James Webb, el telescopio que va a contemplar lo que el Hubble no fue capaz

Ciencias

Macarena García Marín, miembro del equipo científico y de operaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), participó en la conferencia sobre el próximo lanzamiento espacial: James Webb (JWST) . El evento, que tuvo lugar el pasado viernes, 9 de marzo, se desarrolló en el Museo de la Ciencia y el Cosmos. En su exposición, la astrofísica detalló las dificultades que conlleva el envío de un telescopio, cuyo escudo solar mide el tamaño de una cancha de tenis, los avances que supondrá el JWST para la resolución de las preguntas más enigmáticas de nuestro universo y las diferencias respecto a su antecesor.

García fue entrevistada por Ismael Pérez Fournon, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)  y profesor en la Universidad de La Laguna. Esta explicó que el James Webb es fruto de la colaboración entre la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense (CSA). El proyecto se originó en 1996, como el sucesor de Hubble bajo el seudónimo Next Generation Space Telescope (NGST). Sin embargo, en 2002 se decidió sustituir su nombre por el actual, en honor del segundo administrador de la NASA, James E. Webb. El gerente fue reconocido por su papel en el programa Apolo y por establecer la investigación científica como una de las actividades de la agencia estadounidense.

El objeto de la misión de este telescopio se centra en “el estudio de las primeras galaxias y estrellas formadas tras el Big Bang, su correspondiente formación y evolución, obtener una mejor comprensión acerca del nacimiento del sistema solar y, por último, el origen de la vida”, expuso la ponente. Dicho estudio implica la observación de objetos muy lejanos y pequeños, “un observatorio de tan grandes dimensiones” formado por un escudo solar de 6’5 metros de diámetro.

De igual modo, García presentó las complicaciones que supuso esta iniciativa. En un principio, debido a problemas en el segundo módulo de los tres que conforman la nave, el cristal primario. Los científicos tuvieron que elaborar numerosas pruebas, puesto que el vidrio era demasiado pesado, por lo que optaron por “utilizar un material mucho más ligero y suficientemente resistente al calor y a las radiaciones solares, el berilio”. No obstante, “no reflejaba los rayos infrarrojos, así que lo que hicieron los expertos fue recubrirlo de oro”. Y en segundo lugar, por los obstáculos que supuso desplegarlo en tierra, puesto que se tarda dos días para ello, y dos meses para volver a plegarlo.

“El Hubble está ‘tan cerca’ que si se rompe mandamos astronautas a que lo arreglen, con el JWST no cabe esta posibilidad”


Asimismo, aclaró que el telescopio quedará en una gran órbita de 800 000 kilómetros de radio alrededor del punto de Lagrange L2, a una distancia de la Tierra de aproximadamente 1,5 millones de kilómetros. De esta forma, la científica reveló que “la configuración que existe entre el Sol, la Tierra y la Luna permitirá que el observatorio espacial permanezca en una posición estable y que, como consecuencia, esté siempre girando, al mismo tiempo que evita la parte de sombra de nuestro planeta”.

Otro asunto que la ponente destacó fue el desarrollo del sistema de Cámara y Espectrógrafo para el Infrarrojo Medio (MIRI). La longitud de esta onda permitirá ver más allá de lo que el Hubble no pudo ver, el interior de los discos protoplanetarios y cúmulos estelares, lo que proporcionará un nuevo punto de vista en esta inmensa galaxia.

“El sistema informático del JWST está muy anticuado en relación con el actual, este portátil probablemente es incluso más potente”


Por último, Ismael Perez Fournon dio paso a una ronda de preguntas entre el numeroso público presente, principalmente compuesto por estudiantes de Ingeniería y Física. En las diversas intervenciones, los alumnos mostraron interés acerca del sistema operativo que lleva incorporado el JWST, puesto que a día de hoy, la robótica y la informática van actualizándose cada tres meses. Al respecto, García Marín afirmó  que “un proyecto de esta magnitud tarda, más o menos, unos 25 años para poder ser llevado a cabo”.

El cohete Ariane será el encargado de lanzar, en la primavera de 2019, James Webb al espacio. Se estima que el observatorio tarde un mes en llegar a la órbita fijada.

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