Izaskun Legarza fusiona feminismo y literatura en su Librería de Mujeres. Foto: C. Fernández

Izaskun Legarza y el motor del cambio feminista en Librería de Mujeres

Cultura / Ocio

«Las libreras son guerreras» es el lema que protagoniza el cartel que da la bienvenida a la Librería de Mujeres de Santa Cruz de Tenerife. Fue fundada hace seis años por Izaskun Legarza, definida a sí misma como «una señora gordita, de pelo blanquecino» que estudió Geografía e Historia en la ULL e impartió clases durante veinte años. El paso determinante para fundar la librería fue la renuncia como docente debido a los cambios de leyes y la burocracia. Así, emprendió su propio proyecto con el objetivo de visibilizar la creación literaria de las mujeres. No quedándose ahí, incluye literatura infantil coeducativa y sobre otros movimientos como el LGTBI.

Recuerda, hace cincuenta años, librerías quemadas en La Laguna. Recuerda a su madre trayendo libros con el título escondido. Recuerda la censura que vivió la literatura a manos del fascismo. Recuerda preguntarse, ya en el ambiente laboral, por qué recibía comentarios respecto a su físico. Recuerda la necesidad de abastecerse de teorías que le permitieran entender el porqué de esta situación. Recuerda, con esto, adentrarse en el feminismo y unir estos dos grandes factores de su vida en la Librería de Mujeres.

La valentía del cambio


Lo define como un proyecto reivindicativo, creyendo la librería el mejor sitio para llevarlo a cabo, pues precisa que le parecen lugares mágicos. Desde una temprana edad, la literatura fue algo imprescindible para Legarza, pues le permitió adentrarse en otras vidas, países, costumbres y empatizar con situaciones que no podría haber vivido. Remata la relevancia de forma taxativa: «Se puede vivir sin leer, pero yo no concibo la vida sin esto. Es lo único que me permite descansar».

Presenta como obstáculo general para la evolución de su librería ser autónoma, debido al descuido de los gobiernos con respecto a estas empresas. Denuncia la suma de impuestos que tiene que pagar independientemente del beneficio que obtenga mensualmente. No obstante, no se le pasa por alto la complejidad que supone la manutención de las librerías teniendo en cuenta que Canarias está en penúltimo lugar en el porcentaje de habitantes lectores en España.

Asimismo, la librera denuncia la visible brecha en cuanto a Literatura entre hombres y mujeres en España, aclarando que esto lo determina el sistema y el llamado canon literario. Aunque los lectores tiendan a no hacer distinción entre quién escribe sino en la calidad, evidencia que este precepto viene consolidado desde hace siglos, particularmente, desde el siglo XIX. Este estereotipo está delimitado por una óptica masculina, explica, establecida por los varones.

Prosigue afirmando que la consecuencia de todo esto es que la mujer quede al margen en otras variables. Un ejemplo de esto es que las que presentan cierto prestigio, como la escritora Marta Sanz, sientan esta brecha en cuanto a premios se refiere o eventos a los que son invitadas.

El arte como muestra de la parcialidad


También es muy frecuente, esclarece, que se convoque a autoras para hablar de otras, como en debates o mesas. Si hay un tema relacionado con el feminismo se tiende a llamar a mujeres. Sin embargo, si es un tema más general es muy fácil que no haya ninguna. Parafrasea a Virginia Woolf, reconocida escritora y feminista, estableciendo que cuanto más creativo y abstracto es un trabajo o arte mayor es la brecha. Si en la literatura existe, en la música y pintura es abismal.

Con veinte años de experiencia como docente, Legarza no duda en afirmar que la educación es la base de todas las sociedades. No solo la reglamentaria, sino la familiar y la de la influencia de la sociedad en general.

Al hilo de esto, señala el avance que observa en los centros educativos y lo achaca al incremento de personas que son conscientes de las injusticias sociales, por lo que tratan de inculcar el respeto en todos sus ámbitos: «En las manifestaciones veo tanto a pensionistas como a jóvenes preocupados por la autocrítica, y en darse cuenta la medida en la que actúan de una forma machista. Antes, si se hacía esto se corría el riesgo de tener que exiliarse. El avance es esperanzador».

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