El escritor colombiano Gabriel García Márquez. Foto: PULL

‘Relato de un náufrago’

Literatura

Hay historias que, por el simple hecho de ser narradas, pueden acarrear consecuencias que cambian para siempre la vida de las personas implicadas. Ese es el caso de Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez, quien se vio obligado a exiliarse por reconstruir en forma de reportaje diario la historia de Luis Alejandro Velasco, marinero que estuvo durante diez días a la deriva sin comida ni bebida, y cuya caída al mar junto a ocho compañeros fue transmitida por el gobierno de Colombia bajo la falsa causa de una tormenta. El texto trastocó de este modo la versión oficial, convirtiéndose en denuncia política.

Más allá de la repercusión del mismo, podemos afirmar que, a pesar de ser una obra del famoso escritor colombiano, este no alcanza las cotas de calidad a las que no tiene acostumbrados. Tampoco podemos culparle, ya que lo escribió sin firmar en su momento, con la única intención de transmitir de forma fidedigna la historia del náufrago. Aún así, nos deja un buen escrito en primera persona, con mucha garra al principio, pero que se va desinflando a medida que avanzan las páginas.

Mi primera impresión, al darme cuenta de que estaba sumergido en la oscuridad, de que ya no podía ver la palma de mi mano, fue de la que no podría dominar el terror. Por el ruido del agua contra la borda, sabía que la balsa seguía avanzando lenta pero incasablemente. Hundido en las tinieblas, me di cuenta entonces de que no había estado tan solo en las horas del día.

Una aventura que no acaba de emocionar


El bajón se debe, principalmente, al hecho de que la narración es demasiado plana. Es imposible negar que está escrita con la maestría de quién domina su oficio y que el relato se adapta a la perfección al formato elegido originalmente para su difusión. Si me pongo en el lugar de los lectores que esperaban con entusiasmo cada episodio de la serie, que duró catorce días consecutivos, lo apreciaría de una manera diferente. Pero, leyéndolo en su conjunto, no puedo negar sus taras a la hora de conseguir que te mantengas en vilo con los sucesos que cuenta.

Y es que Gabriel García Márquez no trata en ningún momento de escribir nada más que un texto periodístico. Todo el abanico de recursos que demuestra a lo largo de su obra apenas aparece, quedándose en la más anodina corrección. Que no se me malinterprete. Si otra persona lo hubiera escrito, aplaudiría su capacidad para hilar la historia. Sin embargo, acostumbrado a las mieles que nos ha regalado el Nobel de la Literatura, se echa en falta un poquito más de riesgo para darle su propia voz, sin tanta obsesión por la transmisión neutral, quedando la sensación de que podría haber sido mejor.

Cuando vine a Bogotá, ya casi completamente restablecido, me di cuenta de que mi vida había cambiado. Me recibieron con todo los honores en el aeródromo. El presidente de la república me impuso una condecoración. Me felicitó por mi hazaña. Desde ese día supe que seguiría en la Armada, pero ahora con el grado de cadete.

No obstante, si borramos estas sensaciones arbitrarias nacidas injustamente por el ilustre nombre que lo firma, nos quedamos con un buen trabajo que encandiló a un país entero, recomendable para dárselo a leer a alumnos que cursen la carrera de Periodismo, pues seguro los estimulará. En definitiva, un relato interesante si lo analizamos acorde a la finalidad con la que fue escrito, pero que falla a la hora de leerlo en su conjunto, sin que esto signifique que sea de mala calidad. Más bien, todo lo contrario.

 

"Yo quiero escribir sobre el placer de dar una puñalada en una noche de lluvia, la locura del alcohol en la sangre y el miedo dulce que me reconforta”. Felix Francisco Casanova de Ayala

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