Ayer lunes, 25 de septiembre, asistimos a las primeras proyecciones gratuitas que expone Fimucité a lo largo de esta semana dentro de su V festival Fimucinema, una sección oficial a concurso. Concretamente, se pudo ver el documental In Exile: A family movie, de Juan Francisco Urrusti a partir de las 17.00 horas ; los cortometrajes Sleep de Vladislav Khesin, El mal amor de Sergio González-Román y Marion de Alexander Conrads, hasta las ocho y media de la noche. El encargado de clausurar el día fue el largometraje La Porta Rossa de Carmine Elia.
El documental de Juan Francisco Urrusti (que podemos ver en la portada) estuvo plagado de recuerdos del autor y de sus familiares. Un film emotivo en el que sus abuelos cuentan, mediante grabaciones, lo que vivieron antes, durante y después de la Guerra Civil española y lo que supuso para ellos tener que exiliarse a México. No solo cuenta con testimonios de sus abuelos, sino que incluye a sus padres, tíos y personajes de importancia en el país Sudamericano, así como otros supervivientes exiliados de la guerra.
A pesar de que la música era un requisito para poder participar en el certamen, los diálogos eclipsan por completo la importancia que pudiera tener. Aun así, durante los momentos en que se mostraban imágenes de archivo, las melodías iban en consonancia otorgandándole a la pieza un halo de melancolía y tristeza.
Urrusti apareció en la sala para dar las gracias y responder algunas preguntas de los espectadores, muchos de los cuales le agradecieron que hubiera creado una obra que hablara de manera clara sobre la vivencia de los republicanos en una de las épocas más duras de la historia de España.
La mujer, tema central en los cortometrajes
Precedido casi inmediatamente, llegaron los cortos, focalizados por completo en la mujer. Comenzaron con Sleep. Este cortometraje, de apenas nueve minutos de duración, está basado en una historia de Anton Chekhov. La dirección corre a cargo de Vladislav Khesin, un cienasta ruso que vive y trabaja en Los Ángeles. Con una composición de María Eugenia León, la música cobra un papel fundamental para transmitir los sentimientos de la protagonista y los momentos de mayor tensión. La historia gira en torno a una chica de veinte años que debe hacerse cargo de toda la casa, a pesar de recibir constantes abusos. Además, una tragedia familiar azotará los cimientos psicológicos del personaje principal, quien se verá desbordado.
El drama de la mujer ha sido el tema central de esta producción. En El mal amor conocemos la historia de Marta, una madre prostituta adicta a las drogas y el alcohol que vive con su hija de 11 años. Sus constantes vicios y lujos le pasan factura cuando se topa con un aviso de desahucio por no pagar el alquiler. Es entonces cuando recibe una proposición bastante dudosa que le dejará en un verdadero aprieto. De nuevo, la composición musical de Fernando Ortí, juega con las emociones del espectador hasta el último minuto, y no solo la banda sonora, sino lo bien escogidos que están los sonidos ambientales que se reproducen a lo largo de todo el corto de Sergio González-Román.
El último fue Marion, de Alexander Conrads, un drama sobre una mujer cuyo marido está en coma y cuyas predicciones de salir del mismo no son muy favorables. En este punto de su vida Marion deberá decidir si sigue esperando que su pareja despierte o desconectarlo y dejar que se vaya para siempre. La actuación de Andrea Quirbach como Marion plasma muy bien el papel de una mujer atormentada y confusa.
La música jugó un papel fundamental
La noche acabó con La Porta Rossa, una película italiana de Carmine Elia destinada, realmente, a reproducirse en la televisión como una serie, que además está cosechando grandes éxitos en su país de origen. Seguimos la historia de Leonardo Cagliostro, un comisario de la policía italiana que muere asesinado persiguiendo a un criminal. Cuando descubre que ha muerto, el comisario debe atravesar una puerta roja para ir hacia el más allá, pero en esa puerta ve cómo su mujer, Anna, es asesinada por alguien a quien no reconoce. Cagliostro decide quedarse y luchar por resolver su asesinato y salvarle. Para ello, tendrá la ayuda de Vanessa, una adolescente de 17 años que recientemente ha descubierto que puede comunicarse con los muertos, siendo ella la única ayuda que Leonardo tendrá para solventar sus problemas.
Así, el primer día de Fimucinema albergó obras que permiten vivir sensaciones como si estuviéramos en la piel de los propios protagonistas y observar las consecuencias de sus actos como una tercera persona que puede, gracias a la música, sentir lo que ellos sienten.