En Canarias, donde el turismo representa más del 35 % del PIB y uno de cada tres empleos depende directamente de esta actividad, muchas personas jóvenes miran al futuro con sentimientos encontrados. Las opciones laborales parecen girar siempre en torno al mismo eje, lo que limita a quienes desean desarrollarse en otros sectores. Aunque el turismo ha sido un motor económico clave y ha contribuido significativamente al desarrollo de infraestructuras y servicios, su hegemonía también ha generado una cierta dependencia que condiciona las aspiraciones profesionales de las nuevas generaciones.
«Yo, personalmente, veo el panorama laboral bastante mal», afirma Nayra Tela, estudiante de Integración Social. Su percepción coincide con los datos del Observatorio Canario de Empleo (OBECAN), que muestran que los contratos temporales y de baja cualificación siguen predominando entre la población menor de 25 años.
«Los estudios no te preparan para el puesto de trabajo»
El desempleo juvenil en el Archipiélago cerró 2024 con una tasa cercana al 40 %, casi el doble de la media nacional. «Aquí hay pocos puestos de empleo. Especializarte en algo que te gusta es muy difícil», insiste Dimitry Baute, estudiante de Emergencias Sanitarias.
Lucas García, estudiante de bachillerato, considera que su caso es más favorable. «Quiero entrar en el Ejército y eso lo puedo hacer aquí. Pero si no tienes estudios, es muy complicado. A mí me contrataron una vez por pura suerte porque necesitaban personal urgente», señala.
Aunque la Formación Profesional ha ganado prestigio en los últimos años, quienes cursan estos estudios siguen percibiendo una desconexión entre la teoría y el mundo laboral. Según el Ministerio de Educación, Canarias presenta una de las tasas más bajas del Estado en inserción directa tras estudios no universitarios, especialmente fuera del ámbito turístico.
«Los estudios no te preparan para el puesto de trabajo», afirma Baute. «Faltan muchos conceptos prácticos. Hay personas que no saben hacer un currículum ni inscribirse en la Seguridad Social», añade.
¿Quedarse o marcharse? El dilema constante
La duda entre quedarse o marcharse está presente en la mayoría del alumnado. Según una encuesta reciente del Cabildo de Tenerife, un 68 % considera que tendrá que salir del Archipiélago para encontrar un empleo estable.
«Me planteo quedarme porque están mis seres queridos y quiero estar en mi tierra, pero lo dudo muchísimo», asegura Dimitry Baute. «Ya me he planteado irme cuando termine los estudios», añade.
Uno de los grandes desafíos de la economía insular es su alta dependencia del turismo. Según datos del INE, el 83 % de los contratos firmados por personas jóvenes en 2023 estuvieron vinculados directa o indirectamente a este sector. Las oportunidades en otros ámbitos, como el tecnológico o el socioasistencial, son escasas.
«En Canarias deberíamos invertir más en otro tipo de trabajos y en la empresa privada», señala el estudiante de Emergencias Sanitarias. «La industria hotelera se está comiendo el resto de sectores», afirma.
«Solo hay que saber aprovechar las oportunidades»
García mantiene una actitud esperanzadora. «Sí, creo que haya oportunidades de crecer profesionalmente en la isla. Mi padre tiene una cadena de talleres que ha ido creciendo. Solo hay que tener la idea y saber aprovechar las oportunidades», asegura.
Tanto él como Nayra Tela y Dimitry Baute coinciden en que las políticas públicas actuales no están respondiendo a las necesidades reales del territorio. Sin embargo, no se rinden. Tienen una mirada crítica y proactiva sobre lo que debería cambiar para que el desarrollo profesional no tenga que pasar, necesariamente, por el aeropuerto.
