

«La población joven española es más conservadora a la hora de moverse»


Personas expertas en el sector afirman que la raíz del problema recae sobre la educación. Es importante que la juventud reciba una formación más directa y cercana a las necesidades que demandan las empresas. El trabajo temporal es otra de las preocupaciones, además de la falta de experiencia laboral. José María Grisolía subraya que «lo que ocurre en la mayoría de los trabajos es que aprendes a hacer las cosas haciéndolas, entonces cuando llegas no sabes hacer nada y esa es la mayor dificultad que tienen. Por otro lado, la juventud aprende muy rápido y eso es una ventaja».

Hay una necesidad de adaptarse a las demandas del mercado porque el perfil profesional especializado en España se centra únicamente en un ámbito concreto, y muchas veces no encaja con lo que demanda el mercado laboral. Surge la necesidad de adaptarse y adquirir conocimientos y habilidades de otra profesión, pero en nuestro país sigue siendo una materia pendiente. Es ahí donde se descubre la falta de movilidad funcional.

Rosa Aguilar, rectora de La Universidad de La Laguna, considera que gracias al profesorado el estudiantado egresado de las universidades públicas «ha desarrollado una capacidad de abstracción, de hacerse preguntas y de ser crítico con la realidad, pues sale con muy buena preparación». Según datos extraídos de las prácticas extracurriculares de la propia Universidad , el 60 % del alumnado que hace prácticas se queda trabajando en la empresa. «Hay otra realidad. Que estos universitarios tienen una vida profesional en medio y largo plazo de mayor calidad», dice la rectora.

La movilidad geográfica es otra limitación. Por costumbre, son pocos profesionales en paro que se mueven dentro del territorio en busca de una oferta de trabajo. Esto lo afirma Grisolía y, además, lo compara con el mercado norteamericano. «Cuando tienes un mercado de trabajo que funciona muy bien como el norteamericano, es en parte porque la gente se mueve de una ciudad a otra sin ningún problema. Sin embargo, en el caso de España no ocurre», sentencia. Y en gran parte no ocurre por ser más conservadores a la hora de moverse, por la tradición y apego a la familia que se erige como núcleo central de la vida, que también funciona como apoyo.

Denuncia sobre la falta de oportunidades en España, que obliga a la juventud a labrarse un futuro en el extranjero. Foto: D. L.

«Una tasa de paro del 14 % es completamente escandalosa para un país desarrollado»


Las consecuencias del desempleo juvenil son claras, y se producen en forma de cadena que cae como un dominó. La dificultad para buscar empleo hace que se acepten trabajos precarios, lo cual a su vez supone una dificultad para encontrar vivienda, lo que hace casi imposible la emancipación del núcleo familiar. Se produce entones una barrera en el desarrollo de la vida personal, con lo que se atrasa la edad para concebir y ser progenitores. Todo ello provoca en la nueva generación activa incertidumbre, hartazgo y desasosiego.

La tasa de paro pre Covid-19 era del 14 %. En el caso de la juventud se situaba diez puntos por encima. La realidad de ahora, en plena pandemia, es que esa tasa se ha disparado al 26 %. Hay analistas que prevén que este año haya un rebote de la economía de un 6,8 %, pero ni con eso se logrará alcanzar el nivel que había antes. A corto plazo lo que va a ocurrir, dice Grisolía, es «que vaya disminuyendo la tasa de paro» y además añade que «una tasa del paro de un 14 % es completamente escandalosa para un país desarrollado».

Esto quiere decir que aún recuperando la tasa de desempleo previa a la Covid-19, seguiría siendo demasiado alta para un país como España. Es más, ahora mismo se sitúa como la más alta de la OCDE y, comparándola con Estados Unidos (3,5 %), con la media europea (8 %) o con Reino Unido (4,5 %), la única explicación es nuevamente la rigidez del mercado, el elevado SMI y la falta de movilidad funcional y geográfica. A lo que se le añade el exceso de ayudas, que, en lugar de incentivar la búsqueda activa de empleo, genera el efecto contrario.

Se puede decir que las barreras impuestas a quienes recién entran en el mercado laboral han existido siempre. En los años ochenta, la tasa de paro general se situaba en torno al 16 %, y en jóvenes era superior al 20 %. Desde entonces ha ido bajando y subiendo. Se puede decir que el mercado siempre ha funcionado muy mal, especialmente para la juventud.

«Cuatro mil estudiantes se gradúan cada año y el 15 % hacen prácticas curriculares»


Los contratos en prácticas, muchas veces tildados de abusivos, son una manera que tiene el sistema para que las nuevas generaciones entren en este mercado. Sin embargo, hay una reforma sobre la mesa en la que, si se contrata a una persona por más de un año, debe pasar a ser fijo en la plantilla inmediatamente. Y como era de esperar, hace mucho daño sobre el grupo más vulnerable del mercado de trabajo. La sobreprotección nunca será el camino para facilitar la contratación, pues si no se puede despedir nadie contratará.

Sviatoslav Dergunov y Daniel Gambarota acaban de graduarse en el grado de Administración y Dirección de Empresas. Ambos han elaborado conjuntamente un Trabajo Fin de Grado que trata sobre la sobre educación del alumnado universitario, al que su profesor Dirk Godenau ha tildado de «excelente». Los recién egresados coinciden en que las prácticas no son abusivas, sino que por el contrario resultan enriquecedoras y que solo se puede hablar de esos términos «cuando las prácticas dejan de ser curriculares».

Algo que sí critican de forma constructiva es el tiempo que duran las prácticas. Apuestan por una educación dual que combine la enseñanza práctica y la teórica, que muchas universidades están poniendo en práctica. En este sentido, los estudiantes consideran que sería interesante que mientras duren estas prácticas externas se le dé al alumnado un tiempo coherente para tener la opción de acceder a un empleo.

Por su parte, la rectora considera que una de las cosas por las que la comunidad universitaria puede estar orgullosa es precisamente por las prácticas externas. Se calcula que alrededor de cuatro mil estudiantes titulan cada año, y de los cuales seiscientos hacen prácticas en empresas, en total un 15 % de personas egresadas.

Rosa Aguilar, rectora de la Universidad de La Laguna. Foto: D. L.

Hoy en día, quienes emigran son especialistas de alta cualificación que buscan mejores condiciones y salarios, pero no emigran de forma masiva. «La idea de que vivimos peor que nuestros progenitores es falsa. Todas las cifras e indicadores sociales como la esperanza de vida o la tasa de felicidad son mejores que hace treinta años», dice Grisolía. Aquello que no mejora, sino por el contrario presenta mayores dificultades, es el acceso a la compra de una vivienda. Los precios son cada vez más elevados, aunque esta situación no es exclusiva en España.

Rosa Aguilar, como máxima representante de una institución educativa y formadora, reconoce que los cambios en el estilo de vida hace necesaria una adaptación que en España no se da. Hoy en día la sociedad está aprendiendo «a vivir en un mundo más tecnológico, más digitalizado, más sostenible», dice. Y añade que «se trata de un problema estructural que hay en España y más concretamente en Canarias. La raíz del problema está en la falta de adaptación».

Además, la pandemia del coronavirus ha demostrado que hay que cambiar las costumbres en el trabajo para vivir en un planeta más sostenible. «Ya lo sabíamos porque ya teníamos una hoja de ruta que son esos diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que nos ha demostrado es que hay que ser mucho más sostenible», dice la rectora, que sabe de lo que habla, pues La Universidad de La Laguna tiene en marcha un compromiso con la sostenibilidad. Y esta ya no solo es ecológica, sino económica. Aguilar tiene algo claro y es que «no puede quedar nadie fuera y esto solo se consigue aplicando conocimientos».

Búsqueda de respuestas


De momento, la juventud busca respuestas, pero sobre todo soluciones. Sviatoslav Dergunov, como joven al que le afecta, y bajo los conocimientos aprendidos en el grado de Administración y Dirección de Empresas, considera que «la solución tiene varias facetas». Hay que tener en cuenta que el sistema educativo ha propiciado que cada vez más jóvenes accedan a estudios superiores, mientras que el mercado de trabajo no es capaz de generar tantos puestos que requieran ese nivel.

«La sobreeducación en España no viene generada por un exceso de personas graduadas en la universidad, sino porque existe escasez de puestos de trabajos que requieran un nivel alto de cualificación», asegura Dergunov a raíz de los datos extraídos de su TFG.

La rectora, como responsable de garantizar una educación de calidad al estudiantado, propondría adaptarse a la nueva realidad que se vive hoy día «con formación y conocimiento, aplicarlo a la nueva realidad y a los trabajos». Y pone de ejemplo la docencia, que no se da de igual manera que hace años. Confía en que hay que «utilizar el conocimiento para generar empleo y que sea de calidad». Desde la Institución se asegura que «se da una formación de calidad, amplia, no solamente concreta en un conocimiento específico».

A parte hay opciones mucho más operativas. Y Aguilar explica que «tenemos una oficina de información y orientación donde se dan cursos de competencias trasversales como hablar en público o trabajar en equipo». También se da formación para la búsqueda activa de empleo, sobre cómo preparar un currículum. Y también se ofrece lo que llaman Unidad de Fomento de la Empleabilidad. Además, Rosa Aguilar destaca que «estamos de felicitaciones porque Funcas en un ranking que hizo en septiembre de 2020 nos colocó en esa unidad de empleabilidad, esa unidad aceleradora, la novena de España».

«Femete ayuda en la búsqueda de empleo»


Es importante conocer y saber usar las herramientas adecuadas para buscar y encontrar empleo. Femete es una Organización Sin Ánimo de Lucro (ONG), que lleva desde los años noventa realizando la intermediación entre empresas y profesionales que buscan empelo. Se centran especialmente en el sector del metal, fomentando la inserción en el mundo laboral. También prestan formación, información y asesoramiento entre personas jóvenes. La agencia está autorizada por el Servicio Canario de Empleo, que subvenciona el trabajo de la organización.

Desde hace tres años tienen en marcha un proyecto llamado Femete Joven + Emplea para ayudar tanto a jóvenes con cualificación de estudios superiores como sin cualificación en la formación y búsqueda de empleo. Los objetivos son incentivar el empleo y la formación entre las personas jóvenes, contribuir a la mejora de empleabilidad, conocer las necesidades de empleo, promocionar el empleo joven, difundir oportunidades de incorporación laboral y dar información sobre las oportunidades de empleo. Además, tratan de fomentar la incorporación de la mujer en el sector de los metales, que erróneamente se relaciona con una profesión masculina.

Crítica sobre las pocas oportunidades laborales a pesar de la formación de la juventud. Foto: D. L.

Claudia Hernández y Desireé Martín trabajan en el asesoramiento, promoción y difusión de estos proyectos. Ellas hablan de perfiles muy variados de jóvenes que acuden a Femete, desde quienes cuentan con una baja o nula cualificación hasta personas recién salidas de la universidad que necesitan insertarse en el mercado laboral. También hablan de los Certificados de profesionalidad que van enfocados a desarrollar las competencias de una cualificación específica, una vez terminados los estudios.

Se considera formación no reglada, pero es una formación con mucho peso, dirigida por el Ministerio de Empleo, que se adapta a las demandas del mercado. Desireé Martín asegura que quienes imparten docencia son profesionales de su sector.

Esta entidad demuestra que hay muchas opciones para optar a un puesto de trabajo, pero el desconocimiento hace que no se recurra a estos lugares, que pueden ser de gran ayuda para conseguir un empleo. «Las agencias de colocación son las grandes desconocidas», dice Desireé Martín. De hecho, iniciativas como el Proyecto Integrado de Inserción Laboral (PIIL) son una incógnita para la mayoría de jóvenes en activo. Según Claudia Hernández, «son proyectos muy completos de pack, una formación completa con posibilidad de prácticas, para salir con la preparación para desempeñar una profesión».

Las integrantes de Femete aseguran que para encontrar empleo hay que moverse y mucha gente piensa que está en activo, pero la realidad es que se comportan como buscadores pasivos. Por tanto, animan a acudir a ellos o a cualquier otro organismo o entidad que preste este servicio ciudadano de intermediación, asesoramiento y formación. Porque, de momento, la solución pasa por esforzarse, formarse, informarse y buscar oportunidades, por muy pequeñas que sean, para que ese futuro que acecha a la juventud vaya esclareciéndose poco a poco.

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