Robe en un concierto de la gira. Foto: PULL

Robe llena de nostalgia el Palmetum

Música

Robe Iniesta, la inconfundible voz de la agrupación extinta Extremoduro, dio un concierto el pasado sábado, 2 de noviembre, en el Palmetum de Santa Cruz de Tenerife. El motivo es su gira de 2024 Ni santos ni inocentes, que finalizará el próximo 16 de noviembre en el Wizink Center de Madrid. Quienes asistieron pudieron disfrutar tanto de temas propios del artista como del grupo que lideró durante veinticinco años.

El ambiente fue inmejorable con una ligera brisa para la que no hacía falta abrigo, y una amplia audiencia, que llenó prácticamente el espacio. Entre el público, la alegría y la nostalgia eran las emociones predominantes. Muchas de estas personas eran jóvenes cuando debutó Extremoduro, aquella banda que satirizaba con su tierra de origen: Extremadura.

«Las letras de Robe siempre se han caracterizado por un romanticismo bizarro, que mezcla lo bello con lo extravagante y descarado». Foto: I. Rodríguez

El comienzo del recital fue sencillo pero elegante. Un único foco apuntaba al cantante de sesenta y dos años, quien se defendía con su voz y su guitarra. La estancia la adornaba únicamente su característica falda larga, un jersey grisáceo, y su melena rizada. Y así, con aspecto de poeta errante, empezó a entonar las primeras notas de Destrozares. Seguidamente, el escenario se iluminó por completo, para revelarnos a los músicos de acompañamiento, que aportaron intensidad al tema.

«Tan potente fue su grito de guerra, que la llovizna se hizo presente en el concierto»


Después del clásico «buenas noches, Tenerife», Robe mantuvo la misma intensidad con Adiós cielo azul, llegó la tormenta. Tan potente fue su grito de guerra, que la llovizna se hizo presente en el concierto. Una magia que solo los verdaderos músicos poseen. Le siguió la balada Contra todos, para convertirse en una de las mejores interpretaciones de la velada. Es indiscutible el talento de Robe para fusionar géneros, y en este tema salió a relucir.

A la hora de tocar Nana Cruel, el cantante expuso, «esta la canto por todos los niños que sufren alrededor del mundo, en especial los que presencian un conflicto». Su preocupación por la infancia y las causas sociales es otra de esas características positivas que lo definen, no sólo el don para la música. A continuación, cantó Si te vas…, probablemente el tema más romántico de su trayectoria, que emocionó a la audiencia de principio a fin.

La multitud coreaba sus canciones, a pesar de su longitud y la complejidad de los poemas. Y es que las letras de Robe siempre se han caracterizado por un romanticismo bizarro, que mezcla lo bello con lo extravagante y descarado. Una poesía que sólo un amante del rock dedicaría al amor de su vida.

Robe no podía acabar el concierto sin regalarnos el himno Jesucristo García, sencillo que se incluyó en el primer álbum de Extremoduro: Rock Progresivo. Se trata de una metáfora entre el personaje bíblico y nuestro protagonista. Sea por su parecido físico o no, lo cierto es que no se puede entender al intérprete sin haber escuchado esta canción.

Tras Nada que Perder, una canción que habla de no rendirse ante las adversidades, un emotivo saludo con la mano fue lo que cerró esta emocionante experiencia. Tras la fachada de una estrella de rock, no cabe más que humildad. Aún consciente de su influencia, el artista con esa despedida parecía decir «soy una persona sencilla, como ustedes».

 

 

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