Sueños cambiantes

Sociedad

A medida que vamos creciendo se inoculan ideas en nuestra mente. Ideas relacionadas con la estabilidad, el éxito, la realización, la fama… Estos pensamientos arraigan en los jóvenes, que pasan su etapa estudiantil contemplando como única vía hacia la felicidad el ir pasando por todas las fases educativas: Primaria, Secundaria, Bachillerato y Universidad. Y después de esta, estudios de posgrado, especialización, etc. Tenemos tan claras las cosas, que desde pequeños ya sabemos qué queremos hacer y cuándo esperamos ser felices.

Sin embargo, muchas veces las expectativas no se cumplen. A medida que crecen, las personas alteran sus gustos, forma de ser y de actuar. De ahí que sus sueños sean cambiantes, que su búsqueda de la felicidad vaya variando. El sistema social rechaza la idea de que haya gente que no tiene capacidad para el estudio, y sí en cambio para el trabajo, la creatividad o el esfuerzo.

Muchas veces se intentan ocultar las destrezas y las debilidades, malinterpretando lo que cada uno es. Siendo las personas variables en extremo es difícil ser consciente de cuáles son sus fortalezas para intentar desarrollarse. Por esto, es vital una buena orientación por parte de padres y de centros educativos, que sirvan de guía para el autodescubrimiento personal.

Según el Informe de la Fundación de Conocimiento y Desarrollo(CyD) del 2017, en Canarias hay una tasa global de abandono del grado del 36 %. Una tasa que se supone terriblemente alarmante, pues implica que uno de cada tres alumnos ha recibido una mala orientación, que acaba significando un parón en sus expectativas, con el consecuente riesgo anímico que supone.

Daniel Valle, Paula Hernández y Pablo Rodríguez (de izquierda a derecha)

Daniel Valle, 21 años


Estudiante de Periodismo y exalumno de Ingeniería Informática en la Universidad de La Laguna (ULL). Desde niño sabía que su futuro era la informática: desarmaba ordenadores con su padre, descargaba juegos piratas… Quién le iba a decir que acabaría mostrando rechazo por aquello que siempre había perseguido. Empezó a entender que quizás fuera más un hobby que un trabajo para él. Ahora empieza periodismo, por su pasión por la escritura y el mundo audiovisual.

En su opinión, se deberían haber dado más charlas orientativas para que los estudiantes entendiesen mejor las dificultades de entrar en una ingeniería, y pudieran decidir en función de los pros y contras. Además, lamenta que al elegir cambiar de carrera se produzca una pérdida de la beca, que es vital para él y para muchos otros estudiantes.

Paula Hernández, 20 años


Estudiante de Turismo en la ULL y Derecho por la UNED. Con los idiomas como aliciente, decidió estudiar Turismo pese a la insistencia de algunos profesores para que estudiara Traducción e Interpretación. Sin embargo, descubrió que no era su pasión a lo largo del primer año de estudios, y se embarcó en la aventura del derecho. Eso sí, sin abandonar el grado que eligió. Dos años después, lamenta no haber recibido una mejor orientación por parte de los docentes y el instituto. Precisamente tomó la decisión de comenzar a estudiar la segunda carrera a raíz de una excursión organizada por una profesora a un juicio.

A día de hoy continúa estudiando simultáneamente ambos grados, y espera poder concretar sus esfuerzos en una especialización en el grado de Derecho.

Pablo Rodríguez, 22 años


Exalumno de Estudios Ingleses y de Magisterio Infantil en la ULL. Empezó Estudios Ingleses porque le gustaba la lengua y la controlaba con soltura, pero al llegar a la carrera se dio cuenta de que no era lo que esperaba. Al mes de empezar las clases decidió cambiarse. Intentó probar con Magisterio Infantil, dado que siempre tuvo facilidad de trato con los niños, pero después de tres años, terminó decidiendo que no era lo suyo.

Pablo cree que la orientación no contempla la elección de un ciclo como salida, pues solo hablaban en bachiller de la universidad. Ahora se ha matriculado en Guía, Información y Asistencias Turísticas, aunque confiesa que cree haber tirado mucho tiempo por la borda y que los estudios cursados sin hallar resultados le han supuesto una lucha interna entre dos pensamientos: si es una persona incapaz de concluir ningún proyecto, o si es víctima de un sistema que no le identifica.