El escultor David Vila es profesor de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Comenzó su camino artístico impulsado por su padre y acabó estudiando en el mismo centro en el que ahora da clases, pero su último año de la carrera lo cursó en la Universidad de La Laguna (ULL). Cuando se le dio la oportunidad de participar en la tercera edición del Campus de Escultura de Lanzarote junto a la Fundación Curbelo Santana y la propia ULL, no se lo pensó dos veces.
¿Qué le hizo comenzar en el ámbito artístico? «Desde que soy muy pequeño siempre he tenido la necesidad de crear cosas con mis manos. Mi madre suele contar una anécdota de cuando era niño. Mi hermano tenía colgado un cartel de ‘Prohibido pasar’ en la puerta de su habitación, yo todavía no sabía ni escribir y copié ese cartel. Me da qué pensar que desde muy pequeño necesitase expresarme mediante procesos creativos. Desde entonces hasta ahora lo veo como un medio de exteriorización muy potente. Además, al ser valenciano y vivir las Fallas desde tan cerca crecí acompañado del aspecto escultórico y pictórico de esta tradición».
¿Su entorno le apoyó desde el principio con esa decisión? «Pues sí, y no solo que me apoyara, sino que mi entorno, especialmente mi padre, tenía claro que me iba a dedicar a ello incluso antes que yo mismo. Él me vio nacer y vio la necesidad que tenía desde pequeño de crear. Cuando me tocó decidir qué bachillerato estudiar me daba vértigo elegir Bellas Artes, porque no tiene una salida profesional estrictamente definida. Mi padre me insistió en seguir ese camino y gracias a él acabé aquí».
«Mi camino con el bronce empezó en la ULL, por eso le guardo un especial recuerdo»
¿Cuál es su colaboración profesional favorita? «Tal vez no fue tanto una colaboración, sino una relación profesional y es la que tengo con la Universidad de La Laguna. Mi último año de los estudios universitarios lo cursé en la ULL y fue la primera vez que hice fundición de bronce. Toda mi carrera profesional ha girado en torno a la fundición de ese material, tanto la artística como el ámbito docente. Además, allí conocí a Itahisa Pérez, docente de Bellas Artes, y creamos una bonita amistad y un vínculo profesional».
¿Qué le diría a la juventud a la que sus familiares no les dejan ser artistas? «Lo primero es que se lo crean. Que sean capaces de hacer ver el gran abanico profesional que tiene Bellas Artes. Es verdad que esta carrera no tiene un fin laboral definido, pero sí te proporciona la capacidad de abordar un amplísimo sector con mil salidas profesionales. Quizá su entorno se centra en que consigan un trabajo fijo. Le tienen miedo a la incertidumbre y por eso no ven las oportunidades que pueden llegar a tener».
También es profesor de la Universidad Miguel Hernández de Elche. ¿Qué le llevó a la docencia? «Creo que durante mi periodo universitario fui consciente de la importancia de tener un buen equipo docente. Es esencial que alguien haga bien su trabajo y te enseñe. El profesorado representa una figura crucial para amar u odiar una materia. La única manera de intentar que eso tenga calidad es promoverlo y por eso he apostado por ser buen profesor».
¿Qué le aporta el alumnado? «Continúo aprendiendo día tras día con el alumnado, es un feedback constante. En la universidad ya han alcanzado un punto de madurez en el que ya funcionan sin ayuda. Siempre digo que más que su profesor soy su asesor, estamos al mismo nivel. Proponemos los proyectos y conjuntamente los vamos llevando a cabo. Con mi experiencia puedo indicarles las carencias y mejorar los fallos. Se trata de una simbiosis».
¿Qué expectativas tiene de esta edición del Campus? «Pues espero que la magia que he encontrado desde el primer día continúe hasta el final, confío que va a ser así. Hemos creado un grupo muy entusiasmado por el proyecto que se está gestando. El día de ideación de la escultura fue algo muy bonito porque generar una obra en conjunto no es siempre fácil. Todo el mundo tiene unas ideas propias acordes con su preferencias creativas. Al final ponerlas todas en común y que nos complazca es muy complicado. Salimos del debate con una sensación de satisfacción general. Para mí ahora toca el proceso más bonito, la materialización de la escultura».
«Me hizo ilusión que me llamasen para participar en el Campus»
¿Qué pensó cuando Itahisa Pérez le propuso participar? «Me hizo ilusión, porque además es un proyecto que ya conocía de años anteriores. Tenemos la misma especialidad, nos apoyamos y hemos trabajado en muchos proyectos diferentes. Cuando me hablaba del Campus decía que ojalá pudiese ir algún año y que ahora se ha dado la oportunidad me parece maravilloso».
¿Qué cree que le puede aportar al alumnado durante la creación de esta escultura? «Experiencia. Mi visión externa para apoyar las ideas de la directora académica, Itahisa Pérez, puede ser muy importante para el proceso creativo».