El caso conmocionó a todo un país. Foto: PULL

As de copas

Opinión

A principios de febrero de 2003 apareció el cuerpo de Juan Carlos Martín, limpiador del aeropuerto de Barajas con un disparo en la cabeza en una parada de guaguas de Madrid. Ese año la Capital experimentaba un alto índice de criminalidad, pero el homicidio pasa desapercibido. Eso sí, hubo un detalle junto al cuerpo que hizo saltar las alarmas: un as de copas de la baraja española. Un asesino en serie asechaba la ciudad. El caso cobró protagonismo en la serie documental Baraja: la firma del asesino, que se estrenó el 9 de junio en Netflix.

Los seis crímenes que cometió se convirtieron en los protagonistas de innumerables titulares, crónicas de radio y cortes de televisión, donde ya se le ponía el nombre del Asesino de la Baraja. Esta pieza audiovisual consta de tres capítulos que cuentan la historia del asesino en serie que generó alarma social, presión mediática, ciertos errores en la investigación, detenciones y ruedas de reconocimiento fallidas. Lo narran las voces de más de veinte personas que fueron figuras clave del suceso como periodistas, juristas, agentes a cargo del caso…

La serie documental aporta nuevos elementos que van más allá del relato oficial y cronológico de los hechos. De esta manera, pone a las víctimas en el centro incorporando relatos de testimonios inéditos como el de Teresa Sánchez. Era propietaria del bar Rojas de Alcalá de Henares cuando un día el Asesino de la Barajaba entró por su puerta disparando y matando así a su hijo y a una clienta. Sánchez recibió tres tiros. Se hizo la muerta para intentar salvar su vida. Ahora reivindica su lugar en la historia, comparte su visión de la investigación y muestra una nueva perspectiva sobre el caso jamás contada.

Después del primer intento fallido del criminal, no volvería a intentar cometer un asesinato hasta el mes de marzo. Las víctimas esta vez fueron Eduardo Salas, al que disparó en la cara, pero la bala le entró por la mejilla y salió por el cuello, esto no acabó con su vida. Y Anahid, su pareja, la cual se cubrió la cabeza con los brazos para protegerse. Ella misma cuenta que se le tuvo que encasquillar la pistola y por eso no la mató. Ya eran tres los supervivientes y el segundo error que cometía.

A pesar de los numerosos retratos robots que realizó la Policía, no se conseguía identificar al sujeto. Sabían que volvería a actuar, pero no sabían cuándo y dónde. Ese mismo mes de marzo asesinó a un matrimonio con un disparo en la cabeza. Estos se convertirían en sus últimas víctimas. El 3 de julio un hombre llamado Alfredo Galán se entregaría a la Policía de Puertollano, Ciudad Real, confesando ser el Asesino de la Baraja. Aunque una vez detenido cambió su versión y dijo que unos neonazis lo habían obligado a autoinculparse. Nadie creyó este relato.

«Era un hombre que mataba por la espalda y que simplemente quería experimentar la sensación de quitar la vida»

La pregunta es, ¿quién era Alfredo Galán? Fue militar destinado en Bosnia, de dónde regresó junto a su unidad para abordar el desastre del Prestige. Justamente en el año 2003, año en el que comienzan los asesinatos, causó baja en el Ejército después de ser sorprendido robando un coche y diagnosticado de neurosis y ansiedad. Todas las pruebas apuntaban hacia él. La Policía halló un casquillo de bala de la pistola con la que asesinaba a sus víctimas: una Tokarev TT-33, calibre 7.62; y la ropa que llevaba durante los crímenes.

Además, las personas supervivientes le identificaron. Y solo él sabía que las cartas que dejaba ante los cadáveres de sus víctimas estaban marcadas con un punto escrito a bolígrafo en la parte posterior, dato que nunca difundió la Policía a la prensa. Era un hombre que mataba por la espalda y que simplemente quería, como el mismo dijo, experimentar la sensación de quitar la vida. Como no sentía nada, siguió asesinando. Fue condenado a 142 años de cárcel por seis asesinatos y tres en grado de tentativa. Pero salió de prisión en 2028, ya que en España no se puede estar más de 25 años entre rejas.

A día de hoy aún hay personas que piensan que Galán no actuó solo. Para otras, la historia ya ha terminado. Pero, ¿qué hubiese pasado si este nunca hubiese confesado? Puede que nunca lo hubiesen cogido. Que hubiese seguido matando. Incluso que la investigación llegara hasta él en algún momento. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el Asesino de la Baraja supuso un antes y un después en la crónica negra de España y para los profesionales del periodismo fue todo un rompecabezas que empezó por un as de copas.

Estudiante de tercero de Periodismo en la ULL. Amante de la investigación y los sucesos. "Para escribir solo hay que tener algo que decir" ;)