Los TCA mas comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y trastorno por atracón. Foto: PULL

La cara oculta del trastorno alimentario

Opinión

La tasa de prevalencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se sitúa en España, entre el 11 y el 16 % de la población, incluyendo los casos más leves. En Estados Unidos es la tercera enfermedad crónica más frecuente en mujeres adolescentes. Además, la letalidad de los TCA es la más alta de las detectadas por los trastornos psiquiátricos. El número de personas que sufren TCA se ha incrementado en los últimos cincuenta años en los países desarrollados.

Estas cifras ponen en evidencia la gravedad de la situación y disparan al aire ciertas preguntas como: ¿la sanidad pública les da la importancia que requieren? o ¿cuáles son los factores que hacen que aumenten en favor del desarrollo?

La primera cuestión me la respondió una madre cuya hija padeció anorexia. Aunque hace ya bastantes años desde que eso ocurrió, no se aleja tanto de la realidad actual. Resulta que si la persona no está lo suficientemente grave como para ingresar en la unidad psiquiátrica, la mejor solución es costearse un psicólogo privado. Quizá no todo el mundo puede pagar uno. Por otro lado, esta competencia es de las Comunidades Autónomas y aunque el Gobierno de Canarias elaboró un Protocolo de Actuación en los Trastornos de la Conducta Alimentaria en 2006, y que los TCA se contemplan como una prioridad de en los planes de salud mental, no se cuenta con profesionales especializados.

El tratamiento de un TCA, para que sea efectivo, tiene que ser multidisciplinar, y el hecho de no contar con una unidad médica dedicada únicamente a su estudio, diagnóstico y cura, impide que se pueda abordar el problema desde sus comienzos, lo que dificulta la recuperación.

El trastorno de la conducta alimentaria no especificado es el que más incidencia tiene. Foto: PULL

Mitos, estereotipos y comida sana


Esta puede ser una de las razones por la que los porcentajes se elevan tanto, pero existen otras relacionadas con el sexo y el desarrollo de los países. Los estereotipos marcados por la sociedad y las grandes firmas de moda son los más comunes. El prototipo de mujer perfecta al que hay que llegar, pero que realmente resulta inalcanzable, es capaz de convertirse en una obsesión para muchas chicas. En esto ya se está trabajando, y poco a poco se ven más modelos que se acercan más a las tallas generales.

Pero no es lo único, la ascendente tendencia a seguir una alimentación sana, a ser healthy, no parece que pueda tener ningún efecto contradictorio. De hecho, es lo que deberíamos hacer todos. Sin embargo, la presión social, los mitos alimentarios y la malinterpretación de los mensajes, hacen posible que este hábito se convierta en una obsesión. La ortorexia es el trastorno de la conducta alimentaria por el cual una persona come únicamente lo que considera sano. Esto desemboca en desnutrición, por la restricción de alimentos necesarios y repercusiones en la vida social, ya que puede llevar a la incapacidad de comer fuera de casa por el hecho de no haber cocinado personalmente, entre otras consecuencias. La vigorexia y la anorexia nerviosa, también siguen la misma línea.

En palabras de una nutricionista especializada en TCA la cantidad de información a la que hoy en día tenemos acceso, podría provocar desinformación y unas creencias equivocadas, que llevadas al extremo pueden generar estos trastornos. Además, la desvinculación de la sanidad pública en las primeras etapas de la enfermedad, provoca que los TCA adquieran mayor gravedad e incidencia.

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