Sor Carmen, debajo de un cuadro de San Vicente de Paúl, fundador de las Hijas de la Caridad. Foto: NBDV

«No hay distinción de color o religión. Estamos aquí para quien lo necesite»

Solidaridad

«Que una persona pueda ir duchada y bien alimentada es lo más básico. Después ya se pueden solucionar otras cosas»

Sor Carmen es la responsable del comedor social La Milagrosa, situado en la Calle de La Noria de Santa Cruz de Tenerife. También forma parte de las Hermanas de la Caridad, quienes gestionan los servicios de alimentación, ropa y duchas junto con un trabajador social, el personal de limpieza y el de seguridad. Cada día, unas 100 personas de diversos perfiles y procedencias acuden a comer. Al entrar en el centro, todas ellas saludan a sor Carmen con entusiasmo. Tarda un rato en estar disponible, ya que la solicitan en todos los servicios, tanto el personal contratado y voluntario como las personas usuarias.

«La pandemia se ha hecho notar», comenta sor Carmen. «En los últimos tiempos, la gente que viene a comer ha aumentado bastante». Explica que, de media, acuden unas 100 cada día al pequeño centro, y que a veces sobrepasan las 140. Además de las comidas diarias, comenta que ofrecen servicio de duchas tres días a la semana, al que acuden unas 30, además de la donación de ropa y su lavado.

Estos servicios se ofertan al sector adulto, cuyos perfiles, afirma sor Carmen, son muy variados: «Atendemos a gente de todas las razas, etnias y religiones. Para nada hay distinción de color o religión, estamos aquí para quien lo necesite». Explica, no obstante, que en los últimos meses ha aumentado la demanda entre personas migrantes y familias con menores dependientes.

Para este segundo grupo, se abrió desde noviembre de 2020 un economato, del que se benefician unas 30 familias, en el cual el 85 % del coste de los alimentos está financiado por el centro. De este modo, se evita cronificar su situación. Añade que «una gran parte de quienes vienen viven en la calle u ocupan casas viejas sin luz ni agua».

«Esta casa sobrevive gracias a la ayuda de mucha gente y entidades»


La Milagrosa opera gracias a la financiación pública y a las subvenciones o donaciones de empresas. Por su parte, comenta que hay particulares que donan alimentos, artículos de higiene para las duchas y ropa, o se ofrecen al voluntariado. Actualmente, unas 30 personas voluntarias se alternan por turnos para colaborar.

También, el comedor social colabora a menudo con otras organizaciones como Médicos del Mundo, el centro Café y Calor de Cáritas Diocesana o el Instituto Municipal de Atención Social del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. «Esta casa sobrevive gracia a la ayuda de muchas personas y entidades. También es verdad que hay muy buena colaboración con los Servicios Sociales», apunta.

Pese a que siempre han contado con voluntariado, explica que la Covid-19 infundió bastante miedo, sobre todo porque la mayoría son personas jubiladas. «Ahora la cosa se ha estabilizado, pero fue tremendo cuando empezó la pandemia. Esos meses fueron de locura», explica sor Carmen.

«Hemos cambiado las formas, pero el servicio sigue igual»


También se notó, añade, algunos meses antes, el cierre de los comedores de La Laguna, aunque fue debido al mal estado de los edificios. No obstante, La Milagrosa continuó funcionando todo el tiempo, haciendo más turnos para respetar la distancia o preparando la comida en tápers. «Hemos cambiado las formas, pero el servicio sigue igual», añade.

El Centro lleva operativo 34 años y desde hace pocos se llevan a cabo algunos talleres como parte de proyectos en colaboración con otras entidades. Aunque su labor va sujeta a las subvenciones, expresa su deseo de que todos los servicios continúen funcionando a lo largo del tiempo.