Viviana Pérez cursó el Máster en Uso y Gestión del Patrimonio Cultural. Foto: PULL

La ULL premia a Viviana Pérez por su fin de máster en Artes y Humanidades

Artes y Humanidades

La estudiante mexicana Viviana Pérez Cruz, exbecaria del Máster en Uso y Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de La Laguna, acaba de ganar el premio a mejor Trabajo de Fin de Máster (TFM) del Área de Artes y Humanidades con el trabajo titulado Proyecto de Educación Patrimonial para Pacientes Oncológicos Infantiles Patri Patlani: ¡Vuela Jugando!. El acto de entrega tuvo lugar este pasado 11 de marzo en el Paraninfo universitario, en el cual la galardonada hizo acto de presencia a través de un vídeo ya que no pudo asistir.

¿Cómo te sientes tras ganar este galardón? «Me siento muy contenta y satisfecha porque yo ya estudié una carrera en Gestión Cultural en México y, aunque creo que hice un buen trabajo de licenciatura en ese momento, no estaba satisfecha con mi aprendizaje o con mi proceso en general. Sin embargo, por fin llegó este punto en el que pude juntar todos los conocimientos, las capacidades y las habilidades, tanto académicas como profesionales que he podido reunir durante mi trayectoria. Por ello me siento tan satisfecha, y también porque le veo continuidad estando en el Doctorado y tengo la firme decisión y disposición de hacerlo realidad y de seguir con el proyecto».

¿Cómo surgió tu TFM? «Yo antes de estudiar en Canarias, estudié en Málaga un Máster en Investigación e Intervención Social y Comunitaria. En un principio, para mí fue un choque y en su momento no lo supe procesar de la mejor manera. Pero me sirvió de mucho porque cuando llegué a la ULL para realizar el máster, desde el primer día nos pedían  tres posibles TFM que tú desarrollarías y recuerdo que desde ese primer momento dije que quería trabajar al menos con los niños que padecen cáncer y que están hospitalizados.»

¿En qué te inspiraste? «Después de la exposición de un primer borrador del proyecto, al tutor y a todos le gustó mucho pero tal vez fue más por la capacidad y la emoción que tuve para presentar la idea que por la calidad. Y luego la inspiración creo que vino por la pandemia porque lo único que tenía era ese proyecto, por lo que le dediqué tiempo y enfoqué mis energías en él».

Vínculo entre Canarias, México y la Península


¿Evolucionó mucho la idea que tenías pensada al inicio con el resultado final? «Sí, muchísimo. En calidad, por ejemplo, en cuanto a las unidades didácticas sí que evolucionó. El nombre del trabajo (Patri Patlani) proviene de la palabra patrimonio y del náhuatl, la lengua indígena más hablada en México de donde procede la palabra ‘patlani’, que significa volar. El trabajo se compone de ocho unidades didácticas y cada una está enfocada a una práctica de patrimonio cultural, mostrando un vínculo entre Canarias, México y la península. Lo planteo todo como un viaje».

¿Qué quieres conseguir con este proyecto que has realizado? «Se supone que es un taller en el que cada una de las unidades didácticas está enfocada a una práctica o expresión del patrimonio cultural en específico. Todas estas prácticas tienen en común la importancia de los valores. La clave para conseguir que los niños se vean atraídos por el patrimonio cultural es encontrar valores en términos de capacidades y habilidades psicosociales con los que ellos se sientan identificados con su lucha diaria. La idea de este taller no es solo pensar en cosas positivas porque no es sano, sino que nos enseñen retos para reflexionar sobre lo que estamos pasando. Desde aquí invito a toda la comunidad universitaria y a cualquiera que pudiera estar interesado a participar en este proyecto».

¿Qué otras ideas barajabas para el TFM? «Pues fue en relación con el carnaval, ya que planteaba la realización de algún museo comunitario o de una exposición para la comunidad con metodología de enfoque de acción participativa pero lo que siempre tuve claro es que todo el trabajo que hacía era enfocado en México, en especial para la zona en la que vivo. Además, otra idea que pensé fue la de un libro infantil porque me interesa pero solo se quedó en una opción».

«Pienso que gracias a este reconocimiento tendrá una mejor acogida»


¿Supone esto un punto de inflexión en tu carrera? «Sí, yo creo que sí. Más que por mí, este premio me viene bien porque tengo pensado poder llevar a cabo la fase piloto, tanto en México como en Canarias, preferentemente el próximo año. Pienso que ahora, gracias a este reconocimiento, tendrá una mejor acogida. Me motiva mucho el Doctorado pero me gusta tanto el proyecto que no lo siento por mí, lo siento por la causa y porque tengo que hacerlo realidad.

¿Cómo te ves a partir de ahora? «Me encantaría que tanto a México como Canarias les gustara la causa, que lo acogieran y que lo adoptaran  y así yo poder desarrollar otras muchas cosas. Espero que este TFM continúe evolucionando para convertirse en una mariposa monarca que vuele hasta los hospitales de México y de Canarias para contribuir a mejorar la calidad de vida de los niños y las niñas que padecen cáncer y sus familias».

¿A quién le dedicas este premio? «Le doy las gracias a mis compañeras de viaje y a las amigas que hice que también eran becarias de la Fundación Carolina porque sin ellas pienso que no podría haber hecho algo así, ya que durante la pandemia tuve ese apoyo y esa compañía en el Colegio San Agustín. Obviamente, a mis padres también les dedico este reconocimiento porque han hecho muchos esfuerzos para que yo haya podido cruzar el Atlántico y seguir formándome».

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