Atlán recorre las Islas Canarias a pie recogiendo residuos. Foto: Amanda D.

Atlán: «Acercándome a la muerte es como me siento vivo»

Medioambiente

«Los momentos en los que más he sentido y más he llorado ha sido estando solo, sin que ocurriera nada especial, simplemente caminando»

Atlán, es un joven de tan solo 23 años que dedica su tiempo a caminar por la costa y el interior de las Islas Canarias. En su camino recoge toda la basura que puede con el único objetivo de convertirse algún día en un gran explorador, ecologista y defensor de la naturaleza. Lleva desde los veinte años con esta iniciativa que, en un principio, no tenía la finalidad que tiene hoy. A través de sus redes sociales comparte sus aventuras en donde recorrió tres mil kilómetros y recogió nueve toneladas de basura.

Nació en una familia adinerada. Estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid el grado de Ingeniería Aeroespacial y contaba con todos los lujos posibles, pero no era feliz. Afirma que «miraba a mi alrededor y lo que veía me asustaba, un humano que corre por la vida sin pararse a pensar». Le era imposible aceptar todo lo que veía y en ese intento decidió abandonarlo todo. Se fue de casa con la única intención de caminar y ser vulnerable. 

«Pensé en quitarme la vida muchas veces, pero no me atreví», confiesa. Ese fue el momento decisivo que cambió su vida. Comenzó a caminar alrededor de diciembre de 2019. Al principio lo vio como un acto egoísta porque solo buscaba caminar, matiza. Con el paso del tiempo, y al ver la cantidad de basura con la que se encontraba, decidió convertirlo en una protesta hacia la sociedad la cual, asegura, no entiende.

“Fue mi sustento para buscarle sentido a la vida”


Su viaje es un intento de acercarse al miedo. Caminar es la forma de moverse más vulnerable y eso a su vez es lo que le hace sentirse vivo. El momento mas difícil fue al inicio. No sabía ni qué hacía ni a dónde iba. Y por eso también decidió emprender esa aventura solo, porque acompañado se sentiría protegido y él buscaba exactamente lo contrario. Cuando trata de explicarse dice que le gusta la palabra solitud porque es la soledad buscada. 

La isla que más le impactó en cuanto a residuos fue Tenerife. Comenta que «cuando llegué a ella y vi la basura que había me afectó mucho», principalmente porque fue incapaz de recoger todo lo que se encontró. Esta aventura se extendió durante diecinueve meses. 

A la hora de hablar de conocimiento subraya que, sabiendo que el plástico contamina, es una responsabilidad de la ciudadanía cuidar el medio. Fue cuando vio el estado de las costas y de los barrancos cuando se percató de que ya que caminaba podía ir recogiendo lo que veía a su paso. Con el paso del tiempo y mientras caminaba fue guardando en una mochila todos los utensilios que el vecindario de los pueblos que visitaba le regalaba. Objetos tales como una camiseta, un abrigo, su diario, bolígrafos, un caldero, cuerda… entre otros. 

«Mientras camino me siento libre»


Su obsequio más especial es su diario. Actualmente cuenta con varios de ellos, en donde narra información acerca de todo lo que ve y escucha, lo que piensa, lo que la gente dice, dibujos… Tiene el sueño de poder hacerse escritor y actualmente esta trabajando y volcando todo su tiempo a ello. «Cuando termine de hacerlo quiero seguir caminando», asegura. 

Recuerda uno de los momentos mas mágicos cuando se adentró en un tubo volcánico. En medio de toda esa oscuridad encontró un lago y se bañó desnudo en él. Entonces lo comprendió todo: «No oía nada ni veía nada, solo estaba yo y mi cerebro, pero era feliz».

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