Josefa Becerra González, investigadora en astropartículas del IAC. Foto: PULL.

«El campo de las astropartículas era muy reciente y no se sabía nada sobre él»

Sociedad

Josefa Becerra González es doctora en Astronomía y Astrofísica por la ULL. En el 2011 centró su tesis doctoral en las fuentes de rayos gamma de muy alta energía y en el descubrimiento de dos de ellas (blazar PKS 1222+21 y 1ES 1215+303). Empezó sus estudios de física en Granada y luego se trasladó a Tenerife para cursar astrofísica en la Universidad de La Laguna. Después de su doctorado en Canarias trabajó en Alemania, Suiza y Estados Unidos. En este último país ayudó en la construcción de un satélite de la NASA en el centro de vuelo espacial Goddard. Al volver a Canarias, ya como investigadora postdoctoral  en el Insituto de Astrofísica de Canarias, colaboró con la primera red de telescopios Cherenkov en La Palma y Tenerife.

¿Qué le hizo tomar la decisión de estudiar los rayos gamma de muy alta energía?  «Lo conocí a través del proceso de selección de doctorados. Hay unas becas de residente en el IAC en las que tú eliges el tema. El equipo docente presentó una lista de proyectos y vi que este era nuevo y se conocía muy poco. No teníamos instrumentos de observación, con lo cual poco se podía hacer. El campo de las astropartículas era muy reciente y no se sabía nada sobre él; no había explorado sobre él en la carrera. Cuándo hablaron sobre él supe que quería aprender porque no se tenían evidencias aún y me apetecía empezar con esto».

¿Qué son los blazars? «Son núcleos galácticos activos, conocidos por las siglas AGN, que tienen un agujero negro dentro y que dirigen unos chorros de energía hacia la Tierra. Además, dominan en la emisión a muy alta energía. Es un poco difícil detectarlos por su débil flujo y hay muy poca instrumentación. En este momento estamos trabajando en una tecnología que sea capaz de encontrarlos. Podríamos compararlo con un coche que viene de frente con las luces encendidas; su luz nos molesta aunque nos enfoque directamente. Esto es lo que ocurre con este fenómeno».

«El modelo teórico era demasiado simple y necesitábamos algo más complejo para poder explicarlo»


¿Qué ha supuesto el hallazgo de dos blazars más? «Depende de qué dos sean. Los blazars de este este tipo son muy pocos conocidos, así que cada uno que encontramos es relevante pues nos da información nueva. Hasta este momento solo conocíamos dos del tipo blazar PKS 1222+21 y no se concebía la posibilidad de la existencia de otro más. Pero el blazar 1ES 1215+303 es distinto y ha sido trascedente ya que para explicar la fuerza de este se necesitaban valores súper extremos. Lo que nos hizo intuir y, más adelante demostrar, que debíamos analizarlos de distinta forma. Antes de eso habíamos usado el sistema Cherenkov solo en un área de observación, por lo que nos dimos cuenta de que debíamos ampliar este procedimiento».

¿Podrías explicarnos en qué consiste el método Cherenkov? «Nosotros estudiamos los AGN que producen una cascada de partículas al chocar su chorro con la atmósfera. Esta emite un flash azulado llamado cono de luz y analizamos todos los datos que dicha fuente de luz nos proporciona. El ambiente en el que aparece es nuestro instrumento. Se trata de una técnica indirecta, ya que observamos qué tipo de partícula llegó según la figura reflejada en el telescopio. Al analizarla podemos ver de dónde viene y de qué tipo es».

«Los modelos teóricos afirmaban que no íbamos a ser capaces de hacerlo, pero lo hicimos»


¿Qué ha significado para la ciencia el hallazgo de estas nuevas fuentes de energía? «A menos que sea un hito científico histórico, lo que hacemos de forma habitual es colaborar de forma conjunta, poco a poco, como si fuese una escalera. Sumamos a la ciencia y la construimos entre todos, juntos, contribuimos a la historia. Descubrir un objeto o dos no es tan importante como acercarse al cómo funcionan las cosas. Aún así, presentar una tercera fuente no conocida fue muy interesante».

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