Dicen que hubo una vez un actor de teatro que se plantó frente a un público y recitó “no” cincuenta veces, todas con una entonación, una estética y un significado distintos. Una palabra puede representarlo todo o representar la nada. Diego López, estudiante de Magisterio y escudado del humor, logra transformar un simple golpe fónico en varios relatos. Dos letras pueden hundir en la miseria o impulsar desde la misma, porque en el fondo deciden lo que son quienes las pronuncian.