La cantante herreña Claudia Álamo. Foto: PULL

«El arte es una vía de escape súper bonita para que todo lo demás fluya»

Música

«Ahora mismo haría una cosa totalmente distinta»

Claudia Álamo es una cantante de El Hierro que a los ocho años comenzó a pisar escenarios de su Isla hasta formar sus primeros grupos. Con 17 años ganó el concurso Bimbache Jazz & Raíces, y de la mano de Sabine Willman y Torsten de Winkel viajó a distintas ciudades como Nueva York, Copenhague o Berlín. Así comenzó a fusionar el folclore herreño con otros estilos. Sin dejar a un lado la música, estudió Educación Infantil y Primaria en la Universidad de La Laguna a la vez que recibió clases de canto en la Academia Cadenza.

En el 2013 sacó su propio disco musical de pop-rock Goodbye Monroe con el que ganó varios concursos como el Hard Rock o el Alisios Pop y consiguió reconocimiento a nivel insular y autonómico. En el 2015 empezó a trabajar con Belsech Rodríguez, un timplista de Tenerife con el que saca Mujeres: de la voz al mundo, un acto que recopila canciones de diversas mujeres y épocas. Cuenta que «lo más característico es que en la banda hay un timple; lo que resulta curioso, ya que es un instrumento tan típico de Canarias, es que no se sabe que puede ir a distintos géneros, es súper versátil». Actualmente, han sumado nuevos repertorios y tienen un formato acústico que les ha ayudado a llegar a más lugares y a un público diferente.

A raíz de su profesión de maestra, en 2017 publicó su primer cuento Un sueño cada cuatro años, una obra inspirada en la tradición cuatrienal de la Bajada de la Virgen de los Reyes. Aparte, escribe en sus dos blogs Relatos cortos y microcuentos Curiosidades de la literatura infantil

«Era como un juego de niños, cuando me apetecía cantaba y cuando no lo dejaba»


La música fue una vía de escape para su rutina, aunque con el tiempo se fue convirtiendo en algo más profesional. Se fue rodeando de personas que le dieron esa madurez y exigencia. «Por no tener esa ambición desde niña, creo que he conseguido más de lo que me planteaba. Era como un juego de niños, cuando me apetecía cantaba y cuando no lo dejaba», dice. Aunque no se arrepiente de su disco, ahora mismo haría una cosa totalmente distinta, ya que «la música es música, y la libertad de no dedicarme al 100 % a ello hace que pueda irme al estilo que quiera sin pedir opiniones».

Se considera una chica polifacética a la que la música ayudó a superar la timidez. «He conocido a muchas personas que te enseñan dejes, pinceladas que te van haciendo a ti misma. Yo soy Claudia, pero estoy compuesta de esas pequeñas cosas que he aprendido de la gente que me rodea», reconoce. Tuvo la oportunidad de colaborar en múltiples ocasiones con el músico Benito Cabrera y fue telonera de Macaco, David de María, Leiva o Celtas Cortos.

Una de sus referentes es María Mérida. La conoció como directora de un coro y a partir de ahí sintió admiración por ella. «Seguimos manteniendo el contacto, aprendo mucho de ella, no solo en lo vocal sino también en lo humano. Es mi abuela musical e intento contar siempre con ella y coger esas cositas que le va dando la edad», añade. Confiesa que de pequeña no sentía ninguna atracción por el folklore. Empezó a cantarlo fusionado con diversos estilos y, en ese momento, le entró el gusanillo por este género en el que consiguió adentrarse por completo, sobre todo en el relacionado con El Hierro. Para ella, «el folclore es un camino que se va transformando, que, a pesar de querer guardar las tradiciones, es inevitable que se fusione».

Con la situación actual apenas se hacen conciertos, por lo que se encuentra componiendo y grabando con Belsech. Además, compagina su actividad de docente con su nuevo proyecto, una obra teatral musicalizada de su libro que, con el objetivo de darle continuidad a la historia, va cobrando sentido junto a Juanma y Pablo Díaz.

Cuenta que su receta para poder dedicarse a todo es «quitarle tiempo al tiempo», ya que muchas veces no se tienen ni las ganas, ni la energía, ni la inspiración, pero todo es ponerse. A parte de eso, «tienes que rodearte de un equipo entusiasta que tenga el mismo ímpetu que tú. El arte es una vía de escape súper bonita e importante para que todo lo demás fluya».

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