La globalización de las lenguas

Opinión

¿Y si nunca se hubiera creado la famosa leyenda de la Torre de Babel? Es decir, ¿y si todo el mundo hablara una misma lengua? Sin duda esta es una cuestión que presenta una gran división de opiniones. En nuestro mundo globalizado de hoy en día, sería de gran ayuda para los avances científicos, sociales y políticos una mejor comunicación. Por otra parte, una unificación de las lenguas terminaría por destruir la diversidad cultural con la que contamos y que, al fin y al cabo, es lo que le da riqueza a nuestro planeta y a nuestra especie.

Aunque científicos descartan la posibilidad de que esto pueda llegar a ocurrir, sí que presentan la opción de que se llegue a establecer una segunda lengua franca, como podría llegar a serlo el inglés. El que hoy haya muchas menos lenguas que en el pasado es una realidad, pero permítanme que trate la unificación como una simple utopía.

En el caso de España, no podemos aceptar otra lengua cuando hasta hace menos de un mes contábamos con un presidente al que le cuesta horrores dominar la suya. Mariano Rajoy ya nos ha deleitado con “oraciones” incomprensibles como “cuanto mejor para todos peor y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo, beneficio político” o “tenemos que seguir fabricando máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no van a hacer nunca las máquinas es fabricar máquinas”. O Sergio Ramos, nuestro querido capitán de la selección de futbol que nos representa alrededor del mundo, que en varias ocasiones nos ha demostrado que no sabe inglés, lo cual se ha convertido en objeto de burla.

El lenguaje como forma de entender la vida


Por intentarlo que no sea, nos hemos inventado hasta el “spanglish” para tratar de hacerlo más fácil. Si parece que fue ayer la polémica de la frase “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor” de Ana Botella, o mejor dicho, “Annie Botelle”, como la llaman los angloparlantes. Lo que nos lleva al conflicto de moda según el Doctor en Filología Hispánica y Catedrático de la Universidad de la Laguna, Humberto Hernández, y que a muchos nos tiene cansados. Que si los nombres propios no deberían traducirse, que si algunas palabras como “Generalitat” o “president” en el caso de Cataluña tampoco… Para el que habla castellano, no veo problema alguno en traducir dichas palabras, pero, como el dicho de “repetir una mentira la acaba convirtiendo en verdad”, la idea de que escribir o decir “Generalidad” “suena mal” se ha construido tanto que ya nos suena mal.

El conflicto de la lengua universal aparece en la película La llegada (2016) dirigida por Denis Villeneuve, en la que una raza alienígena llega a nuestro planeta y los humanos tratan de comunicarse con ella. El argumento gira en torno a la diferencia de ideas de los protagonistas pues, mientras uno cree que el lenguaje universal son las matemáticas, su compañera se posiciona a favor del científico chileno Rafael Núñez, quien opina que nuestras matemáticas no tienen por qué ser universales ya que somos de carne y hueso y entendemos el mundo atados a nuestra propia cognición. Y así funcionan todas las lenguas, se construyen conforme a nuestra manera de ver el mundo, es decir, las culturas.

En definitiva, lo importante no es la lengua que emplees, sino cuan bien la hables. Para entendernos ya existen los traductores e intérpretes, como en el largometraje que anteriormente he mencionado, las cuales son profesiones muy bonitas y que están menos valoradas de lo que deberían.

Estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna. Me considero una persona optimista y, sobre todo, divertida con mis cercanos. También establezco relaciones con facilidad, a veces casi sin pretenderlo. Tengo cierta afición por los deportes, tanto colectivos como individuales.

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