Ricardo Martínez: «La única pregunta tonta es la que no se hace»

ULL

Ricardo Martínez García se licenció en Física en la Universidad de La Laguna en 2010, y a partir de ahí, inició un recorrido académico que le ha llevado hasta su posición actual como investigador posdoctoral en la Universidad de Princeton (Estados Unidos). Ayer martes, 13 de junio, impartió en la ULL una charla para dar nociones sobre qué pasos dar de cara a iniciar una carrera internacional en el mundo de la ciencia. Así, aconsejó tener un buen expediente, involucrarse ya en la etapa inicial de estudios, crear una red de contactos y atreverse a participar en congresos y pedir consejo a quien sea necesario, sin importar su prestigio: “No sean tímidos: la única pregunta tonta es la que no se hace”.

Martínez forma parte del grupo de investigadores que actúan como asesores del programa de mentoría IMP impulsado por la Fundación norteamericana IMFAHE, el cual pone en contacto a estudiantes universitarios de excelencia con científicos españoles que están actualmente en el extranjero y que actúan como mentores mediante videoconferencias y, eventualmente, algún encuentro presencial.

La ULL es una de las instituciones académicas que participan en este programa, que se gestiona a través del Vicerrectorado de Internacionalización. Es, de hecho, el centro español que más estudiantes mantiene dentro del programa, cuya próxima convocatoria está previsto que se anuncie en octubre.

El ponente dividió su charla en dos partes: en la primera explicó su carrera desde que se licenció hasta el momento actual, dando consejos acerca de qué pasos y, sobre todo, que actitud adoptar ante un mundo que, como es el de la investigación, puede resultar abrumador. La segunda se centró en explicar sucintamente la investigación que desarrolla actualmente en Estados Unidos.

La sobreabundancia de información es la que muchas veces supone un problema para los doctorandos que buscan iniciar una carrera en el mundo de la ciencia. Como señaló Martínez, todos en algún momento han albergado el temor a estar perdiéndose muchas opciones por desconocerlas, de ahí que recomiende programas como el IMP, que facilitan el conocimiento de ayudas o prácticas gracias a la información facilitada por los mentores.

Recordó la importancia de sacar buenas calificaciones, ya que pueden ser determinantes para lograr becas, especialmente en las fases de grado, máster y doctorado. Al mismo tiempo, aconsejo ser una persona implicada desde los inicios y, por ejemplo, atreverse a participar en congresos de estudiantes o a realizar estancias de verano en centros de investigación, como él hizo.

Flexible y pragmático


En su intervención, Martínez dejó entrever la necesidad de ser flexible y pragmático. Por ejemplo, él mismo realizó el máster en la Universidad de las Islas Baleares no porque le interasara especialmente ese en concreto, sino porque en dicho centro se ubicaba el centro de investigación adscrito al CSIC en el cual había logrado una beca de doctorado.

Otro ejemplo de su adaptabilidad llegó en el momento de realizar una estancia posdoctoral: “Tenía claro que quería hacerla en Europa y no quería ir a Estados Unidos. Y, tras muchas solicitudes realizadas y rechazadas, acabé… en Estados Unidos, donde llevo ya tres años”. En todo caso, afirmó que, si en fases previas de la carrera investigadora cabe plantearse la disyuntiva entre quedarse en España o salir al extranjero, en el caos de la fase posdoctoral la estancia en el exterior es imperativa. “Si no nos vamos fuera, no vamos a avanzar”.

La segunda parte de su intervención se centró en explicar su trabajo actual, que consiste en aplicar sus conocimientos de física estadística a la biología, más concretamente, al estudio de las comunidades de microbios. Y esto es otro ejemplo de la flexibilidad que aconsejaba: él, que se formó como físico, ha terminado dedicándose a la biología, lo cual le ha obligado a salir de su zona de confort y adquirir conocimientos de otras disciplinas.

Actualmente, trabaja en varios proyectos relacionados con los denominados biofilms bacterianos, agregados de bacterias que viven y crecen en una superficie, cuyo ejemplo más común es la caries. Se conoce relativamente bien cómo se estructuran en el espacio estas comunidades, pero falta comprender el paso previo: cómo surge la estructura en la que se organiza esa colonia de baterías. Sus proyectos van, justamente, en esa línea.

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