«La carga lectiva no es una tarea que sirva de distracción al salir de clase»

Sociedad

La entrada en el Bachillerato o en la Universidad fue y es un reto para las actividades extraescolares. Deberes y horas que dedicar para preparar exámenes, son solo algunos de los motivos por los que el estudiantado decide abandonar las actividades que realiza fuera de las aulas. Actividades que se realizan fuera de las horas de clase y que, en muchos casos, se convierten en hobby, hasta incluso, en ocasiones, en la profesión de muchos adolescentes. Una formación complementaria que enriquece lo aprendido en el instituto o en la universidad.

La Educación Secundaria Obligatoria (ESO) es una etapa educativa obligatoria que consta de cuatro cursos académicos y que, junto con la Educación Infantil y Primaria, constituye la educación básica que deben tener las personas. En el instituto adquirimos cultura general, desarrollamos y consolidamos hábitos de estudio y de trabajo que nos sirven para la incorporación a estudios superiores y para la inserción laboral y, además, nos forman para el ejercicio de nuestros derechos y obligaciones ciudadanas. Una vez que finalizamos la ESO, decidimos estudiar Bachillerato, o por el contrario, una Formación Profesional.

Si optamos por la primera opción, el Bachillerato, estaremos ante una enseñanza que forma parte de la Educación Secundaria postobligatoria, y por lo tanto tiene carácter voluntario. En la mayoría de los casos, esta opción es la elegida, pues adquirimos la formación, madurez intelectual y humana, conocimientos y habilidades que nos permiten incorporarnos a la vida activa en la sociedad con responsabilidad y competencia. Asimismo, eligiendo estos estudios podemos acceder con mayor facilidad a la universidad si quisiésemos estudiar una carrera.

Después de realizar la EBAU, si logramos aprobar esta prueba, entraremos a la universidad, si así lo decidimos. Aquí nos proporcionaran unos conocimientos especializados en una rama del saber. Rama que habremos elegido con anterioridad después de haber reflexionado una y otra vez, pues lo más seguro es que sea nuestro futuro más próximo. Medicina, Derecho, Magisterio o Periodismo no suelen ser compatibles con danza, gimnasia rítmica, natación, tenis, patinaje, ajedrez o artes marciales, pues graduarse en una carrera requiere de mucho tiempo y muchas veces carecemos de él.

Las actividades extraescolares, en especial las que guardan relación con la música, permiten desarrollar su ingenio, divertirse y aprender más sobre lo aprendido en la escuela. Sin embargo, esto solo sucede hasta el último curso de la ESO. Una vez se llega a bachillerato los horarios y formas de organización cambian y, en general, se dejan de lado la flauta y la guitarra.

Las actividades extraescolares son una de las mejores herramientas para favorecer la distracción. Foto: D. Pérez

Para Eva González, profesora de Música y flautista en Los Cantadores, hay dos factores importantes que, por su experiencia, hacen que el alumnado deje sus ocupaciones extraescolares cuando empieza sus estudios en bachillerato o en la universidad. Uno de los factores es el peso de exámenes, trabajos o tareas, pero otro muy importante es la organización de las tareas. Y ya no solo la organización, sino también carecer de un plan de estudio que se adecue a la buena formación complementaria para así favorecer a tener un buen rendimiento en general.

Si el rendimiento de la población adolescente cae de forma considerable, experimentamos como muestran una dejadez en sus estudios y, por consiguiente, un rechazo para acudir por las tardes a cantar, bailar o a tocar el piano. No solo el cansancio de la juventud es el culpable del abandono de las actividades extraescolares en la adolescencia. Este agotamiento del que hablamos se ve fomentado por la carga lectiva a la que el alumnado se ve expuesta por las mañanas. Carga que no desaparece al salir de clase, sino que es trasladada a las casas porque no da tiempo a concluir en el aula.

Disponer de suficiente tiempo para desconectar por las tardes no solo resultaría factible para poder tener distintos quehaceres, sino que además es necesario. En su mayoría, el alumnado pasa todas las tardes haciendo tarea, algo desaconsejable, a la par que innecesario. Una buena organización sería lo preciso para que puedan hacer tarea, estudiar y distraerse. Si no hay estudio, ni distracción, se fomentará primero, el abandono de las actividades extraescolares, para después renunciar a continuar con las distintas formaciones.

Las formaciones complementarias resultan enriquecedoras para el alumnado. Foto: D. P.

A pesar de todo, Eva González, aconseja que no se dejen las actividades extraescolares, porque «al final son las que hacen que desconectemos, nos relajemos, que estemos en contacto con diferentes ámbitos que no sea solo el entorno educativo, sino que fomentemos otro tipo de actividades, ya sea con actividades en grupo o individuales». Además, considera que las actividades extraescolares, sobre todo las musicales, ayudan muchísimo para mejorar nuestra salud mental, tanto estudiando como en el ámbito laboral.

El profesorado debe tener en cuenta que veinticuatro son las horas que tiene el día y que, si el alumnado no vive ahora, nunca lo hará. Adquirir cultura y formarnos en el ejercicio de nuestros derechos y obligaciones ciudadanas es importante, pero saber qué nos deparará el futuro lo es aún más. Por ello, la importancia de la extraescolares. Con ellas desconectamos para tener a la mañana siguiente un buen día y con ellas conseguimos, en ocasiones, decidir a qué queremos dedicarnos en un futuro. A la vista está que modificar la educación es una tarea difícil, pero se puede hacer más amena si hay organización.

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