«Desde niña sentí que cantar era parte de mi ADN, no podía evitarlo» – Periodismo ULL
Olga Cerpa, símbolo sonoro de las Islas Canarias. Foto: A. Aguilar
Olga Cerpa, símbolo sonoro de las Islas Canarias. Foto: A. Aguilar

«Desde niña sentí que cantar era parte de mi ADN, no podía evitarlo»

Música

Olga Cerpa y Mestisay representan una de las trayectorias más relevantes de la música popular canaria. Fundado en 1980 por Manuel González, han desarrollado una de los recorridos más intensos del Archipiélago en más de tres décadas de profesión. Su vocalista, Olga Cerpa, es considerada la voz femenina más destacada de la música de raíz isleña en las últimas décadas, gracias a su talento vocal y a una personalidad artística única.

¿Cómo nació su vínculo con la música? ¿Recuerda el primer momento en que supo que quería dedicarse a esto? «Siento que desde niña, es como si formara parte de mi ADN. Siempre quise cantar y no podría vivir sin hacerlo. Vengo de una familia campesina de las medianías de Gran Canaria y era natural terminar las reuniones familiares cantando y tocando con la guitarra música de la tierra».

¿Qué la llevó a unirse a Mestisay y cómo ha evolucionado ese proyecto desde entonces? «Conocí a Manuel González, su director y fundador porque fue a ver al grupo de chicas que yo dirigía. Yo ya les seguía, me parecía que lo que hacían era en algo distinto, dentro de su estética, a lo habitual de los grupos de música popular de los años 80. Me invitó a colaborar y con él y encontré un hermano de sendero y al compositor que alimentaría mi garganta de canciones muy lindas. Desde entonces, nuestra evolución ha sido algo que sentimos como natural y que inevitablemente nos condujo en algún momento a la profesionalización y a intentar encontrar un sonido y un repertorio que, partiendo de la raíz, nos definiera».

Mestisay ha sido un puente entre las músicas populares de Canarias y otras tradiciones del mundo ¿Cómo ha sido ese proceso de fusión cultural? «Intenso y necesario para crecer creativamente. Era una forma de explicarnos musicalmente hablando. Hemos colaborado con gente de Cuba, de Portugal, de Cabo Verde, de Perú, de Venezuela, de Uruguay, de Guinea Bissau… Últimamente, hasta con un coro de voces búlgaras en una música para un ballet contemporáneo. De todos nos hemos llevado un cachito de sus talentos. Eso te abre la mente y es muy enriquecedor».

«De alguna manera, seguimos siendo un territorio por definir en el ámbito cultural»


¿Cree que la música canaria tiene el reconocimiento que merece dentro y fuera de España? «Somos un territorio muy pequeño en el mapa del Mundo. Si hablamos de música de raíz, tal vez nos ha faltado definir una marca musical, como la Morna que ha definido a los de Cabo Verde, por ejemplo. De alguna manera seguimos siendo un territorio por definir en el ámbito cultural, aunque podemos presumir de que las Islas estén llenas de músicos y cantantes con notable talento».

¿Qué significa para usted representar a Canarias a través de su música? «Mucho orgullo. Soy consciente de mi nacionalidad cultural y la intento defender a través de mi forma de cantar. La música es una tarjeta de presentación estupenda allá donde vayamos fuera de nuestras fronteras».

¿Hay alguna actuación que recuerdes como especialmente emotiva o transformadora? «Transformadora fue una gira por varios países, Canciones del sur, que hicimos Manuel y yo junto a un  sólo de un piano hace 25 años. Esa desnudez instrumental me obligó a hacerme dueña de los escenarios que piso. Y especialmente emotivo fue sentir un sepulcral y respetuoso silencio al cantar el Arroró de Valentina a pelo delante de diez mil personas en Sumatra, en un festival maravilloso al que fuimos hace unos años».

Han llevado su música a muchos países. ¿Qué ha significado para ustedes llevar el sonido de Canarias a escenarios internacionales? «Una experiencia de vida y también una necesaria apuesta profesional. El éxito local tiene, a la larga, mucho peligro para el ego. Por eso hay que confrontarse con públicos que no te conocen, a esos solo los puedes conquistar con las armas de tu talento, si es que lo tienes».

¿Ha cambiado su visión sobre Canarias y su cultura a medida que ha madurado como artista? «Por supuesto. Cuando comenzamos a cantar, poco menos que actuábamos en los pueblos con el micro que los curas tenían en la iglesia. Hoy hay excelentes infraestructuras culturales en Canarias, pero falta lo más importante: un mercado cultural canario que, bien engrasado y blindado, ayude a sostener una pequeña industria cultural que sea capaz de profesionalizar a quienes lo merezcan. Y que defienda ese talento ante el agobio continuo de la industria cultural multinacional, que nos invade por todos lados».

«Cuando canto lo hago en canario»


¿Cree que hay una forma de «cantar en canario», más allá del acento? «Cuando canto lo hago en canario. La geografía, el clima, la gastronomía y la historia, nos conforma. Todo eso revela un estado de ánimo, un alma que es colectiva. Eso que comúnmente llamamos identidad».

¿Qué sueños o metas le gustaría cumplir en el futuro próximo? «Seguir visitando escenarios y lugares a los que aún no he ido; grabar discos que aún no he grabado y de los que sentirme orgullosa si los escucho diez años más tarde… Ese es el verdadero éxito: la ilusión por seguir caminando, por seguir creando».

¿Qué mensaje le gustaría dejar a las nuevas generaciones de músicos de las Islas? «Primero que se coloquen delante de un espejo y se pregunten si realmente tienen talento y disciplina para dedicarse a la música, que es muy celosa. Hoy, además, hay mucha trampa, comenzando por las redes sociales o por adelantos técnicos, que te hacen creerte un genio. Que estudien, que se formen técnicamente, que tengan los oídos bien abiertos y, con ellos llenos de música de otros lugares, miren a la raíz. Y que después salgan a conquistar el mundo porque el mejor momento de una isla es un avión: uno para irse y otro para volver».

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