«La interpretación se vive de forma altruista»
María Rodríguez Ortega es natural de La Palma y doctora en Periodismo, aunque su verdadero lugar en el mundo está sobre las tablas. Desde el instituto, su inquietud la llevó a crear un grupo de teatro en una isla y una época en la que dedicarse al arte como profesión era, según sus propias palabras, una quimera. Poco después, se trasladó a la Península con la finalidad de cursar sus estudios universitarios, pero tal era su pasión que nunca pudo dejar de lado la interpretación. El tiempo, la vocación y el esfuerzo la llevaron a dirigir el Teatro Universitario de la Comunidad de Madrid.
En el año 2009, en plena burbuja de la crisis, decidió dedicarse plenamente a esta profesión. Junto al también dramaturgo y actor Armando Jerez, apostaron todo para emprender en la compañía Timaginas Teatro. Tras diecisiete años de cosechar éxitos en Canarias, hace tres años lograron dar el salto y llevaron La Farsa del Siglo de Oro al Teatro Arlequín de Madrid, donde fue aclamada por el público. En octubre de 2024 presentaron también su obra El último verso. No obstante, asegura: «Fuimos con muchísimo miedo, al fin y al cabo, íbamos a hacer verso con acento canario en el centro de Madrid».
«El público es el que manda, y por ahora, nos trata bastante bien»
A pesar del renombre que están consiguiendo en la península, no barajan trasladarse, pues la Academia tiene su sede en Tenerife y es el origen de todo lo que han conseguido. En ella, forman a toda la cantera de la compañía y afirma que conciben la formación como algo vital. Además, considera que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, así que en el futuro, su objetivo es mantenerse en ambos sitios.
Tienen el propósito de acercar a la juventud este arte tan desconocido. Por este motivo, priorizan la representación de las obras clásicas obligatorias en el temario educativo. «El teatro no puede ser una cosa exclusiva para un determinado segmento de la sociedad, ni puede ser un arte que se limite a la gente que tiene una cierta cultura o poder adquisitivo. El teatro, como decía Lorca, tiene que ser para todo el mundo», explica.
«La actuación lleva muriendo toda la vida, pero nunca ha muerto y creo que nunca morirá»
La actriz comenta que interpretar a Bernarda Alba ha sido el mayor reto de su carrera profesional; sin embargo, es el papel que más la ha enriquecido. Le exigió salir completamente de su zona de confort, ya que, como ella misma señala «no era yo en ningún sentido: ni en la voz, ni en el carácter, ni en la autoridad, ni en la forma de ver la vida». Por ello, destaca los beneficios de este arte, no solo para ejercitar la memoria, sino también para fortalecer la autoestima y gestionar las emociones, algo que considera valioso para toda la gente joven, incluso si no planean dedicarse a este ámbito.
En cuanto a la escasa cultura teatral en España, María Rodríguez sostiene que es un oficio realmente complicado porque «no da fama, ni dinero, ni reconocimiento del público». Por ende, se aferra a la idea de que quienes se dedican a él lo hacen por satisfacción personal, y quienes persisten demuestran una vocación auténtica y verdadera. A pesar de ello, no adopta una actitud pesimista «Mientras haya alguien que quiera contar una historia y otra persona que desee escucharla y creerla, el teatro no morirá», subraya.
Antes de despedirse, lanza un mensaje de ánimo para todas aquellas personas que sueñan con dedicarse a este ámbito: «Es mi estilo de vida y lo que me hace sentir que no estoy perdida. A quienes tengan esta vocación, les animo a perseguirla a pesar de todo lo que se va a poner en su contra, porque el teatro te enriquece como ser humano».
