El cuerpo que definió a una leyenda – Periodismo ULL
La nueva caracterización de la famosa protagonista de acción. Fuente: PULL

El cuerpo que definió a una leyenda

Opinión

Lara Croft ha sido un ícono de la industria de los videojuegos a raíz del lanzamiento de Tomb Raider en 1996. Su popularidad no ha disminuido con el tiempo, al punto de que en 2001 dio el salto a la gran pantalla con Lara Croft: Tomb Raider, protagonizada por Angelina Jolie. Gracias a esta adaptación alcanzó aún más notoriedad. Sin embargo, en 2024, con la llegada de Tomb Raider: La Leyenda de Lara Croft, una nueva controversia surgió. La serie de Netflix, animada en  un 2D similar al de la animación japonesa, no parecía tener nada problemático a primera vista. Pero bastó con su estreno para que en X estallara el debate.

El origen del conflicto no fue el estilo gráfico, sino la representación de su protagonista. Los fanáticos, principalmente, aunque también hubo críticas por parte de la audiencia femenina, sentían que Lara Croft ya no se veía como antaño. ¿El motivo? En esta interpretación, su diseño mostraba una complexión musculosa y menos curvilínea de la que había sido su sello característico.

«Siempre ha sido una mujer fuerte e independiente»

Aquí es donde conviene hacer una aclaración importante. Tomb Raider no es solo un título llamativo en inglés; su traducción literal es «saqueadora de tumbas». En cada entrega, se enfrenta a saltos imposibles, realiza acrobacias extremas, combate con antagonistas y se infiltra en ruinas para desenterrar artefactos arqueológicos. ¿De verdad se creen que no debería animarse con músculos?

Si su apariencia no reflejara la exigencia de sus logros, simplemente no sería coherente con su propia narrativa. Lara Croft siempre ha sido el ejemplo de una mujer fuerte e independiente que desafía a rivales, incluidos hombres, en su camino. Paradójicamente, este mismo rasgo hoy podría ser etiquetado como «propaganda feminista». Así que, ¿dónde está el verdadero problema? Quizás en que, a lo largo de las décadas, su imagen ha estado atada a atuendos ajustados, shorts diminutos y su icónica camiseta de tirantes, elementos que, para algunos, eran más importantes que su destreza y valentía.

Y ahí yace el núcleo del asunto: lo que verdaderamente indignó no fue su rediseño, sino la pérdida de su sexualización. Para este sector del público, no era una figura con trasfondo, motivaciones y hazañas impresionantes; era un cuerpo idealizado que encajaba en su fantasía. No importaba cuántos templos explorara ni oponentes derrotara, lo relevante era que siguiera viéndose como un póster noventero. Así, ante la última versión, no dudaron en llamarla «Lerry Croft», como si haberle dado un físico atlético y realista significara una traición a su esencia.

«Si no pueden ser sexualizadas, entonces no valen la pena»

Para justificar su malestar, se recurrió a antiguas ilustraciones de cómics en las cuales heroína mantenía sus curvas sin necesidad de mostrar una constitución atlética. Usaban estas imágenes como prueba irrefutable de que podía ser firme sin la obligación de ensanchar su espalda o marcar su musculatura. Como si las dimensiones creadas para validar fantasías pertenecientes a los años 90 fueran una demostración innegable de sus inquietudes.

Pese a haber pasado ya un año del inicio de la polémica, en redes sociales siguen surgiendo quejas sobre la reducción de su pecho en las entregas más recientes, argumentando que se ha eliminado uno de sus rasgos más icónicos. Basta con una búsqueda rápida en internet para encontrar diferentes publicaciones y comentarios en redes sociales que afirman que una de sus virtudes es el tamaño de sus pechos. Por ejemplo, The People, Ideas, and Things Journal critica que se trata de «un símbolo sexual reducido a un objeto para la contemplación masculina». Como si, después de todo su periodo de evolución argumental y jugable, lo más significativo fuera el tamaño de su busto en lugar de sus proezas como exploradora, arqueóloga y aventurera.

Y es que, incluso con alguien tan influyente como Lara Croft, lo único que sigue importando para muchas personas es cómo luce: sus proporciones, su ropa, su silueta. Como si su valor se midiera exclusivamente por su atractivo visual y no por su historia, su personalidad o sus éxitos. Si se le quitan esas características, parece que su relevancia se desvanece por completo, como si el argumento principal de la trama dejara de importar si no puede ser disfrutadas desde una lente de deseo. Es la misma lógica que ha perseguido a las mujeres en la ficción: si no pueden ser sexualizadas, entonces no valen la pena.

Estudiante de periodismo en la Universidad de La Laguna. Escribiendo y actuando la mitad del tiempo, intentando sobrevivir en esta selva a tiempo completo. "Para la mayor parte de la historia, Anónimo es una mujer", Virginia Wolf.

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