Foto de Maximilian Rossner

Teclas con corazón

Cultura / Ocio

Ottavia Maria Maceratini (Italia, 1986) es una de las pianistas más virtuosas del panorama musical actual. Siendo muy joven comenzó a tocar el piano y, hasta hoy, ha refinado su técnica y estilo hasta definirse. Contra los convencionalismos y las mareas de una vida en movimiento, esta música ha logrado abrirse paso a través para convertirse en una artista con un fuerte carácter que reivindica la independencia de los individuos y sus capacidades artísticas.

En 2012 publicó su ópera prima: One Cut. Este trabajo es un crisol de estilos y composiciones, en el que el ser humano y el arte se dan encuentro, haciendo un barrido desde la música barroca hasta las composiciones del siglo XX. Pero todas ellas guardan algo en común: “Son actuales para el corazón”. La fragilidad de las personas, sus pasiones y miedos son la materia con la que Ottavia presiona las teclas del piano y da vida a una música que habla de las personas.

Empezó muy joven a tocar el piano, ¿por qué este instrumento? “Empecé a tocar el piano a los tres años. Tenía un teclado en casa y me gustaba reproducir todas las melodías que escuchaba en la televisión. Entonces, mi padre le preguntó a un amigo si me podía dar lecciones de piano, pero cuando le dije que tenía tres años, él dijo: ‘Deja que la niña siga jugando con las muñecas’. Pero yo seguí tocando y tocando. Por eso, a los cinco años, mi padre le volvió a preguntar a su amigo si podía empezar a estudiar entonces, y él dijo que sí. Me gusta el piano porque es un instrumento muy completo, que te permite ser independiente. Es el instrumento del solista por excelencia. Y esa autonomía no solo me gusta en la música, sino en la vida. Además, el piano es como una caja mágica que no tiene por sí mismo un sonido personal, lo que te permite crear un gran número de sonidos. En sí mismo, el piano es un instrumento de percusión, pero el arte de tocarlo consiste en hacerlo cantar con voz propia”.

Después de ganar premios y lograr el reconocimiento internacional, ¿hay algo que se le resista en lo profesional? “Es cierto. He tenido una gran cantidad de satisfacciones profesionales. He tocado con la Filarmónica de Berlín y en el Tonhalle de Zúrich. Sin embargo, aunque estas cosas son importantes desde un punto de vista externo, lo que sigo buscando es un éxito interno, un desarrollo profundo de mí misma y de mi alma. Quiero dar con el cultivo de una percusión abierta a todos los mensajes sutiles de la vida. Este es el gran viaje que he empezado hace mucho tiempo, y en el que sigo enfocada”.

«Cuando necesito despertar mi alegría, escucho Mozart. Cuando quiero contactar con la pasión, Schumann. Y cuando necesito fuerza física, Madonna”


¿Cuáles son sus piezas favoritas para escuchar? ¿Y para tocar? “Es difícil responder a esa pregunta. Me gusta toda la música. Cada compositor es un universo y no se pueden comparar. Sin embargo, escucho uno u otro en función de mi estado de ánimo. Cuando necesito despertar mi alegría, escucho Mozart. Cuando quiero contactar con la pasión, Schumann. Y cuando necesito fuerza física, Madonna”.

¿Qué futuro le depara al piano? “El piano nació en la época romántica. Y no importa en la época en la que vivamos, siempre habrá una parte romántica en nosotros que necesite ser alimentada a través de la música que nos traslade al centro de nuestros corazones. El concierto de piano tiene futuro porque tiene la capacidad de conectarnos con nuestros pensamientos más íntimos. Y esto es muy necesario en una sociedad que está cada vez más interesada en el exterior de las personas, porque existe el riesgo de perder de vista lo que es verdaderamente importante”.

One Cut es su ópera prima, ¿por qué son tan diversos los estilos de este trabajo? “Mi primer álbum es un viaje por la historia de la música y sus diversas épocas. Siempre me ha fascinado ver cómo cada época ha encontrado diferentes expresiones para distintos estados interiores del ser humano. Cuando comencé a elaborarlo, tenía el deseo de crear un disco que fuese un crisol de las emociones humanas a través de las piezas escritas desde el barroco hasta el siglo XX. Muchas de ellas, a pesar de que fueron escritas hace siglos, son actuales para el corazón, porque hablan de las emociones que cada uno de nosotros experimenta en su vida”.

«Si estamos bien afinados nuestra vida se puede convertir en música»


¿Qué consejo le daría a todos los pianistas que se están formando ahora mismo? “Desarrollar, además de la técnica, también una habilidad de entrar en contacto profundo con sus emociones en la vida cotidiana. Porque eso nos permite ser personas más auténticas con nosotros y con el mundo. Y todo ello se refleja en el trabajo y el sonido”.

Además del piano, ¿toca otros instrumentos? “Bueno. Toco el instrumento que soy yo. Creo que cada uno de nosotros es un instrumento divino. Si estamos bien afinados nuestra vida se puede convertir en música. El ser humano es un ser emocional, con un cuerpo mental y otro espiritual. Y se deben armonizar todas estas partes para afinar el instrumento. Solo así podremos percibir la vida como un regalo, y no como una lucha”.

Un asiento en la mesa del inconformismo y lo aberrante. Proyecto de tantas cosas. Transparente por cualesquiera que sean sus costados. Ademán de periodista.

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