Roque Cinchado junto al pico del Teide. Foto: A. Gil

Para que no se apaguen las estrellas

Ciencias

El cielo de Canarias se encuentra entre los mejores del Mundo para la observación astronómica. Esto se debe a varios factores naturales. Las Islas están situadas geográficamente cerca del Ecuador, en una zona subtropical. Así se observa todo el hemisferio norte y parte del sur, incluyendo el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Las características atmosféricas propias de la climatología subtropical, sumadas al alto relieve de las islas de La Palma y Tenerife, dan las condiciones perfectas para la construcción de un observatorio.

Para aprovechar el privilegio de la calidad de este cielo, el Archipiélago cuenta con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), un centro de investigación astronómica, con sede en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife. Fundado en 1975, se trata de un consorcio público integrado por el Gobierno de España, el Gobierno de Canarias, la Universidad de La Laguna y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en la que, además, participan instituciones de 19 países.

El IAC está constituido por la sede, en San Cristóbal de La Laguna, que, además de ser el centro de la función administrativa, es un centro de investigación, de divulgación científica y producción tecnológica. El Observatorio del Teide, situado en la zona de Izaña en Tenerife, a unos 2400 metros de altitud, se dedica principalmente al estudio del sol, equipado con los mejores telescopios europeos para esta tarea, además de telescopios nocturnos. Y el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma, también a 2400 metros de altitud. Entre su gran cantidad de telescopios, destaca el mayor telescopio óptico del mundo, el Gran Telescopio de Canarias (GTC).

«Este proyecto promueve iniciativas para la caracterización y protección de los Observatorios»


El Grupo de Calidad Astronómica del Cielo del IAC lleva a cabo el proyecto Caracterización de los Observatorios de Canarias, que consiste en hacer un seguimiento continuo de los parámetros que determinan la calidad astronómica de estos observatorios. Únicamente en los observatorios de Chile, Hawái y Canarias se han realizado campañas de prospección astronómica.

Este proyecto promueve iniciativas para la caracterización y protección de los Observatorios canarios. Por este motivo se creó el Equipo de Calidad del Cielo y luego una Oficina Técnica para la Protección del Cielo (OTPC). La investigadora principal del equipo, y subdirectora del Instituto de Astrofísica, Casiana Muñoz Tuñón, se ha dedicado desde finales de los años ochenta a caracterizar el cielo de los observatorios.

La astrónoma comenta que este proyecto es muy interesante y que técnicamente es un reto. En el proyecto de caracterización se han diseñado varios instrumentos, por ejemplo, uno que sirve para medir la nitidez de la atmósfera, un monitor de seeing, y otro que permite precisar la altura dónde se localizan, la turbulencia y su intensidad. La caracterización de la atmósfera para la astronomía comenzó intentando cuantificar parámetros de modo cualitativo, «bueno», «malo», «más transparente» o «menos transparente» … Conforme los instrumentos aumentan su complejidad se tienen que añadir nuevos parámetros que se deben medir más rigurosamente. Los observatorios de Canarias son muy buenos por naturaleza, pero son aún mejores por lo bien caracterizados que están.

Casiana Muñoz, subdirectora del Instituto de Astrofísica de Canarias. Foto: A. G.

La caracterización ha ido cambiando con el paso de los años. Se ha convertido en una disciplina rigurosa con diseño de instrumentos que se calibran y dan medidas precisas que permiten la comparación objetiva entre observatorios. Se incorporan continuamente el análisis bases de datos climáticas, una cantidad de datos descomunal, mundial, que especifica según la altura desde el suelo, cual es la presión, la temperatura, la humedad, la dirección del viento, en todos los niveles hasta llegar a los veinte kilómetros. Las bases de datos tan completas permiten entender los datos y aportar las razones climatológicas que hacen los observatorios de Canarias excepcionales.

La nitidez de la atmosfera en los observatorios es excelente y se sabe que durante el verano es aún mejor. Eso lo dicen los datos tomados con los monitores de seeing instalados en los observatorios. Con las bases climáticas se puede hacer interpretaciones de por qué, en Canarias durante el verano la nitidez del cielo es excepcional. Se cree que tiene que ver con la variación (intensidad) del Jet Stream. Es importante porque cuando se confirme significaría que en verano la turbulencia de la atmósfera está localizada en capas bajas que pueden corregirse fácilmente con la Óptica Adaptativa en los telescopios, espejos que se mueven y compensan la degradación producida por la atmósfera.

Los resultados en caracterización no solo sirven para localizar Canarias en la clasificación de los «buenos observatorios», sino también para dar parámetros que se usan en los diseños de los telescopios y sus instrumentos.

Una atmósfera bien caracterizada y una instrumentación adaptada para sacarle partido suponen un avance científico impresionante, y una rentabilización de los medios muy importante, afirma Casiana Muñoz-Tuñon.

«Las condiciones naturales son excepcionales y la Ley del Cielo ha sido clave»


La calidad del cielo de Canarias para la observación astronómica está protegida por la Ley 31/1988, más conocida como Ley del Cielo, donde se recoge que el Gobierno del Reino de España debe garantizar la protección de la actividad investigadora que se realiza en el Instituto de Astrofísica, y, en especial, preservar la calidad de sus observatorios, procurando atenerse a las recomendaciones de la Unión Astronómica Internacional.

En sus siete artículos, la ley regula la iluminación de exteriores en la isla de La Palma y la parte de la isla de Tenerife que tiene visión directa desde la isla ya mencionada, protegiendo estas zonas de la contaminación lumínica. Este término genérico indica la suma de todos los efectos adversos de la luz artificial.

Se establecen los niveles de radiación electromagnética para que no se interfieran los equipos y medidas de los observatorios protegiéndolos de la contaminación radioeléctrica.

Controla las actividades que puedan degradar la atmósfera en el entorno de los observatorios protegiéndolo de la contaminación atmosférica, la ley limita la instalación de industrias o actividades contaminantes por encima de los 1500 metros.

Se regula el tráfico aéreo sobre los observatorios evitando interferencias por rutas aéreas, principalmente por los gases de combustión y turbulencias que producen las aeronaves que pueden perturbar la transparencia del cielo.

La subdirectora del IAC puntúa la calidad del cielo de Canarias con un 9,5 de 10, explica que las condiciones naturales son excepcionales, y la «Ley del Cielo» ha sido clave. En las Islas hay dos observatorios, el Teide y el Roque de los Muchachos. El cielo de La Palma es muy oscuro, el de Tenerife es bastante oscuro, pero podría serlo aún más.

El Observatorio de Izaña en la isla de Tenerife. Foto: A. G.

Esto es una tarea de todos, se trata de reducir la contaminación lumínica, por ejemplo, disminuyendo la iluminación de las autopistas y las calles vacías por la noche. Si las ciudades en Tenerife, concretamente las ubicadas hacia el éste, (La Laguna, Santa Cruz, parte del sur de la Isla), se modernizaran desde el punto de vista energético, es decir, iluminasen solo cuando es necesario, y utilizasen un tipo de luz que se ajuste con el espectro para que contamine menos, el cielo del Teide sería más oscuro. Muñoz-Tuñón cree que, con esfuerzo, dedicación y colaboración, podríamos llegar a un 10 en calidad del cielo.

Es muy importante el cielo oscuro para la astronomía, fundamental. Si la atmósfera del cielo de Canarias, siendo igual de buena, se contaminase, se habría perdido la batalla, y desaparecería de las clasificaciones. Si el cielo se vuelve más brillante, los objetos débiles, los que nos muestran el principio del Universo, se dejarían de ver, y ya no sería competitivo. El cielo del Archipiélago tiene algo excepcional, es muy oscuro aun estando cerca de sitios poblados. Eso es gracias a la «Ley del Cielo», a la concienciación de todo el mundo y la ayuda de las administraciones públicas.

La Fundación Starlight creó un sistema de certificación, mediante el cual se acreditan aquellos espacios que poseen una excelente calidad de cielo y que representan un ejemplo de protección y conservación. En 2007 la isla de La Palma adoptó la vigencia de la Declaración Starlight, reconocida por los participantes en la Conferencia Internacional en Defensa de la Calidad del Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las Estrellas. En aquel momento se animaba a la población, a las comunidades locales y a los gobiernos a adoptar sus principios, que definen al cielo como una herencia común y universal. Diez años después se reconoció la plena vigencia de la Declaración, recordando la necesidad de proteger y recuperar el cielo estrellado como paisaje cultural universal de la humanidad.

Actualmente, tres años después de ese reconocimiento, se desata la polémica por nuevas amenazas contra el cielo nocturno y el desarrollo de la astronomía. Se avecinan cambios irreversibles.

La amenaza de las megaconstelaciones


En 1957, hace ya seis décadas, entró en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik 1, lanzado por la Unión Soviética. Desde entonces, se han ido sumando, hasta llegar a ser miles de satélites rodeando el planeta, para ayudar a comunicarnos, a navegar por Internet y poder hacer pronósticos del tiempo. Ahora se avista una nueva tipología de estos, las megaconstelaciones, formadas por redes de cientos e, incluso, miles de satélites trabajando al unísono.

Un claro ejemplo de lo que está por venir lo encontramos en el reciente lanzamiento de SpaceX, el proyecto Starlink en manos de la compañía de Elon Musk, que ya ha desplegado más de cien satélites. El plan es proporcionar acceso a Internet de banda ancha en cada rincón del Planeta, y ya hay numerosas compañías trabajando en sus propias redes.

El lanzamiento de las megaconstelaciones amenaza al cielo nocturno, la contaminación lumínica afecta directamente a la astronomía. Estos satélites están diseñados para cubrir la mayor parte de la superficie del planeta, por lo tanto, siempre debe haber un mínimo de ellos visibles en todo momento para garantizar la fluidez de comunicación.

En relación con este tema, la subdirectora del IAC piensa que estos proyectos no deben desarrollarse olvidando su posible impacto. Al igual que la «Ley del Cielo», pionera en su materia, habrá que determinar nuevas leyes, que hagan compatible el desarrollo tecnológico con la protección de la oscuridad del cielo.

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