‘Happy Songs for Happy People’

Opinión

Mogwai es único. Happy Songs for Happy People es el cuarto álbum de este grupo que se estrenó allá por el 2002 cuando el post-rock seguía siendo ese género tan desconocido por la sociedad. Un disco con canciones cortas, calmadas e intensas. Una banda sonora triste y pesimista a la que es imposible darle una definición porque no tiene una, sino miles.

La crueldad de los últimos ataques terroristas reflejados en el ritmo incesante de Ratts of the capital, la desolación que deja tras de sí el fuego en California en Hunted by a freak o el estallido independentista catalán en el clímax de Killing all the flies. Poesía musical. Rock electrónico instrumental en un álbum que nos hace ver que la vida, por desgracia, no solo son acordes alegres.

El ser humano está ciego. Nos manipulan. Nos entretienen. Nos mantienen felices con canciones cuyo estribillo habla de los aspectos más personales de la vida de los demás. Los medios se lucran de la existencia de algunos. Y lo peor es que nos gusta. Y es imposible huir porque lo que surge al encender el televisor muchas veces se vive en el día día. El cotilleo. La famosa palabra que oculta la información de verdad, la relevante. No para de tocar a nuestra puerta y a mí no me queda más remedio que refugiarme en Stop coming to my house, la novena canción del álbum. No me ha servido para nada pero por lo menos me agrada.

Stuart Braithwaite componiendo – @mogwaiband

 «Cuando el mundo termine pagando las malas decisiones del ser humano, Happy Songs for Happy People sonará en nuestras cabezas»

El piano y la batería son dos de los instrumentos más presentes en este disco. Mogwai alterna ambos sonidos para crear un ambiente otoñal y depresivo que termina, en muchos de los tracks, convirtiéndose en furia y rabia. Estallidos de notas musicales a los que recurrían constantemente en su anterior álbum, Rock Action, con obras maestras como You don´t know Jesus. En Happy Songs for Happy People no todo son crescendos, canciones como Kids will be skeletons mantienen en todo momento una línea melódica tranquila y sin sobresaltos.

La pista con el título más llamativo es, sin duda alguna, I know you are but what am I (canción del artículo). Depresiva a más no poder. Cada una de las notas tocadas con ese piano me hacen ver todo lo negativo del mundo y, a diferencia de las otras canciones, en esta no hay ninguna nota esperanzadora, ya que su partitura se mantiene pesimista de inicio a fin. Para mí, una obra de terror más oscura que el noveno piso infernal que visitó Dante en su Divina Comedia. Solo apta para verdaderos valientes.

Stuart Braithwaite, Barry Burns, Martin Bulloch, Dominic Aitchison y John Cummings (este último ya no está) son los encargados de producir canciones que dan, a cada uno de nosotros, significado a nuestras vidas con sus innumerables interpretaciones. Y es que a cada paso que damos, cada vez que miramos algo o cada vez que relacionamos algo tangible e intangible en nuestras vidas, siempre nos acompaña Mogwai. En lo malo y en lo bueno.