Más de cincuenta deportistas se reunieron recientemente en el Mirador de el Alto de Guamaso, en pleno territorio del pico más alto de España para participar en una travesía organizada por Minze Club. Como ya es tradición en cada salida, el encuentro comenzó con unas palabras de bienvenida a cargo de Pepe González y Leticia Gil, quienes fundaron el proyecto. Esa motivación no sólo sirvió para marcar la energía del evento, sino también para reforzar el espíritu del proyecto con mucha cercanía, alegría y compromiso compartido.
La carrera empezó a las 20.30 horas. Consistió en un trayecto circular de casi seis kilómetros, con una duración aproximada de una hora. Aunque relativamente breve en distancia, el sendero ofreció un despliegue de contrastes entre paisajes y la silueta del Teide al fondo acompañando en cada instante. El clima acompañó con una temperatura agradable, pero con mucho viento, un cielo despejado justo en el momento en que el sol comenzaba a descender. Esto permitió disfrutar del paisaje todo el tiempo, lo que ayudó a llevar mejor el esfuerzo físico.

Libertad de ritmo
Desde su fundación en el año 2024, el equipo ha consolidado una identidad que va más allá del deporte. Se trata de una comunidad que encuentra en el running una vía para desconectar y socializar en cada salida. Lo vivido en este encuentro fue una clara manifestación de esos valores. Cada participante avanzó a su propio paso, pero siempre en buena compañía.
El ambiente estuvo animado por charlas entretenidas y una energía positiva que se contagiaba entre el grupo. No faltaron las risas, las anécdotas de otras salidas, ni la emoción compartida al ver cómo el cielo se transformaba en un lienzo rojizo mientras descendía la luz del día.
Durante el descenso, ya en los últimos metros del recorrido, se notaba en el grupo una mezcla de cansancio y satisfacción. Era de esos momentos en los que el cuerpo acusa el esfuerzo, pero el ánimo sigue arriba. Algunos aprovecharon para detenerse un instante y contemplar el cielo. En silencio o en conversación, la mayoría coincidía en la sensación de haber vivido algo especial, un tipo de conexión difícil de describir pero fácil de reconocer en las miradas cómplices.
El evento concluyó en el mismo punto de inicio con un buen ambiente, muchas fotografías y palabras de agradecimiento. Para la comunidad, esta jornada no fue solo una actividad más, también fue un recordatorio de que correr junta puede convertirse en un acto de celebración, respeto y compañerismo.