Javier Medina, catedrático de Lengua Española en la ULL y decano de la Facultad de Humanidades Foto: PULL

Javier Medina: «La revalorización de las hablas canarias es un hecho»

Artes y Humanidades

Javier Medina López es catedrático de Lengua Española en la Universidad de La Laguna y decano de la Facultad de Humanidades. Sus campos de trabajo son la Sociolingüística, la Dialectología Sincrónica y Diacrónica, la Historia de la Lengua Española o el análisis del discurso, además de la cortesía y descortesía en español. También es especialista en el español de Canarias, por ello realizó su tesis sobre las formas de tratamiento en este ámbito.

¿Cree que los medios de comunicación canarios mantienen siempre nuestro dialecto canario? «En primer lugar, habría que ver a qué nos referimos cuando hablamos de dialecto canario. Si se entiende por tal un conjunto de rasgos comunes a todo el Archipiélago, pues entonces podríamos decir que sí, que los medios de comunicación reflejan esas formas de hablar de los canarios. Hay que partir de la base de que cada isla se convierte en un laboratorio lingüístico con sus peculiaridades léxicas, de entonación e, incluso, en algunos casos, gramaticales. Los medios de comunicación de masas reflejan esas peculiaridades, aunque también tratan de buscar un estándar canario que, realmente, no existe más allá de los rasgos consabidos que compartimos todos los canarios».

¿A qué se debe la diferencia entre el acento en Tenerife y en Gran Canaria? «Las diferencias que hay entre Tenerife y Gran Canaria en materia lingüística no son más que las que existen entre estas islas y las demás. Lo que ocurre es que estas islas condensan la mayor parte de la población de Canarias. Además, son los centros principales de irradiación cultural y económica. Se trata de complejos procesos históricos en la conformación de las hablas canarias. Lo que se llama acento, que en realidad es la prosodia propia de cada isla, es un asunto muy complejo históricamente, aunque cada vez más sabemos cómo funciona gracias a estudios recientes».

¿Qué características tiene el dialecto canario? «Las hablas canarias no poseen ningún rasgo exclusivo frente a otras modalidades dialectales del español, si exceptuamos el léxico, que es un patrimonio muy propio de cada comunidad que a veces es exportable y otras veces no lo es. Los rasgos comunes son el seseo, la aspiración de la -s final y la jota /x/, el uso mayoritario de ustedes en vez de vosotros, algunos usos de los tiempos verbales del pasado, etc. Estos rasgos no son exclusivos de las Canarias, pues también se dan en toda América y parte de Andalucía, con la que tenemos grandes relaciones histórico-lingüísticas. El léxico es harina de otro costal».

«Es evidente que hay una pérdida generalizada del gran caudal léxico aborigen»


¿Qué influencias ha tenido este dialecto? «Primero está el sustrato aborigen guanche, lo que estas lenguas dejaron en el gran proceso castellanizador. La lengua o lenguas aborígenes desaparecieron, pero dejaron su impronta en algunos campos léxicos de la vida tradicional canaria. Y segundo, la propia incorporación a la Corona de Castilla en el siglo XV. Hay que pensar en cómo hablaban los andaluces, extremeños, castellanos, vascos, leoneses… en el siglo XV y también los portugueses, italianos, mallorquines o franceses. Luego la conquista de América generó un intenso trasiego de los puertos canarios, lo que sin duda convirtió a las Islas Canarias en una antesala del español de América».

¿Cree que muchas de las palabras canarias se han ido perdiendo? «Es evidente que hay una pérdida generalizada del gran caudal léxico aborigen. Un hecho natural de las lenguas es que estas sirven para comunicarse y nombrar realidades. Si estas realidades cambian o se transforman, los términos que las denominan también desaparecen. Esto es lo que ha ocurrido con muchas voces aborígenes. No obstante, podemos hablar de léxico pasivo o en vías de desaparición, sobre todo en las generaciones más jóvenes, y un léxico más activo que perdura. Gofio, baifo o perenquén son palabras muy vivas, pero gánigo o teberite apenas se emplean más allá de algunos contextos etnográficos. Lo mismo ocurre con amogante, tagoror, tacande, tafor… Hay generaciones en las que esas voces se reconocen y emplean, y otras que no sabrían definirlas».

¿Nuestro dialecto tiene similitudes con algún otro? Si es así, ¿por qué se dan esas semejanzas? «Las razones históricas son las que explican la conformación de las lenguas. Las Islas Canarias fueron conquistadas por sucesivas llegadas de hombres y mujeres de la Península Ibérica que también tenían sus propias formas de hablar, con lo cual es lógico que a las Canarias llegara esa variedad. Pero por encima de todos prevaleció la andaluza, de la cual somos claros y directos herederos en un porcentaje muy alto. Luego vinieron otras, pero nuestras raíces lingüísticas están en la base del andaluz. El error está en pensar que la España del siglo XV era lingüísticamente única. Ni mucho menos. La dialectología histórica española así lo ha demostrado hace tiempo».

«Hay gente que habla buen y mal español aquí, en Madrid, en Valladolid y en Buenos Aires»


¿Por qué hay quienes consideran el dialecto canario como una modalidad inferior? «Este es un tema muy complejo e interesante. Daría para un buen curso sobre conciencia, percepción y actitudes de los canarios frente a su lengua. La manera en la que los canarios han visto su forma de hablar tiene que ver con erróneas concepciones sobre el buen y el mal hablar, y también sobre la falsa idea de que hay unas lenguas (en este caso variedades) mejores que otras. A partir de aquí, surgen conceptos como los de lengua supranacional, nacionalismo lingüístico, centralismo lingüístico… que han hecho mucho daño sobre la conciencia general de un pueblo. Esta situación era muy dramática, pero se ha ido corrigiendo y la revalorización de las hablas canarias es un hecho».

¿Hay motivos para avergonzarse? «El hablar canario es hablar español con unas características propias, igual que le sucede al murciano, extremeño, cuzqueño o caraqueño. Ni más ni menos. Hay gente que habla buen y mal español aquí, en Madrid, en Valladolid y en Buenos Aires. Desde luego, existe en la conciencia colectiva un ideal de lengua estándar, pero eso no significa que tengamos que avergonzarnos de las modalidades. Aquí los medios de comunicación tienen mucho que decir y la prueba está en que cada vez más hay estudios que analizan la influencia del estándar en las modalidades llamadas dialectales».

¿El dialecto canario ha variado mucho a lo largo de los años? ¿De qué manera? «Las hablas canarias han variado en la misma medida en que varían las sociedades. Las lenguas son de los hablantes, no de las academias ni grupos de comunicación. Si una sociedad cambia, es lógico que la lengua también refleje esas modificaciones. Todas las nuevas realidades se incorporan con un caudal léxico vivo, cambiante. Los efectos de la globalización también han condicionado a lo que yo denomino la ‘globalización lingüística’, un proceso mediante el cual los hablantes nos servimos de códigos que nos sirven para movernos por el mundo. Las tecnologías de la información están al servicio de las lenguas y las lenguas sirven de vehículos de transmisión de esas propuestas tecnológicas. Esto es un proceso imparable».

¿Considera que en los colegios se está dando de lado a mantener nuestro dialecto o, por el contrario, se está fomentado su uso? «No tengo una opinión muy formada sobre este asunto, pero creo que hay una responsabilidad por parte de la escuela en enseñar, estudiar y difundir nuestro patrimonio cultural y lingüístico. Esa es, entre otras, la función de la escuela: valorar la riqueza histórica de un pueblo es darle herramientas para que se sienta orgulloso de su pasado y sepa estar en el presente con visión de futuro».

¿Los diccionarios tienen la función de mantener el vocablo propio de nuestras islas? «Los diccionarios tanto históricos como de lengua viva tienen una función muy importante, pues son los que levantan acta de cómo está la lengua en el presente o cómo fueron los usos del pasado, recogiendo muchas palabras que ya se han perdido y que solo la documentación histórica nos revela su uso en otros tiempos».

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