La muestra relata sus trayectorias profesionales y personales hasta la entrega del galardón. Foto: S. García

El Ayuntamiento de la Laguna acoge a las ‘Mujeres Nobel de la Paz’

Cultura / Ocio

El antiguo Convento de Santo Domingo de La Laguna acoge hasta el próximo sábado, 13 de marzo, la exposición Mujeres Nobel de la Paz. Permanecerá abierta en la Sala Drago de lunes a viernes, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas, y los sábados, de 11:00 a 14:00 horas. Consiste en un recorrido por la trayectoria personal y profesional de las premiadas, la concejala de Cultura en el Ayuntamiento de la Laguna, Yaiza López Landi, presenta la exposición. «Conoceremos a 17 mujeres que trabajaron por un futuro mejor. Son ejemplo de lucha, tesón, esfuerzo, generosidad y compromiso social»,  declara López.

A lo largo de la historia se ha hecho entrega de 99 galardones en la categoría de la Paz, sin embargo solo 17 fueron concedidos a mujeres. Esto se repite en las demás: 12 en Medicina; 16 en Literatura; cuatro en Física; siete en Química y dos en Economía. Un total de 54 galardonadas que sortearon todo tipo de obstáculos por su condición femenina. La presentación destaca a siete de ellas, dando una explicación bibliográfica que, acompañan sus discursos más importantes.

Eje cronológico de las 'Mujeres Nobel de la Paz'
Entre todas las categorías, solo 54 mujeres poseen un Nobel. Foto: S. García

Bertha Von Suttner


Nació en Praga el 9 de junio de 1843 y se convirtió en la primera mujer en recibir el premio. Era hija de un mariscal del ejército austriaco, lo que provocó que desde muy pequeña sintiese rechazo por el militarismo de la época. Durante la guerra ruso-turca atendió a los heridos en un hospital de campaña y fue testigo de la barbarie bélica, sobre la que escribió en numerosos periódicos europeos.

Bajo estas circunstancias escribiría su obra cumbre ¡Abajo las armas! El éxito de su novela la convirtió en una respetada defensora de la paz y la Unión Europea.  En 1905 le notificaron la entrega de su premio Nobel de la Paz, sus palabras de agradecimiento aún perduran en la historia. «La victoria… ¿de qué le sirve a los pobres muertos, o a los mutilados, a las viudas, a las madres desoladas?».

Alfred Nobel eligió personalmente a Bertha Von Suttner como ganadora. Foto: S. García

Teresa de Calcuta


Despertó en ella una vocación misionera desde muy joven, en 1928 se embarcaría por primera vez a Oriente. Durante la independencia de la India se decidió a abandonar el convento y dedicarse al servicio de los más necesitados. Fue en el año 1950 cuando fundaría la Congregación de las Misioneras de la Caridad, destinada a «los pobres más pobres».

Cumplió su cometido atendiendo en todo el mundo a personas enfermas de SIDA, indigentes, niños abandonados y leprosos. En 1979 recibió el galardón por su lucha contra la pobreza y la aflicción del mundo. «La peor miseria no es el hambre o la lepra, sino el sentimiento de sentirse rechazado y abandonado», repitió incansablemente hasta su muerte. Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el papa Francisco.

Rigoberta Menchú


Una mujer indígena maya-quiché, defensora de los derechos de su pueblo, la justicia y la paz en el mundo. Nació el 9 de enero de 1959, tuvo una infancia precaria e inserta en la cultura y tradición maya. La Guerra Civil de Guatemala provocaría el genocidio de la comunidad indígena y el exilio de los supervivientes. Menchú fue perseguida con 21 años por vincularse al Comité de Unión Campesina, organización definida por la búsqueda de una lucha pacífica.

En 1986 fue nombrada embajadora de Buena Voluntad en la Unesco. Esto la condujo en 1992 a ser la elegida para el laureado premio Nobel. «Yo no me olvido que me debo a una cuna humilde; a un pueblo pobre; a unas mujeres de manos callosas; me debo a unas sonrisas perdidas; me debo a un pueblo de profunda dignidad con el que siempre estaré en deuda», agradeció en el libro, escrito por su nieta, Rigoberta.

Wangari Maathai


Activista keniana en favor de los derechos humanos y el medio ambiente. Gracias a una beca de estudios estadounidense pudo estudiar Biología en la Universidad de Kansas. Tras graduarse terminaría su tesis doctoral, trato sobre la deforestación masiva en África. Denunció que las familias perdían sus cosechas y sufrían desnutrición. En 1976 fundó el movimiento Cinturón Verde, gracias a los beneficios se pudo costear la alfabetización de niños kenianos.

En 2003 fue nombrada ministra adjunta de Medioambiente y Recursos Naturales en Kenia, un año después se convirtió en la primera africana en recibir el Premio Nobel de la Paz. «Siempre me pareció que nuestro trabajo no era solo plantar árboles. Era animar a la gente a que se hiciera cargo de su medio, de su sistema político, de sus vidas y de su futuro», sentenció Maathai.

Irena Sendlerg estuvo a punto de ganar, fue nombrada ciudadana de honor de Israel. Foto: S. García

A punto del Nobel, Irena Sendler


Para concluir, la organización incluyó a una joven que salvo a 2500 niños judíos en el gueto de Varsovia. En el otoño de 1939 se involucró como personal sanitario en la ayuda clandestina,  arriesgando su vida y sufriendo el anonimato el resto de su días. Tras convencer a los tutores legales de los menores, los trasladaba escondidos en maletas, cajas de herramientas, bolsas de basura e incluso ataúdes. Sendler les buscaba una nueva identidad y un hogar seguro, pero conservó hasta el final sus nombres reales.

En 1943 fue delatada y torturada por la Gestapo en la prisión de Pawiak. Consiguió escapar y cambiarse el nombre a Jolanta, continuó su tarea desde la resistencia polaca. Fue ignorada por el régimen comunista de Polonia y pudo continuar con su identidad falsa hasta el final del régimen. Sendler siempre reiteró que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad. En todas sus memorias lamentó no poder haber hecho más durante la guerra. Sin embargo, fue nombrada Justa de las Naciones y ciudadana de honor de Israel.

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