Sophia Loibl fue vendida con cuatro años de edad a una red de explotación sexual en la cual estuvo 22 años encerrada. Ella es la protagonista de la historia, nacida en Bangkok, Tailandia. Fue vendida con cuatro años de edad a una red de explotación sexual en la cual estuvo 22 años encerrada. Cuando cumplió 18 años, fue obligada a tener un bebé que le arrebataron inmediatamente. «Al nacer se la llevaron, no pude abrazarla ni ponerle un nombre», añadió. Posteriormente tuvo su segunda hija con la que desafortunadamente le pasó lo mismo. «Fue muy doloroso», afirmó. Sin embargo, había una voz en su cabeza que le decía: «Mantente viva Sophia».
A los 26 años, en plena madrugada, sintió que había llegado el momento de huir. Se encontraba en una habitación junto a una ventana. Loibl destacó que justo antes de saltar pudo conocer a su hija. Los días posteriores a su fuga fueron muy difíciles. A pesar de estar físicamente libre, aún sentía miedo.
Con el tiempo, logró establecerse en Estados Unidos, donde pudo acceder a estudios, empleo y participar en diversas iniciativas sociales. No obstante, su vida dio un giro inesperado cuando cayó enferma. Fue diagnosticada con una infección cerebral, VIH y su hígado dejó de funcionar correctamente. Ingresada en un hospital de Chicago, los médicos le informaron que no podían hacer nada más por ella. En ese momento, el mensaje que había escuchado durante toda su vida volvió a estar presente en ella: «Mantente viva Sophia».
Ante la gravedad de su estado, la familia con la que vivía en Estados Unidos decidió enviarla de regreso a Bangkok. Milagrosamente, siete semanas después, comenzó a recuperarse. «Fue como si mi cuerpo se hubiera preparado para correr una maratón», recordó. En aquel instante, Loibl hizo hincapié en un detalle muy importante de su historia. La noche de su huida realizó una promesa. «Si salto, prométeme que recuperaré todo lo que me arrebataron: a mis hijas, mi familia y mi libertad». Y así fue.
El perdón la liberó
Para concluir su intervención, destacó la importancia que tuvo el perdón en su vida. La víctima no se sintió libre hasta que vio por última vez a su secuestrador y pudo perdonarlo. A las 19:50 horas, dio por finalizado su testimonio, invitando a los presentes a abrir los ojos y a ser sensibles con su alrededor. «Cuando pienso en mi historia, agradezco a Dios porque gracias a eso hoy soy una mujer fuerte y puedo contarla, para que otras niñas no sufran lo mismo», expresó.
Actualmente, Loibl posee una casa en Bangkok llamada Caminar con Amor, donde brinda apoyo a mujeres y niños que han sido víctimas de abuso y violencia.