La Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigida por Christian Schumann, interpretó la música de 'Saw'. Foto: A. H. G.

Terror, música y cine protagonizan el séptimo concierto de Fimucité 13

Cultura / Ocio

Se acercaban las ocho y el sol del atardecer reflejaba contra el blanco Auditorio Adán Martín. Una gran cantidad de personas se acercaba hasta el hall del recinto donde, en pocos minutos, daría comienzo el séptimo concierto de Fimucité the 13th. Era el momento para la temática que anunciaba su cartel: el terror. Mientras el espacio era invadido por aperitivos, tentempiés y alguna copa de vino, Freddy Krueger y Jason (de Pesadilla en Elm Street y Viernes 13, respectivamente) se dedicaron a sembrar el miedo y a posar en fotografías con los asistentes.

Tras anunciar el comienzo del acto, el público comenzó a entrar a la Sala Sinfónica que, después de cerrarse las puertas, no había conseguido llenarse del todo. En primer lugar, hizo aparición la Orquesta Sinfónica de Tenerife, responsable de la velada que estaba a punto de comenzar. Entonces, Ana Molowny y Andrés Brito, presentadores del festival, recibieron a su audiencia y comenzaron a explicar lo que íbamos a ver a continuación.

Antes de comenzar a escuchar los primeros acordes, era el momento de entregar los Premios de la Música para el Audiovisual Español. Se trata de unos galardones dados por Musimagen, la Asociación de compositores de música para audiovisual, y constan de tres categorías: mejor música para series, mejor música electroacústica y mejor música orquestal. Los dos primeros trofeos cayeron en manos de Iván Martínez Lacámara y Manel Santisteban, por Vis a vis; y de Arnau Bataller por El desentierro.

Vanessa Garde (‘La gran aventura de los Lunnis y el libro mágico’), ganadora del Premio de la Música para el Audiovisual Español, en la categoría de mejor música orquestal. Foto: A. H. G.

Pero la gran triunfadora de la noche fue Vanessa Garde, que, gracias a sus partituras para La gran aventura de los Lunnis y el libro mágico, se hizo con la distinción de Mejor música orquestal. Tras la interpretación de una suite que recogía las obras de los tres aspirantes, dirigida por Diego Navarro, también nominado, la compositora subió al escenario a recoger su premio. «Es un verdadero honor, sobre todo al venir de compañeros de profesión, ya que nosotros entendemos las dificultades a las que nos enfrentamos con este trabajo», afirmó.

Comenzaba el horror


De repente, la oscuridad se apoderó de la sala y la voz de Molowny anunció que llegaba el momento del terror. Unos golpes de percusión pusieron la atención en la pantalla del final del escenario, donde se reproducía la cabecera de Mis terrores favoritos, de Chicho Ibáñez Serrador, homenajeado en este concierto. Entonces, salió al escenario Christian Schumann, que se encargaría de dirigir a los músicos durante el concierto. El miedo había llegado.

Las primeras piezas se combinaron en una Obertura que recogía obras para clásicos como Halloween, El exorcista o Saw. Mientras, escenas de estos filmes eran proyectadas tras la banda. Las garras de Freddy Krueger acompañaron a la segunda propuesta de la noche, Pesadilla en Elm Street, donde el Tenerife Film Choir y el Coro Polifónico de la Universidad de La Laguna se hicieron notar. La tensión ya se había apoderado del ambiente y de un público que aplaudía al reconocer las melodías de sus clásicos favoritos del género.

Tras este comienzo, un mensaje del argentino Lalo Schifrin agradecía a la orquesta, al director y a Diego Navarro, organizador, por lo que estábamos a punto de escuchar: la música de Terror en Amityville.

Mensaje de Lalo Schifrin (‘Terror en Amityville’). Foto: A. H. G.

Una iluminación totalmente roja anunciaba la llegada de una partitura icónica. Era el momento de los instrumentos de cuerda, cuyo sonido predominaba en el Preludio de Psicosis. Mientras, la famosa escena de la bañera se reproducía sobre el escenario. Las caras del público reconocían un clásico como este y su ovación fue acorde a este entusiasmo.

Tras este clímax, llegó La semilla del diablo, donde Alba Fariña destacó como voz solista. A continuación, una suite homenajeaba a la compañía Hammer, a través de las composiciones para La maldición de Frankenstein y Drácula. La primera parte del concierto finalizó con Jerry Goldsmith y La maldición de Damien, donde el coro se mostró portentoso.

Una emotiva segunda parte


La segunda mitad del acto comenzó con el estreno mundial de una suite sobre Mis terrores favoritos, donde fluían obras de Antón García Abril y Waldo de los Ríos. A esto le precedió la potente música de Christopher Young para Arrástrame al infierno. El maestro, que se encontraba en la sala, se puso en pie para aplaudir al conjunto de músicos. Entre vítores el compositor saludaba al público.

En este momento se anunciaba que era el ganador del premio FIMUCITÉ – Antón García Abril. Young subió visiblemente emocionado al escenario y con una gran sonrisa dio un pequeño discurso. «Me encanta España y los españoles porque les gusta más la música de cine americana que a los propios americanos», dijo entre risas. Tras este parón, continuaron con otra suite del galardonado, sobre la saga Hellraiser.

La orquesta comenzó, entonces, algunas piezas de Entrevista con el vampiro, con gran presencia de instrumentos de percusión. La imagen de Alba Fariña volvía a aparecer en la pantalla, pues volvió a destacar como solista en la interpretación de la banda sonora de Sleepy Hollow, de Danny Elfman. Después, llegó el turno de Poltergeist, la película del «rodaje maldito».

Harry Manfredini con Jason, protagonista de ‘Viernes 13’. Foto: A. H. G.

Para finalizar, llegaba el turno de Harry Manfredini, que también había asistido. El compositor de la saga Viernes 13 presentó una suite sobre su obra y animó al público a bailar. Entre bromas, se mostró muy agradecido con el festival y con Diego Navarro: «Gracias por revivir música escrita hace más de 40 años y que suene a fresco».

Tras terminar el programa del concierto y un gran aplauso del público, el director aprovechaba para regalar un bis al público en agradecimiento. Con un toque de humor, comenzaba la melodía de Los cazafantasmas, mientras tres parapsicólogos como los del filme bajaban las escaleras de recinto. Un broche final perfecto para relajar el ambiente terrorífico que se había creado durante la velada.

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