La Casa de la Cultura de Los Realejos acogió recientemente la puesta en escena de Los Figurantes. Una obra de José Sanchis Sinisterra interpretada por la Escuela Artística de Teatro del Municipio. La representación formó parte de la programación de Realejos Cultural y fue el cierre de curso del grupo teatral. Con una mirada crítica e irónica, el espectáculo planteaba una pregunta clave: ¿Qué pasaría si cada personaje secundario decidiera dejar de estar a la sombra?
Desde antes de que se apagaran las luces el espacio se llenó de un ambiente especial. Entre murmullos y saludos cómplices, el lugar se abarrotó de emoción. Entre sonidos de aplausos, se dio paso al momento esperado. Las luces tenues y la escenografía sencilla crearon una atmósfera íntima que centró toda la atención en el escenario.
De personajes secundarios a protagonistas
La trama arrancó cuando cada figura de reparto de una compañía clásica, al no poder más con su anonimato, encerraron a las estrellas en la parte de atrás y deciden representar la obra por su cuenta. Lo que empezó como una rebelión de utilería, se convirtió en un espejo crítico sobre los roles impuestos y la necesidad de hacerse oír. El público, que completó el aforo, comprendió que la sátira apuntaba más allá del teatro, pues invitaba a cuestionar jerarquías sociales y laborales.
Durante el proceso de elaboración, estuvieron meses creando esta obra tan exigente. «Venir a muchísimos ensayos, prepararnos muy bien el texto y así poder construir mejor los personajes. No es algo de un día para otro», comenta Stoian. Aborda también que recrear la escena de Romeo y Julieta le suponía algo de carga mental al recaer tanto trabajo de protagonismo sobre una misma persona: «Me ponía muy nerviosa al tener como ese protagonismo de la obra y tenía que romper la escena. Me cuestionaba qué pasaría si lo hacía mal. Pero al final salió y me alegro de que haya estado bien».
No es casual que la obra elegida para cerrar el curso haya sido Los Figurantes. Se trata de una pieza que ofrece una crítica ácida y muy oportuna sobre los roles secundarios en el teatro y en la vida. Bajo una apariencia ligera, esta representación teatral planteó cuestiones de peso sobre el poder, la visibilidad y el lugar que ocupan quienes tradicionalmente permanecen en la sombra. «Es una obra que contiene mucho antídoto contra el veneno de la egolatría que suele atacar a los personajes, incluso a los amateurs«, añade García.
El cierre de la función estuvo acompañado de una muestra cálida de aprecio por el público y abrazos entre cada intérprete. El trabajo del elenco y la profundidad de una obra que, desde el humor, supo poner en primer plano a quienes siempre estuvieron al fondo obtuvo lo esperado. Una despedida que hizo justicia frente a la esencia de la obra.
