Mireia Sallarés se compromete con la figura femenina en el TEA

Cultura / Ocio

En un mundo tan congestionado, veloz e individualista es sorprendente darse cuenta de que hay personas trabajando por aportar un granito de arena desde su realidad para contribuir con la sociedad. Sorprende, por ejemplo, Mireia Sallarés, una artista nacida en Barcelona en 1973 que ha desempeñado proyectos de larga duración recorriendo el mundo con su experiencia personal como vía de conocimiento. Destaca por la idea que tiene de vida vivida, definida como «aquello que cada uno hace con lo que la vida le da y con lo que la vida le quita».

El resultado de sus obras ha sido expuesto en múltiples formatos y lenguajes: desde películas a fotografías, audios, intervenciones en el espacio público, textos o publicaciones. En este caso, es la primera vez que este trabajo, Campos de batalla, se expone en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA). Una de las mejores secciones de esta propuesta transversal que podrá ser visitada hasta el próximo 3 de febrero es Como un poco de agua en la palma de la mano (Un proyecto de amor en Serbia). Se trata de un proyecto patrocinado por la beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2016 de la Fundación BBVA.

Por su parte, Sallarés se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona. Además, estudió cine en la New School University y en la Film & AMP Video Arts de Nueva York. Su condición de extranjera es un punto fundamental en sus trabajos. En ellos plasma, a través de largas investigaciones de campo, temas esenciales como la violencia, la muerte, el sexo, la legalidad, la verdad, el amor y el trabajo. Estos son los motores que la mueven en busca de historias de vida como la de las 30 mujeres que entrevistó en México con respecto a sus experiencias entorno al orgasmo, y de la cual hay un largometraje llamado Las muertes chiquitas.

‘Como un poco de agua en la palma de la mano (un proyecto de amor en Serbia)’


Al llegar a la biblioteca, la cual se convierte en la casa de los estudiantes hasta las 4 de la mañana en tiempos de exámenes, se pueden observar frases en la pared, las luces y la pantalla. Además, la cantidad de veces que se repite la palabra “amor” en cada espacio fue algo que llamó mucho mi atención y me incitó a adentrarme más en el tema. Asimismo, la luz tenue y el ambiente de seriedad que rodea el lugar te atrapa.

En la exposición encontramos una obra que hace alusión a un interrogatorio policial, el mismo al que la artista se expuso durante cuatro horas después de todas las investigaciones y trabajos realizados en Serbia. Además, se exponen varios retratos que aparentemente no suscitan nada, pero que, tras una lectura más exhaustiva, evocan las connotaciones que se esconden detrás de esas fotografías. Son imágenes que reflejan rostros, paisajes impregnados de dolor y sacrificio y un compendio de los distintos contextos de resistencia amorosa propios del presente de Serbia.

Yugoslavia, el país extinto


Otro aspecto que conviene mencionar es el espacio del documental que se dedica a contar uno de los puntos que más afectan sentimentalmente. Se refleja lo duro que puede ser que un país como  Yugoslavia haya desaparecido por completo, sin tomar en cuenta a las personas que allí vivían y a las que les pertenecía esa patria.

Yugoslavia es un estado desaparecido cuya ubicación geográfica tenía lugar en la región de los Balcanes. Actualmente, está representado en diversos museos de la revolución, túneles y fábricas convertidos en memoriales, búnkeres transformados en ferias de arte y monumentos abandonados. Los testimonios de sus habitantes giran en torno a la frase “Nací aquí, pero no soy de aquí”.

Es un país lleno de paisajes bellos, pueblos desolados, canciones tristes, mensajes de amor, poemas rotos y trenes a los que no se pudo subir más nadie. Decía Buden: “Acá el pasado es más actual que el presente y más incierto que el futuro”. Todo esto es así porque la alarma ante una posible explosión era perpetua. Uno de los testigos cuenta que el ayer fue muy duro: «En ríos como Sava, Neretva y Danubio se vivió la masacre en la que los nazis habían roto la superficie de hielo para poder meter ahí a los cadáveres».

“O el amor se reinventa, o los jóvenes terminarán inmunes a él”


El amor en todas sus acepciones juega un punto fundamental en este proyecto. Desde Eros, para el romántico y erótico; Ágape, para el ideal y comunitario, y Caritas, para el solidario o caritativo. Para ella, amar implica siempre un acto de traducción. Con lo cual, hizo un diccionario básico para sobrevivir en cuatro lenguas.

La autora mantiene que existe un misterio en el amor al igual que en la vida, y no por eso dejamos de investigar sobre ella. Aunque la verdad completa no existe, esto no quiere decir que debamos abandonar su búsqueda, ya que ese proceso es lo que nos humaniza. “Me parece más inquietante la respuesta de un joven que me dijo con gran convencimiento que el amor no tendría lugar en su vida. Pensé que, o el amor se reinventa, o los jóvenes terminaran inmunes a él, por mucho que los sigan bombardeando con discursos e imágenes del amor».

Al ser una persona bastante emocional, me llenó en todos los sentidos la importancia que la artista le otorga al amor en su obra. Desde lo más profundo de su ser al inspirarse a realizar esas investigaciones hasta cada persona que vive predicando el amor como forma de vida. Y sin miedo al dolor, sin miedo al qué pasará después, incluso sin importar el no ser correspondido o quedar desgarrado para siempre.

Una exposición con dimensiones sociales


Las peripecias de Bojana Jelenic, una de las protagonistas de su exposición, forman parte de una larga historia de amor y una vía de transformación y de conocimiento. Bojana inventó varias maneras de reciclar bolsas. Una de ellas consistía en subvertir el uso de unos sacos de ayuda humanitaria norteamericana para reutilizarlos como mochilas. Otra, en convertirlas en hilo para tejer objetos de todo tipo. Durante los bombardeos del año 1999 la ciudad estaba muy sucia. Ella pensó que podía inventar algo que serviría a los desplazados, al tiempo que limpiaba su ciudad y protegía el medio ambiente. Mireia Sallarés, una artista visual integral, captura a través de sus exposiciones el dolor de un sentimiento de nación extinguido, la belleza y el dolor de lo que pudo haber sido, pero que nunca fue por culpa de la guerra.

Bojana Jelenic. Exposición exhibida en Belgrado

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