Cuando pensamos en opresión femenina generalmente nos vienen a la mente países islámicos totalitarios. Afganistán, Arabia Saudí o Irán son ejemplos de estados conocidos mundialmente por la represión hacia la mujer por motivos religiosos. La mutilación genital femenina (MGF), por ejemplo, es una de las costumbres más atroces que se siguen llevando a cabo a día de hoy. Ahora bien, ¿qué pensarías si te digo que en Canarias hay casi un centenar de víctimas de este tipo de violencia machista?
La MGF se practica en treinta países de África y Medio Oriente de forma habitual, siendo común que a más de la mitad de mujeres les hayan cortado sus genitales. Hablamos de más de 230 millones de féminas. Las causas van desde la aceptación social o ideas erróneas sobre la higiene, hasta una forma de conservar la virginidad o de facilidad a la hora de encontrar un marido.
Canarias recibió en el 2024 a 46 843 migrantes. El origen es principalmente del África subsahariana y Marruecos. Tristemente, entre los países en los que la ablación es común entran precisamente Senegal, Mauritania, Nigeria, Guinea, Guinea-Bissau, Ghana, Mali y Sierra Leona. Aún así, no es una práctica que se realiza aquí, algunas ya han sido mutiladas al llegar a las Islas y a otras se les realiza en algún viaje de visita a su país de origen.
A nivel personal, diría que la solución tiene que focalizarse en erradicar esta costumbre de raíz, pero seguramente mediar o ayudar a que algunos países de África se desarrollen no interesa a todo el mundo. Es un tema tan sensible y complicado de detectar, que es necesaria una ley o un protocolo que ampare a todas las niñas, jóvenes y mujeres adultas que se ven sometidas a esto. El propio Servicio Canario de Salud tiene un procedimiento que obliga a responsables legales a firmar un documento donde se comprometen a no realizar esta praxis, pero en numerosas ocasiones no sirve de nada.
«¿Qué pensarías si te digo que en Canarias hay casi un centenar de víctimas de este tipo de violencia machista?»
A día de hoy en España la pena por llevar a cabo o facilitar la mutilación genital femenina oscila entre los seis y doce años de prisión, pudiendo, incluso, perderse la patria potestad de la menor. Como mencioné con anterioridad, la educación y la comprensión de la magnitud de esta brutal tradición son imprescindibles. Kika Fumero, directora del Instituto Canario de Igualdad, presentó en 2023 la guía Mutilación genital femenina: entender para actuar, una herramienta creada para educar, informar e implicar a la juventud sobre esta práctica que vulnera los derechos humanos y de la mujer.
Es importantísimo que quienes llegan al Archipiélago de forma ilegal tengan un techo y una cama sobre la que dormir. Es fundamental también que se les brinden ayudas económicas para que puedan comer, vestirse o cubrir sus necesidades básicas. Pero la atención médica, ginecológica en este caso en particular, tiene el mismo peso. Es necesario prestar más atención a la salud de las personas que llegan, más aún sabiendo a lo que se han enfrentado para llegar y las condiciones del lugar desde el que vienen.
Siempre he aplaudido la multiculturalidad, pero precisamente por la variedad de culturas no podemos cerrar los ojos ante una realidad aplastante: lo que vemos como una abominación hay gente que lo normaliza. La solución no la sé: ¿talleres formativos para recién llegados sobre las leyes, deberes y derechos fundamentales que implican a la ciudadanía? ¿Un seguimiento en el proceso de adaptación a su nuevo hogar?
Sea como sea, algo habrá que hacer, porque para quienes abogan por el progreso y por brindar una calidad de vida mejor a personas que realmente lo necesitan, conocer esta realidad es un auténtico palo. Es desgarrador pensar en todas las mujeres y niñas que han pedido auxilio aún siendo en silencio.
