Mohamed Ndoye y Loueila Mint El Mamy compartieron unas palabras entre actuaciones. Foto: Desiré Salazar

Una noche de esperanza, hermandad y lucha por migrar entre música y humor

Solidaridad

Con música y humor, las situaciones dramáticas se viven de otro modo. Así fue cómo la noche de ayer jueves, 13 de mayo, no pretendió ser un encuentro en el que llorar por lo sufrido ni lamentarse por lo perdido. En homenaje a la población africana migrante retenida en las Islas, se alzaron en el Paraninfo de la ULL las voces de grupos y artistas en la gala solidaria Canarias no es una cárcel, cuya recaudación de 4000 euros se donó a la Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife. Sin embargo, más que el dinero, el gran triunfo del acto fue la hermandad, el espíritu de lucha y la esperanza que se transmitieron.

El evento comenzó pasadas las 19.00 horas, cuando una veintena de migrantes con asientos reservados entró en la sala entre el aplauso de la asistencia. Los presentadores, Iván Prado y Carlos Pedrós, no tardaron en introducir a la primera artista de la noche, la cantautora Ida Susal, a quien no le hizo falta más que un micrófono y un tambor para emocionar a la gente. Y aunque sus letras no llegaron del todo al público africano, debido a la barrera idiomática, los sentimientos que transmitió sí fueron recibidos por igual.

Como el humor y la risa son internacionales, Comedia De*Sastre realizó un número mudo con acrobacias en el que las palabras no hicieron falta. Abubukaka no se cortó un pelo con su actuación, que no dejó respirar a la gente entre risa y risa a través de esa crítica humorística sin tapujos que les es tan propia. También participaron con sus canciones las bandas Kakofonía y Material de Contrabando, además de Caracoles, que cerró la gala con el entusiasmo de la audiencia, que terminó aplaudiendo en pie. Algunas de las interpretaciones fueron acompañadas por fotografías cedidas por Andrés Gutiérrez, fotoperiodista que lleva meses trabajando la crisis migratoria.

Comedia De*Sastre interpretó su número mediante música y acrobacias. Foto: NBDV

«Se lo han llevado. La inmigración es como una ficha que se mueve»


Abubukaka no olvidó a Omar, un joven gambiano que quiere ser cómico y que residía en el Campamento de Las Raíces. Estuvieron durante un tiempo preparando una actuación con él, pero finalmente no pudo llevarse al escenario. «No se puede hacer porque se lo han llevado», lamentó Pedrós, para añadir que «Omar, como casi toda la inmigración, es como una ficha que se mueve». Por ello, llamó al público a hacer una gran ovación para él a través de un vídeo, con la convicción de que, en un futuro, recibiría esos aplausos en persona.

Durante la gala no solo hubo actuaciones. Tras el número de Abubukaka, Mohamed Ndoye, un chico senegalés que cumplió los 15 años dentro del Campamento de Las Raíces, subió al escenario a decir unas palabras, acompañado de su abogada, Loueila Mint El Mamy, también inmigrante. Nervioso, empleando un español que lleva meses aprendiendo y mejorando, Mohamed contó su historia. Primero, leyendo en el móvil un texto que escribió para la ocasión. Después, dejando que las palabras salieran solas.

«La Policía me quitó el móvil y no pude hablar con mi familia. Mi madre sufría, no sabía qué pasaba»

Debido a su situación familiar, Mohamed tuvo que trabajar en la pesca desde los siete años para ayudar a pagar la comida y las facturas. Sin embargo, ganaba muy poco, puesto que gran parte del pescado era cogido por grandes barcos pesqueros de otros países. Vino a Tenerife en patera con uno de sus hermanos mayores, donde pasaron cuatro días de los diez que duró el trayecto sin comer ni beber, con frío y sacando agua de la embarcación. Al arribar a la costa, había personas heridas y muertas.

Al no superar ninguno la minoría de edad, fueron ambos a un centro para menores, pero mientras su hermano mayor sigue viviendo allí, a Mohamed lo llevaron al Campamento de Las Raíces. En él, hacía colas de dos horas para comer y ducharse. Sin embargo, ha sido testigo de la solidaridad y bondad de la población canaria, gracias a la cual hoy tiene un techo, por lo que se siente muy agradecido.

Por Palestina, Sáhara, Colombia y las mujeres migrantes


Aunque la gala iba especialmente dirigida a la inmigración africana bloqueada en Canarias, Iván Prado, de Pallasos en Rebeldía, quiso también mencionar y rendir homenaje a otros pueblos que se están viendo envueltos en la violencia y la discriminación.

Iván Prado alza una bandera de Colombia en solidaridad con el pueblo colombiano. Foto: Desiré Salazar

Así, mostró su indignación por la violencia en Gaza y Colombia; su profunda repulsa por la reciente violación y constante represión a la activista Sultana Khaya y su apoyo con la lucha de la población colombiana, palestina y saharaui. Del mismo modo, también remarcó la peligrosidad de la situación de las mujeres, «que siempre se pone por detrás, y más cuando son migrantes».

Al terminar, cuando ya toda la sala estaba de pie, Prado, gritando lleno de emoción incontenida, quiso lanzar un último mensaje: «Este aplauso es de bienvenida. Porque no hay espacio Schengen, no hay gobierno central, no hay gente corrupta en el cabildo ni en ningún gobierno canario que puedan parar esta marea de solidaridad. Porque migrar es un derecho».

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