Antxon Hernández es fotógrafo profesional especializado en obras de arte. El pasado miércoles, 30 de julio, ofreció la conferencia Fotografiar lo escultórico en el IV Campus de Escultura de Lanzarote, organizado por la Universidad de La Laguna y la Fundación Curbelo Santana. Formado en el CEI de Barcelona y en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York, trabajó en agencias como AIC, TAPSA y la Compañía Ideas Mágicas.
¿Qué le llevó a especializarse en la fotografía de obras de arte? «Estudié fotografía y tenía una inclinación especial por la arquitectura. Empecé haciendo fotos de edificios y poco a poco fui presentando mi trabajo, puerta por puerta, en estudios de arquitectura, revistas, decoradores, etc. Con el tiempo, también me acerqué al mundo del interiorismo. A través de amistades con artistas que me pedían fotografiar sus obras, fui creciendo y contactando con galerías y museos».
¿Cómo fueron esos primeros años? «Fueron complicados, pero también un momento de muchas oportunidades. Empecé en los años 80, y España estaba en plena transformación, especialmente en torno al año 92 con las Olimpiadas, la Expo de Sevilla y Madrid como Capital Europea de la Cultura. Se construyó muchísimo: palacios de congresos, exposiciones, y eso generó mucho trabajo. Me vino muy bien. En cuanto a la fotografía de arte, surgió a través de amistades con artistas».
¿Qué trata de transmitir con sus fotos? ¿Qué sentimientos o ideas hay detrás? «No me considero artista, soy un profesional. Mi objetivo es que la fotografía transmita la máxima información posible sobre la obra. Es una interpretación, sí, pero siempre con la intención de reflejar fielmente lo que ha hecho el artista. En mi trabajo personal siempre hay algo relacionado con la arquitectura y con el Land Art, que es el movimiento que más me interesa».
¿Cuál ha sido la obra arquitectónica que más le ha gustado fotografiar? «Recuerdo especialmente a Javier Bellosillo, un arquitecto ya fallecido. No hacía edificios, hacía esculturas. Incluso a veces tenía que “engañar” un poco para llevar sus obras a buen puerto, hasta el punto de que hubo quien se negó a vivir en lo que él diseñaba. Me daba mucha libertad y fue un placer trabajar con él».
«La isla de Lanzarote tiene mucho potencial a nivel arquitectónico»
¿Cree que la fotografía es una profesión con futuro, teniendo en cuenta los avances en inteligencia artificial? «Va a estar complicado. Hablo desde el punto de vista profesional. Vivir de esto lo veo difícil. Yo experimenté el paso del mundo analógico al digital, y ahí renunció mucha gente. Cambió la forma de trabajar y de cobrar. Antes podías pasar tres días eliminando reflejos; ahora eso se hace en minutos. Y luego llegó el Photoshop. En la actualidad, con la inteligencia artificial, vendrán más cambios».
¿Cree que Lanzarote tiene potencial para la fotografía arquitectónica? «La Isla tiene mucho potencial a nivel arquitectónico, no se parece a ningún otro lugar. Hace unos meses expuse en Teguise un trabajo titulado Paredes blancas, que está en mi web. Me encantan las paredes, no sé por qué. En San Sebastián hice una serie sobre frontones, y aquí encontré esas paredes blancas en mitad del paisaje».
¿Qué hace que una foto sea realmente buena? «La buena fotografía es la que te hace sentir algo».










