José Manuel Padrón, director del Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González, desde los laboratorios de la Universidad de La Laguna (ULL), no solo ha contribuido activamente a la red científica europea en farmacología oncológica, sino que también ha defendido el papel transformador de la institución educativa. Para él, esta institución no debe limitarse a ser un espacio de enseñanza, sino convertirse en un agente comprometido con la generación de conocimiento, la innovación y el progreso social.
Recientemente, Padrón asumió la organización de un importante congreso internacional que se celebró en Tenerife: La 45ª edición de la reunión del Grupo de Farmacología y Mecanismos Moleculares, perteneciente a la Organización para la Investigación y el Tratamiento del Cáncer. «Este congreso es una reunión periódica», explica. Desde su experiencia, llevar a cabo un encuentro de esta magnitud desde una isla refuerza el compromiso de la Universidad de La Laguna con la investigación biomédica. «Yo soy el responsable científico de organizar el evento», añade.
Aunque reconoce las limitaciones derivadas de la insularidad, insiste en que la excelencia científica no se ve afectada por la ubicación «en Canarias se hace ciencia de calidad», subraya. Lo que sí cambia es el acceso a determinados recursos. «Por la lejanía geográfica, es un sitio al que tienen menos posibilidad de acudir mucha más gente, pero hemos recibido patrocinio de empresas locales que contribuyen modestamente en lo que puede y se le agradece ese esfuerzo que hace», comenta.
«En Canarias se hace ciencia de calidad»
Ese contexto lo interpreta como una oportunidad para demostrar que desde territorios periféricos también se puede liderar en ciencia. «Trabajar en un entorno como el nuestro donde tenemos muchas más limitaciones, tiene más mérito que trabajar en uno donde lo tienes todo hecho», afirma. Permanecer en Canarias fue, para él, una decisión consciente: «Para mí trabajar en la ULL significa ayudar al desarrollo científico de Canarias».
Una de sus principales preocupaciones es que esta institución no solo genere conocimiento, sino que involucre a jóvenes en la práctica investigadora desde etapas tempranas. «Creo que falta dar oportunidades», señala Padrón, en referencia a la escasa conexión que bastantes estudiantes tienen con la ciencia aplicada durante sus primeros años de carrera.
Por eso, abre su laboratorio a quienes deseen conocer de primera mano cómo es el trabajo en un grupo de investigación. «Soy de las pocas personas en la Universidad que permite al alumnado venir a hacer una estancia y conocer de cerca la investigación». Una experiencia que permite romper con la visión idealizada de la ciencia: «Conceptualmente el alumnado idealiza la investigación, pero no es lo mismo lo que te cuentan que vivirlo», comenta
«Soy de las pocas personas en la Universidad que permite al alumnado venir a hacer una estancia y conocer de cerca la investigación»
A su juicio, el centro académico no puede quedarse solo en la transmisión de teoría. «Estamos en un entorno donde se enseña mucho la teoría, pero falta la parte de aplicabilidad». Esta forma de pensar se refleja en su manera de enseñar: fomentar la autonomía, promover la iniciativa y asumir el error como parte del aprendizaje. «Quiero que el alumnado se equivoquen, porque cuanto más lo haces al principio, menos te vas a equivocar después».
Desde su perspectiva, tiene el deber de formar a los profesionales de la investigación del futuro no solo con conocimientos, sino con espíritu crítico, compromiso y vocación. «La docencia no depende de quién te la imparta, depende de ti mismo», indica
A pesar de haber recibido ofertas para continuar su carrera fuera del archipiélago, decidió quedarse. Porque, como él mismo afirma, desde la Universidad de La Laguna también se puede cambiar el mundo. Y lo demuestra cada día en su laboratorio: un espacio donde equivocarse no es un error, sino parte del camino hacia el conocimiento.