Daniel Bernal Suárez, escritor y poeta tinerfeño. Foto: PULL

«El gusto por la lectura me lo inculcaron siempre mi madre y mi abuela»

Literatura

Daniel Bernal Suárez, escritor, crítico literario y gestor cultural, aprovecha este 23 de abril, Día Internacional del Libro, para contar su trayectoria en el mundo literario. El autor ha recibido, entre otros, los premios de poesía Ciudad de Tacoronte (2008), Luis Feria (2011) y Pedro García Cabrera (2013). Publicó los poemarios Escolio con fuselaje estival (2011), Corporeidad (2012), Odiana (2014) y El tiempo de los lémures (2014), y el volumen de microrrelatos Manual de crucificciones (2019). Recientemente fue galardonado en el concurso Nuevas Escrituras Canarias por su libro Meditaciones del pez austral (2019).

¿Cómo surge su pasión por escribir? ¿Fue algo que siempre te llamó la atención? «La pasión por la escritura deriva esencialmente de la pasión por la lectura. De pequeño se conjugaron varias circunstancias que me desvelaron las posibilidades de la literatura. En primer lugar, el gusto por la lectura que me inculcaron siempre mi madre y mi abuela, y los numerosos libros que me nutrieron en aquella etapa seminal del paso de la infancia a la adolescencia. Y, en segundo lugar, el hecho de que mi carácter me hacía propenso a los juegos imaginativos. Acaso del cruce entre ambos hechos se hacía ineludible que pensara en interrogar a la página escrita como forma de prolongar mis desvelos».

La mayoría de sus libros son poemarios. ¿Cómo es representar y abordar su poesía en la narrativa o como microrrelatos? «Me interné en el microrrelato como forma de tentativa en la narración que percibía más afín a la poesía. Sin embargo, no nos engañemos: un microrrelato no es un poema, solo comparte ciertas formas esenciales de tensión verbal. Esa exploración supuso un desafío, claro está y lo que conservan mis narraciones de la poesía es una visión general del hecho literario como obra de la imaginación».

¿Se maneja mejor en el género narrativo o en lírico? «Cada género exige algunas peculiaridades. Sin embargo, no diría que me siento cómodo especialmente en ninguno. Tampoco creo en una especie de naturaleza fija o inmanente de los géneros».

«Fui recogiendo los impulsos que me llegaban día a día para escribir este libro»


¿Podría contarnos un poco la sinopsis de Meditaciones del pez austral? «Se trataría de una especie de diario poético de la incertidumbre. Nuestra existencia es desvarío en el lenguaje: andamos a tientas, en una ceguera insondable, desconociéndolo todo, pero emitiendo signos, como si nuestra comprensión del mundo fuera enorme. A veces, dentro de ese desvarío, nos topamos con alguna intuición. Es decir, paseamos por la playa y descubrimos un guijarro en medio de la infinitud de la arena. En el poemario esos mínimos guijarros son lanzados en medio de un conjunto de textos que dan cuenta del insistente murmullo que son las apariencias cambiantes del mundo.

¿Se ha encontrado con algunas dificultades a lo largo del proceso de escritura o publicación de la obra? «No he encontrado dificultades especiales a la hora de publicar, o no más allá de las que suelen ser habituales. En cambio, sobre las dificultades en la escritura, quizás peque de un cierto grado de masoquismo: creo que la escritura es placer, pero también entrega disciplinada; hallazgo fortuito y feliz, pero también rigor y reescritura constante. Por eso creo que a todo ejercicio literario que se tome en serio le es connatural la dificultad».

La inspiración es siempre un punto fuerte en los poetas. ¿Dé que forma se inspira? «Cualquier elemento de la realidad puede servir de estímulo para generar ideas que se traducirán en textos. Hay obras que me han marcado en momentos concretos y otras cuya iluminación perdura a pesar del tiempo. En narrativa destacaría a autores como Jorge Luis Borges, Franz Kafka, Samuel Beckett, entre otros. En cuanto a autores canarios: Isaac de Vega y Agustín Espinosa. Finalmente, destaco algunas escritoras como Luisa Valenzuela y Mónica Ojeda»

Ha impartido numerosos talleres de creación literaria, así como participado en festivales como el Festival Índice, el Festival Encuentros en el Mal o el Simposio Canario de Minificción (ULL). ¿Han aportado algo estas experiencias a su escritura? «Principalmente diría que la experiencia de impartir talleres ha resultado enriquecedora en la medida en que me ha obligado a prestar más atención a los detalles constructivos de la escritura. En cuanto a la participación en diversos festivales y mi labor como gestor cultural creo que son actividades que no tienen relación íntima con lo que escribo».

«Si tuviera oportunidad de reeditar cualquiera de mis libros, cambiaría cosas, sin duda»


Si pudiera cambiar algo alguno de sus libros de forma inmediata, ¿lo haría? ¿Por qué? «Si tuviera oportunidad de reeditar cualquiera de mis libros, cambiaría cosas, sin duda.  No sé si existe relación alguna, pero conforme aumentan las dioptrías de mis gafas, se vuelve más implacable el juez que habita en mí y que relee lo que he publicado».

¿Qué impresiones y opiniones ha recibido de los lectores que han leído su libro? «He recibido diversas opiniones. Me ha llamado la atención, por ejemplo, la predilección de ciertos lectores por aspectos secundarios o laterales del libro. La lectura, en el fondo, es un acto solitario. Por más Ariadnas que quieran orientarnos para cruzar el laberinto, el encuentro con el libro siempre es diferente según el lector»

De cara al futuro, ¿espera escribir más libros? ¿Estaría dispuesto a abrirse a otros géneros literarios? «Si la vida no me depara alguna adversidad irremediable, seguiré emborronando papeles. Y sobre lo de probar fortuna en otros géneros he de confesar que soy culpable, en grado de tentativa, de alguna obra teatral, relatos y novela».

¿Qué consejo le daría a nuevos escritores en potencia? «Simplemente que lean como si no hubiera un mañana. Y que no se apresuren en publicar».

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