Netania Rodríguez, miembro del equipo Covid del Hospital Quirón de Santa Cruz de Tenerife. Foto: PULL

«El miedo al contagio es constante»

Sociedad

La crisis sanitaria vivida desde el pasado mes de marzo ha sacudido todos los campos de la sociedad mundial. En España, se requirió de un confinamiento que ha dejado secuelas tanto en la economía como en la ciudadanía. El sector sanitario es uno de los pocos que no pudo resguardarse de la pandemia, enfrentándose al virus cara a cara. Tal es el caso de Netania Rodríguez, auxiliar de enfermería en el Hospital Quirón de Santa Cruz de Tenerife, la cual formó parte del equipo Covid formado para desahogar a la sanidad pública durante el mes de abril.

¿Cómo se formó el equipo? «Por un desborde del Hospital Universitario, derivaron 22 pacientes al Quirón. El equipo se construyó con la mayor brevedad posible. La mayoría del personal trabajaba en la planta que se designó como zona de aislamiento, pero yo me ofrecí voluntaria debido a que una de mis compañeras de esa planta era persona de riesgo, por su edad y tener patologías respiratorias previas».

¿Está remunerado ese trabajo? «En la sanidad pública sí que va a haber una remuneración, la cual todavía no se ha hecho efectiva por diferencias en la cuantía que debe ser asignada a cada miembro según su puesto. Normalmente se les da más a los médicos, pero auxiliares y celadores han protestado porque todos hemos estado igual de expuestos. En la privada, en cambio, no optamos a ningún tipo de remuneración».

¿Cuál fue el momento más duro? «La primera semana, cuando tuve que empezar a ponerme el EPI. Estaba un poco nerviosa y mi mente no me dejaba descansar ni al acabar el turno. Siempre estaba pensando en si me había quitado y puesto bien el traje. El miedo al contagio es constante».

¿Cómo actúa el hospital en estos casos? «Nuestros pacientes venían con la prueba hecha, siendo todos asintomáticos. El centro decidió realizar un aislamiento por sectores, es decir, no consistía en un confinamiento individual en sus habitaciones, si no que se aisló una zona entera del hospital. Así se trabaja mucho mejor, debido a que no tienes que quitarte tantas veces el EPI, siendo menor el riesgo de contagio».

¿El rebrote puede volver a saturar los centros hospitalarios? «Espero que no, pero una parte de mi me dice que sí. Seguramente en octubre y noviembre, cuando sea época de gripe, lleguemos a esa situación».

«Me costaría volver. No me ofrecería voluntaria otra vez»


¿A qué se debe este crecimiento del número de casos? «La gente se ha relajado. No han sido conscientes del peligro que había, y mucha gente lo vio como una enfermedad que sólo afectaba a gente mayor. Estamos viendo que, debido a esa relajación, baja la media de edad de los infectados. También los políticos tienen su parte de culpa. Para el Gobierno actual debe ser muy complicado encontrar un punto intermedio entre economía y salud, pero una crisis sanitaria es muy peligrosa, pues las muertes se cuentan a miles».

¿Cuál es el papel del Gobierno en todo esto? «Reforzar la sanidad pública. Yo trabajo en la privada, pero es muy importante que en un país europeo como España nunca se recorte este ámbito, es más, siempre debe haber inversión, como con la educación. Son los dos pilares de un país, y deben ser intocables. El Gobierno debe enviar más fondos y aumentar las plazas. Nosotros, los auxiliares y celadores, no nos sentimos tan desprotegidos como, por ejemplo, un enfermero. Aún así, los contratos de enfermería son los más precarios. Es algo muy triste».

¿Hubo falta de material en Canarias? «Dentro de la privada, el número inicial de mascarillas que se nos dio fue ridículo. Sí es cierto que, tras unas semanas, se nos envió más material. En la pública, el Hospital Universitario es donde menos herramientas había. En el de la Candelaria, no hubo falta de equipamiento».

«Tuvimos que utilizar las mascarillas muchas más horas de lo que debíamos»


¿Cómo se gestiona la limitación de mascarillas? ¿Qué riesgos conlleva? «Tuvimos que utilizar las mascarillas muchas más horas de lo que debíamos. Eso conlleva un riesgo, ya no sólo hacia mi como trabajadora, sino hacia el paciente, debido a que es un equipamiento destinado a proteger al resto. Al estar en Medicina Interna, tenemos muchos enfermos crónicos que llevan meses sin salir del hospital. Pero yo sí entro y salgo: voy al supermercado, en el trayecto a casa… realmente es más peligroso para ellos que para nosotros».

¿Qué se debería hacer para evitar el rebrote? «Se debería impartir educación sanitaria general, como nos hicieron a nosotros cuando empezó todo, debido a que es una situación nueva. Además, reforzar la sanidad es fundamental, para que el profesional no sienta ni falta de material, ni demasiadas horas de trabajo acumuladas. En el caso de un rebrote, la gente que tenga vacaciones en octubre deberá volver al trabajo, por lo que ese cansancio ya no es sólo físico sino psicológico, se acumula».

¿Las personas que se dedican a la actividad sanitaria son los héroes de la situación? «No lo creo, hacemos nuestro trabajo. Lo que si necesitamos es que nos ayuden a hacer bien nuestro trabajo. Por parte de la gente, responsabilidad; por parte del Gobierno, que nos den los medios».

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