La animación ha llegado a Canarias para quedarse. Cada vez más proyectos se desarrollan en las Islas, y los números lo confirman: en 2024, las producciones de animación supusieron 19 millones de euros en inversiónn, pues se trata de un sector en auge que genera empleo y atrae nuevas inversiones. Con incentivos fiscales y un entorno paisajístico ideal, las islas se han convertido en un destino clave para grandes productoras. Pero, ¿realmente estamos en condiciones de gestionar este auge? La pregunta no es solo si la animación puede impulsar nuestra economía, sino si este crecimiento beneficiará de verdad a la ciudadania de nuestra región o las ganancias terminarán marchándose fuera de nuestra comunidad.
La producción animada es una gran fuente de ingresos con un enorme potencial. Sin embargo, las propuestas que llegan deben estar bien gestionados para que la riqueza se quede en el Archipiélago. Casos como la Ciudad del Cine en Tenerife o Dreamland Studios en Fuerteventura han generado debate por el temor de que estas grandes iniciativas no aporten tanto como prometen. Muchas productoras llegan, aprovechan las ventajas fiscales y los recursos locales, pero ¿cómo asegurarnos de que estas inversiones realmente benefician a la población canaria?
A esto se suma el impacto mediambiental. En Fuerteventura, Dreamland Studios ha sido criticado porque su construcción podría afectar zonas protegidas con una biodiversidad única. Especies como el guirre o el cuervo canario podrían verse en peligro si no se toman las medidas adecuadas. El desarrollo económico no puede darse a costa del patrimonio natural de las Islas. No debemos repetir errores del pasado donde el progreso mal gestionado ha dejado cicatrices en nuestra región.
«El empleo debe ser para la población canaria»
Uno de los principales argumentos a favor de la animación en Canarias es la generación de empleos. En 2024, Tenerife registró un aumento de casi el 65 % en puestos relacionados con este sector, lo que demuestra la capacidad de la región para atraer inversiones. Pero, ¿qué tipo de empleo se está creando? No basta con que lleguen grandes empresas; es fundamental que la población del Archipiélago tenga acceso a estos puestos y que las Islas no se conviertan solo en un plató de paso.
Las grandes producciones deben invertir en la formación y contratación de la comunidad local. Si estas propuestas solo crean empleo para quienes vienen de fuera y dejan pocos beneficios en nuestro territorio, entonces no estamos hablando de un desarrollo real, sino una explotación temporal.
La animación representa una oportunidad inigualable para diversificar la economía canaria, pero no podemos conformarnos con mirar su crecimiento. Necesitamos que este desarrollo se traduzca en empleo estable para la región, en formación especializada y en un sector que deje huella más allá de los rodajes. Si no ponemos el foco en estos aspectos, corremos el riesgo de que, una vez más, las promesas de progreso solo beneficien a algunas personas mientras aquí nos quedamos con las sobras.