Jon Jones lleva usando sustancias ilegales desde 2016. Foto: PULL

El lado oscuro de un deporte estigmatizado

Opinión

La compañía de artes marciales mixtas Ultimate Fighting Championship se fundó en noviembre de 1993.  Su primer evento en Denver pretendía probar qué disciplina de combate era la más efectiva. Reunió a expertos en karate, jiu-jitsu brasileño, boxeo y lucha libre, entre otros. Inicialmente no había reglas, por lo que los peleadores podían morder, golpear los genitales del rival y atacar a los ojos sin consecuencias. Con el paso del tiempo, la empresa se fue profesionalizando, se crearon normas para evitar lesiones graves y los deportistas ya no eran maestros de un solo estilo, sino conocedores de múltiples disciplinas.

Hoy en día es la mayor empresa de artes marciales mixtas en el Mundo y la meta de cualquier luchador ambicioso. Sin embargo, el dopaje es uno de los problemas con los que ha tenido que lidiar desde su fundación. Desde el primer día se presentaron al torneo individuos que tenían un físico imposible de esculpir de manera natural. El empleo de sustancias ilegales para mejorar las aptitudes atléticas son el pan de cada día en la élite de cualquier deporte. La diferencia reside en que un nadador dopado puede robarle el primer puesto a un compañero, pero un artista marcial puede acabar con la vida del otro.

«Un nadador dopado puede robarle el primer puesto a un compañero, pero un artista marcial puede acabar con la vida del otro»

Con la llegada en 2015 de la Agencia de Antidopaje de Estados Unidos (USADA), los controles se endurecieron. Se hacían con asiduidad y aleatoriedad, lo cual intimidó a múltiples deportistas que misteriosamente decidieron dejar de competir de manera repentina. Sin embargo, seguía siendo difícil estar seguro de que ninguno consumiera esteroides anabólicos.  El problema es que los resultados no son inmediatos. La lentitud del proceso hace que los tramposos sean descubiertos después de haberse disputado el combate.

Durante una pelea disputada en enero de 2013, Michael Bisping cayó noqueado tras recibir una patada en la cabeza por parte de Vitor Belfort. Se trata de un movimiento habitual en este deporte, pero el golpe llevaba tal potencia que abrió una profunda brecha junto al ojo derecho de Bisping. En 2014, Belfort fue suspendido nueve meses por consumir testosterona, mientras que su rival tuvo que someterse a múltiples operaciones que no pudieron salvar su globo ocular. Actualmente, el perdedor lleva una prótesis y el ganador sufrió un cambio físico radical tras la sanción.

La laxitud con la que UFC castiga a los infractores resulta irrisoria. El campeón del peso semipesado, Jon Jones, ha dado positivo cuatro veces, una de ellas por cocaína. La empresa se limita a cumplir las sanciones impuestas por USADA y no solo no llama la atención al infractor, sino que le ofrece peleas para recuperar su título. Esta permisividad ralla la negligencia, pone en peligro la integridad física de los deportistas y mancha aún más la imagen de un deporte ya estigmatizado.

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