Usuario del Taller de Arteterapia desarrollado por Rosa Cubillo en la Facultad de Bellas Artes de la ULL.

«Cada soporte en blanco es un reto»

Artes y Humanidades

Rosa Cubillo es la responsable  del Taller de Arteterapia para la recuperación de personas con historial de trastorno mental severo. Es profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna y allí lo desarrolla desde hace once años.  La mayoría de sus usuarios son personas que sufren cuadros de esquizofrenia graves, con las variantes particulares de cada caso.

El proyecto surgió a través de la propuesta de una trabajadora social del Equipo Comunitario Asertivo (ECA) que acudió a la Facultad buscando algún docente dispuesto a impartir clases de pintura para estos pacientes de psiquiatría. Cubillo, interesada, le propuso algo distinto: una actividad psicoterapéutica a través de la expresión artística.

La profesora ya llevaba algunos años leyendo sobre el incipiente campo del arteterapia, sobre el que en aquel momento aún no se había investigado tanto. Además, por circunstancias de su entorno, sabía lo que era esta enfermedad y los efectos que causa en el individuo. Así, propuso que se realizara en la Facultad, que sus alumnos pudieran participar, y de buena gana tomó las riendas de la iniciativa.

De acuerdo con lo establecido por la Organización Mundial de la Salud, esta afección se caracteriza por una distorsión del pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de sí mismo y la conducta. Suele producir delirios y hacer que quienes la sufren escuchen voces.  Según los datos que esta institución maneja, a nivel global la padecen veintiún millones de personas.

La evolución del taller


El primer taller, en 2006, lo describe como “una experiencia muy enriquecedora y estimulante”. Su preparación ocupó los dos primeros meses del segundo cuatrimestre. Tanto ella como sus estudiantes se imbuyeron en la lectura de estudios sobre la utilidad del tratamiento artístico para pacientes con psicosis. Tras una meticulosa preparación de ejercicios y el análisis de los beneficios que podrían obtenerse de cada uno, la actividad se puso en marcha.

Después de acudir durante sólo dos meses al taller, los asistentes comenzaron a mostrar ciertos progresos. En su segunda edición pasó a extenderse durante un período de ocho meses, que es el tiempo que desde entonces dura. Ese mismo año,  en 2007, Cubillo se convirtió en una de las socias fundadoras de la asociación ASCATEC, cuya finalidad es ofertar este tipo de proyectos terapéuticos a través de la red sanitaria pública.

Tras el éxito manifiesto de la actividad, la dinámica fue cambiando a medida que los participantes evolucionaban: “Los primeros años hacíamos propuestas a los usuarios”, recuerda. Estas pretendían ser estímulos que les pusieran en marcha. Aunque aclara que “en todo momento ellos eran libres de seguir las sugerencias o dejar que estas les llevasen por otros caminos”.

Durante las dos o tres primeras temporadas continuaron haciéndolo, hasta que llegó un punto en el que comenzaron a ser independientes en su proceso creativo. A partir de ahí, la mayoría del trabajo de esos ocho meses pasó a ser autónomo.

Los ritmos de trabajo de cada usuario son distintos. “Hay personas que hacen una pieza cada sesión, otros hacen varias y hay quienes necesitan un mayor número de días para hacer una sola”.

Los beneficios del arteterapia


La profesora, que en este taller actúa como conductora de las sesiones, recalca que el principio del arteterapia es plantear un problema artístico para que los usuarios lo resuelvan. “Cada soporte en blanco es un problema, un reto, que se afronta a través de los materiales artísticos indagando posibles soluciones”, explica. Profundiza en como “creación tras creación se desarrolla un proceso de reconstrucción del pensamiento, permitiendo establecer puentes de tránsito y de unión con el entorno”.

Para estas personas, que se ven tan limitadas en su día a día, “sentirse capaces de completar algo les ayuda a recuperar la confianza en sí mismos”. De esta forma el taller les sirve como una metáfora de sus vidas. Les brinda las herramientas necesarias para superar los problemas del día a día y dilucidar cómo resolverlos. “La enfermedad les resta muchas capacidades, el hecho de venir aquí les hace volver a sentirse útiles”, afirma.

Cubillo insiste en recordar que el arteterapia no cura nada, sino que trabaja todo el aspecto psicológico de un paciente. Y recalca que es un trabajo psicoterapéutico que aborda el ámbito psicosocial de la persona.

Lo último sobre Artes y Humanidades

Ir a Top