Nadando entre basura

Opinión

Con la llegada del verano a todos nos apetece ir a la playa, tumbarnos al sol, darnos un chapuzón cuando empezamos a tostarnos y dejar que nuestros pensamientos fluyan con las olas. El plan ideal hasta que una ráfaga de viento arrastra basura a nuestra toalla o tenemos que nadar esquivando envases que flotan en el mar. Cuando esto ocurre, nos cabreamos, criticamos la falta de limpieza y salimos del agua. Es entonces cuando tenemos dos opciones: convertir nuestro día de descanso en una jornada de recogida de residuos con 30 grados a la sombra o coger el coche 15 minutos y probar suerte en otra playa.

Normalmente optamos por la segunda opción, nos excusamos diciendo “no voy a recoger lo que otros han tirado” y nos convertimos automáticamente en cómplices. Cómplices de esas personas que no dejan la playa como la encuentran, de su suciedad y su falta de empatía.

Colaboración para luchar en contra de la suciedad


Con esto no quiero decir que debamos recorrernos la costa de la isla en busca de basura para limpiar en lugar de tirarnos en la toalla o coger olas, pero sí podemos ayudar. Recoger los desperdicios que veamos cerca o retirar los envases que floten en la orilla cuando vayamos a bañarnos. No por nosotros, que también, sino para que los siguientes que vengan ese día, no tengan que amargarse al ver la playa en ese estado. Con disgustarnos nosotros ya estamos dándole más de lo que merecen a aquellos que ensucian y rompen allá por donde pasan.

Y hablo de cosas visibles: restos de comida, vasos de plástico, bolsas, cervezas, colillas, envoltorios, etc. Pero no es la única que hay. Existe otro tipo de “basura” y podemos estar nadando en ella sin darnos cuenta. Hablo de las aguas residuales que van a parar al mar sin ningún tipo de tratamiento, de los barcos que dejan un rastro de aceite antes de zarpar y de las bacterias que se reproducen en nuestras aguas por la falta de cuidado con lo que vertimos en ellas. Esos elementos son mucho peores porque hay más, porque no podemos ayudar a recogerla ni a mejorarla y porque no depende de nosotros.

Zonas de costas cerradas al baño por culpa de bacterias


La playa de Bajamar, sin ir más lejos, se mantuvo cerrada unos días esta semana tras ver en unos análisis de su agua altos niveles de enterococos. Se cree que la bacteria pudo reproducirse por las aguas de baldeo que acabaron en el mar tras las fiestas patronales. De no haberse analizado, seguiríamos bañándonos ahí, con el bikini, el flotador de flamenco y los enterococos y no notaríamos nada hasta que no se manifestaran síntomas en nosotros o en el mar.

Conclusión: si queremos disfrutar del verano y seguir contando con nuestras playas los veranos venideros, debemos cuidarlas. Nadar entre basura es lo más lejano a unas vacaciones de ensueño y puede que una sola persona no pueda hacer nada para evitarlo, salvo comprarse una piscina de plástico y ponerse en remojo como los garbanzos, pero muchas a la vez haciendo pequeñas cosas, pueden lograr grandes cambios. Vamos a dejar de quejarnos y empecemos a poner solución para que nuestras próximas vacaciones no parezcan un campamento del PIRS.

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