Maria Isabel Sánchez en su despacho. Foto: Ivo B.

«Los residuos subterráneos tienen poco interés para las empresas de agua»

Artes y Humanidades

«Con respecto a cómo disipaba la temperatura, era impresionante el comportamiento de la casa de carbonato cálcico frente a la de cemento»

Maria Isabel Sánchez es profesora de Escultura desde 1979 y catedrática de la misma materia desde 1996 en la Universidad de La Laguna (ULL). Como docente e investigadora, comprende ambas funciones como complementarias, pues afirma que «el principal público de difusión es el alumnado», con los que trabaja investigando. Ha dirigido una gran cantidad de tesis doctorales, trabajos de fin de grado y de máster, y participado en incontables tribunales.

Actualmente, dirige el estudio Elaboración de cal a partir de residuos asociados a la extracción de aguas subterráneas. El equipo cuenta con seis personas encargadas de la investigación y una arquitecta, Attenya Campos. Está subvencionado por la Fundación CajaCanarias, y lleva en activo desde 2021. Su objetivo es plantear el uso de los supuestos residuos de galerías subterráneas en la escultura y arquitectura.

«Una piedra blanca con líneas beige»


Todo comenzó cuando, tras años de ser la referente pedrera de la Facultad de Bellas Artes, a quien el alumnado llevaba sus piedras para identificarlas, apareció una alumna en su despacho, enseñándole «una piedra blanca con líneas beige, la mar de bonita». Ante el hallazgo Sánchez se intrigó por su origen, Arico, donde acudió poco después. Afirma que ascendió por el sitio hasta encontrar una tajea (conductos artificiales por donde sale el agua de las galerías), donde encontró grandes cantidades del material. Esta supuesta basura normalmente es arrojada a vertederos por tener «poco interés para las empresas de agua, que quieren anunciar un producto poco mineralizado». Sin embargo, contiene grandes cantidades de carbonato cálcico, usado regularmente por personas escultoras.

La profesora afirma que según la procedencia varía el porcentaje de pureza, pero que «prácticamente todos superan el 95 .Esto implica un gran potencial para ser transformado en cal. El proceso es por cocción, a unos 800-900 grados centígrados, y tras el cual se obtiene la «cal viva». Hay dos tipos: las hidráulicas, que se comercializan en polvo que es posteriormente rehidratado; y las aéreas, que se comercializan en pasta y cuya calidad aumenta con el tiempo. La docente indica que «con envejecimiento de un año frente a envejecimiento de cinco, sufre un aumento enorme en el precio».

Cales talladas por la profesora. Foto: Ivo B.

«Anteriormente, se pensaba que el proceso tardaba años»


Al preguntar sobre los proyectos que sirvieron de impulso para el actual, la investigadora destaca la importancia de varios. Un Trabajo de Fin de Máster de 2015, Proceso de petrificación calcárea en el diseño de souvenirs, en el que ella dirigió la parte técnica, sirvió como impulso inicial al indagar en la velocidad de los procesos de petrificación. Anteriormente, se pensaba que el proceso tardaba años, pero experimentando con moldes 3D se dieron cuenta de que en el caso de algunas de estas tejías, «a los tres meses y quince días se podía desmoldar y repasar petrificaciones de medio centímetro de grososr y unos quince centímetros de altura».

En 2019, la ULL subvencionó un proyecto previo con el mismo nombre y llevado por el mismo grupo que sirvió como «trabajo de preparación para el actual». Por otro lado, María Isabel Sánchez menciona un descubrimiento que les sirvió de referente. Al parecer, en los años cuarenta «un inglés montó un horno en los altos de Arico, junto al que había canalizaciones llenas de cal«. Encontraron un texto que hablaba de la experiencia, y resulta que «en la posguerra, cuando necesitaba material y se pausó el transporte, este material hizo de sustituta del cemento». Sin embargo, esta es de las pocas pistas que han tenido para el proyecto. La profesora de Bellas Artes indica que «referentes de fabricación de cal, con este tipo de roca, no hemos encontrado más». Contaron con la ayuda de la investigadora geológica Ana María Alonso, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid.

“Lo más importante es que no solo sea difusión científica, sino también social”


De cara al futuro, Sánchez explica que el principal objetivo de este estudio es que cale en la conciencia pública. Indica que «lo ideal sería que en lugares como Fasnia o Arico, que tienen cantidades ingentes de este material, terminaran creando alguna industria de aprovechamiento de este material». Como toda esa materia prima es demasiada para usar solo en escultura la doctora en arquitectura, Attenya Campos, está involucrada. Hasta el momento tan solo se han podido realizar maquetas de lo que serían casas construidas de cal, pero «la temperatura en el interior, respecto a otras iguales pero de cemento, llega a ser cinco grados menor», revela la docente. Además, es menos contaminante.

Menciona también, de forma humorística, a un empresario italiano que «no para de seguirla». Al parecer, busca montar en Canarias una empresa similar a Hempcrete Spain, que elabora ladrillos hechos de cáñamo, cal y agua. Los supuestos residuos se podrían emplear con estos fines, para lo cual «lo más importante es que no solo sea difusión científica, sino social», insiste María Isabel Sánchez.

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