El escenario del Teatro Guimerá acogió anoche esta obra. Foto: B.M.

Música, literatura y magia coinciden en la apertura del Festival CAE

Cultura / Ocio

Empezaba a caer la noche en Santa Cruz de Tenerife y decenas de personas esperaban a que se abrieran las puertas del Teatro Guimerá, donde estaba todo preparado para la apertura de la tercera edición del Festival Canarias Artes Escénicas. Cuando dieron las 20:00 horas, el público pudo pasar al interior del lugar. El recibidor estaba decorado con motivo de la obra que se iba a proyectar: Antoine, la increíble historia del creador de El Principito, y unos pasos más adelante se encontraba la sala que recibiría en unos minutos el espectáculo.

En el escenario llamaba de inmediato la atención la luna gigante que ocupaba gran parte de él y que inevitablemente recordaba al astro que forma parte de la portada de varias ediciones del libro. Sentados en las butacas, se podía ver a unos asistentes mucho más jóvenes de los que normalmente abundan en los teatros, preparados para el comienzo del espectáculo. Pocos minutos antes del comienzo, el grupo Elefantes comenzó a tocar una melodía suave que recorrió el lugar junto a un juego de luces de tonos azules.

Seguidamente, subió al escenario Ignasi Vidal, autor y director de la obra, para dar la bienvenida a los espectadores y presentar el evento.

«Se muere por aquello que merece la pena vivir»


Tras las palabras del director dio comienzo la primera parte de la obra. El hecho que marcó este inicio no fue otro que el último vuelo que llevó a cabo Antoine de Saint-Exupéry, representado en la obra por Javier Godiño, y su desaparición. No obstante no fue un comienzo dramático, pese a lo que se pueda imaginar, pues a los pocos minutos llegó al plató Shuarma, vocalista de Elefantes, en el papel de El Principito y representando el comienzo de la novela.

A partir de aquí, se fueron intercalando los hechos de la vida de Antoine en distintos lugares y épocas, y la trama del libro. Nueva York, Buenos Aires, París, Lisboa y el Sáhara son algunos de los espacios que se reflejaron en escena y que se pudieron distinguir, sobre todo, por el uso de la iluminación. También se diferenciaron de forma considerable las dos partes de la trama por el vestuario, llamativo y colorido en los personajes de la novela y más acorde a los años 40 en las personas de la historia biográfica.

«Solo los niños saben lo que buscan»


La segunda parte del evento, que comenzó tras un breve descanso de 15 minutos, empezó presentando una entrañable representación en forma de marioneta del zorro que aparece en el libro. Sin embargo, esta otra mitad estuvo especialmente marcada por la ida de Antoine a la guerra y retomó de nuevo la escena con la que se inició la función.

Uno de los principales aciertos del acto fue la forma tan natural de mostrar al público que la novela de El Principito es en realidad un libro autobiográfico. Su autor volcó en este los hechos que rodeaban su vida y muchos de los personajes que aparecen en él fueron personas de su entorno: como el zorro, que representa a un amigo con el que congenió en el desierto o el personaje de la flor, utilizado para encarnar a su mujer.

Después de leer un último pasaje de la novela subieron al escenario todos los personajes que habían aparecido hasta entonces y cantaron la canción que cerraría el espectáculo. Envuelto todavía en ese ambiente que transmite la función, el público se puso de pie y ovacionó la obra que marcó un gran inicio de la tercera edición del Festival CAE.

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