«Las personas sordas se contentarían con una sociedad más visual»

Ciencias Sociales y Jurídicas

Celsa Cáceres Rodríguez ejerce como docente en el grado de Trabajo Social de la Universidad de La Laguna, donde imparte las asignaturas relacionadas con las estrategias de intervención en el ámbito familiar, social y comunitario, y es investigadora asociada en el proyecto necesidades educativas y problemas de los Sordos ante la Integración Escolar. Un acercamiento cualitativo a la realidad de Canarias. Además, trabajó en los Servicios Sociales de los Ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife, Tacoronte y La Orotava y es directora del estudio comparativa de estrategias y metodologías de integración laboral de las entidades que conforman la agrupación de Desarrollo Hiedra. Esta tiene como objetivo promover la inserción laboral de personas en situación de exclusión.

¿Cuáles son las dificultades más comunes a la hora de la integración de las personas sordas en el ámbito escolar? “Las que tienen que ver con las barreras de la comunicación. La mayor parte de las personas sordas no adquieren espontáneamente el lenguaje verbal como consecuencia de su sordera, sin embargo, la vía que se utiliza en los colegios es el lenguaje oral. Si no se introducen dispositivos o estrategias comunicativas que compensen ese déficit, las personas sordas se quedan con menos de la mitad del mensaje que se transmite”.

¿Qué distinción hay entre personas con sordera e individuos sordos? “Las personas sordas profundas no oyen nada y no se pueden aprovechar de la funcionalidad de las prótesis auditivas. En este caso, deben utilizar el lenguaje de signos como vehículo comunicativo. Por otro lado, están las personas hipoacusias que tienen una pérdida auditiva, pero sí pueden aprovecharse de las ayudas auditivas, como los audífonos. Necesitan dispositivos como la frecuencia modular, que lo que hacen es establecer una línea de comunicación directa entre la persona que habla y la que escucha, eliminando todos los ruidos. Es la ideal. Asimismo, hay que destacar la existencia de un subgrupo de personas sordas. Son tratadas con un implante coclear desde su infancia, por lo que pasan a ser consideradas como personas con sordera, ya que, tienen un dispositivo que les permite oír”.

¿Cómo funciona este implante coclear? “Este aparato sustituye la cóclea que es una de las partes más importantes del oído y lo que hace es que las personas tengan un equivalente en sus pares oyentes, tanto en la adquisición del habla como en la capacidad de reconocimiento auditivo. Se le implanta al bebé, entre los doce y 24 meses, que es justo cuando comienza a hablar y se ganan tres o cuatros años en el tratamiento de la sordera”.

Implantación del lenguaje de signos en los colegios


¿Qué metodología debe seguirse en los centros educativos? “A nivel didáctico hay que mantener estrategias y metodologías activas y dinámicas, que dejen que los niños progresen a su ritmo. La base es garantizar que niños y niñas con sordera escuchen y comprendan lo que se les cuenta. Luego, a las personas sordas las debemos ayudar con la implantación del lenguaje de signos, facilitando su integración, no solo educativa sino también social”.

¿Cómo puede la sociedad facilitar la integración de estas personas? “Si queremos que las personas sordas disfruten más de los servicios que tiene la sociedad abierta, debemos hacer unos servicios accesibles, eliminando la barrera de la comunicación con dispositivos tecnológicos. Hasta hace un par de años, las personas sordas que sufrían un accidente no podían comunicarse con el 112. Se acabó diseñando un sistema alternativo para ellas. Otro ejemplo, cuando una persona mayor que utiliza audífonos quiere ir al teatro, estos deben tener bucles magnéticos que limpien el sonido. En los tranvías, no solo tiene que oírse el nombre de la parada, también tendría que haber una pantalla que indique el lugar, etc. Son personas que tienen inquietudes y motivaciones, igual que nosotros. La única diferencia es que muchas de las situaciones cotidianas no las pueden realizar porque no oyen. Considero que las personas sordas se contentarían con una sociedad más visual y menos auditiva”.

Por parte de las instituciones, ¿qué medidas cree que debe llevar a cabo el Gobierno?  “Una respuesta institucional sería que hubiera ayudas económicas con la cuantía suficiente para sufragar realmente los gastos derivados de la sordera. Los implantes los paga la Sanidad Pública, pero el repuesto y mantenimiento corre a cargo de las familias. Además, a partir de los 18 años no los cubre, es decir, solo hay una cuantía hasta los seis años y otra hasta los 18. Ante esto, actualmente hay una proposición de ley en el Parlamento de Canarias para hacer frente al coste”.

«Los Servicios Sociales realizan un trabajo de primera línea y, a veces, no hay tiempo ni recursos»


¿Cómo ha sido trabajar para los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Tacoronte y La Orotava? ¿Presentan muchas diferencias? “No hay diferencias. El trabajo es el mismo, pasa por atender a la gente, intentar comprender lo que nos transmite y ayudar a que lo comprenda ella misma. Así como a que se organice los recursos internos y externos que tiene a su mano para resolver los problemas que plantea. Nosotros somos un recurso más. Es un trabajo de primera línea, y llegan muchas situaciones complicadas, a veces, no hay tiempo, ni recursos para hacer un buen trabajo social”.

¿Cree que ha habido una mejoría notable en las acciones de integración, desde la última vez que trabajó para el Ayuntamiento? “En términos absolutos no. Ha mejorado en algunos aspectos, pues hay más recursos y personal y más políticas públicas orientadas a resolver la vida de la gente, pero, por otro lado, la saturación y presión que recibe el personal, tanto del público como de la parte política es mucho mayor”.

¿Qué herramientas de integración utilizan las diferentes entidades de la agrupación de Desarrollo Hiedra? “Lo que usan es un modelo basado en itinerarios de integración profesional. Es una secuencia de etapas donde la persona desde el minuto uno hasta la parte final toma parte del proceso. La persona es entrevistada y se le estima su perfil socio profesional. Una vez claro, a través de pruebas o actividades, la persona define su expectativa laboral y se inicia la búsqueda de empleo. A veces, encuentran lo que les gusta, otras veces no. Cuando encuentran ese trabajo en el que encajan, se les contrata. Y lo que queda es un seguimiento intermitente por parte de las organizaciones”.

¿Tiene proyectos futuros en mente? “Ahora estoy en un equipo de seis miembros y estamos trabajando sobre la relación entre derechos humanos y trabajo social. Concretamente el nivel de conocimiento y compromiso de los trabajadores sociales con los derechos humanos. El exploratorio se realizó el año pasado y ahora profundizamos. En la primavera de 2019 esperamos tener los resultados enlatados”.

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