Ernesto Rodríguez Abad, creador del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Foto: A. R. T.

«Hacer algo por reconocimiento no es igual que hacerlo por pasión»

Cultura / Ocio

La Biblioteca Municipal de los Silos adoptó el pasado 25 de octubre el nombre de Ernesto Rodríguez Abad. Este gesto se llevó a cabo en agradecimiento por haber convertido al municipio en algo así como «la cuna de los cuentos». Hemos tenido el placer de hablar con él para que nos explicara, de primera mano, que ha significado para él. Además, el profesor de Filología de la Universidad de La Laguna nos ha contado más sobre el Festival Internacional de Cuentos de Los Silos y sobre sus inicios en la literatura.

¿Qué sintió cuando le dijeron que este edificio llevaría su nombre? «Es complicado, incluso todavía me cuesta aceptarlo. Para mí las bibliotecas son algo tan especial, que saber que la de mi pueblo lleva mi nombre es un honor inmenso».

¿Se esperaba que le concedieran un reconocimiento como este? «Muchas personas llevan tiempo diciéndome que ya es hora de que me hagan algo, ya que el Festival ha conseguido más afluencia en el pueblo. Ha sido una lucha, pero no me había planteado conseguir nada. Yo creo que si haces algo esperando que te lo reconozcan, o recibir algo, no es lo mismo que por pasión. La literatura lo es todo y siempre he intentado trasladarla. Algunos me decían que tenían  que ponerme una calle,  aunque para mí eso no tendría ningún significado. Pero tener un biblioteca que lleve mi nombre, es una responsabilidad».

¿Ha pensado nuevos planes para este espacio? «Sí, ya le he dicho al concejal de Cultura que a partir de enero voy a crear una programación. Estará, sobre todo, dedicada a los niños, con la idea de fomentar el uso de los libros».

«Si cambiara el lugar del Festival, sería otro evento distinto»


¿Cree que la razón por la que le han concedido este galardón es el Festival Internacional de Cuentos? «Tiene mucho que ver. Yo creo que fue el punto de partida del Ayuntamiento. Pero me ha llegado porque también querían reconocer mi labor en la escritura. En ocasiones uno cree que le aprecian más afuera. A mi me habían hecho un gran reconocimiento en Ecuador, y a veces parece que aquí eso no se ve. Llegó en un momento esencial para mi. Este verano pasé una especie de crisis como escritor, en la que no estaba seguro que valiera la pena lo que hago, pero gestos como este me muestran que sí, solo tienes que confiar en ti y en la sociedad».

En relación al Festival, ¿por qué desde un comienzo decidió hacerlo en Los Silos? «Yo viajé a un montón a sitios de América o de la Península en los que me invitaban a narrar cuentos. Y pensé, ¿por qué no trato de hacer algo en casa? En ese momento, la isla baja era una zona muy olvidada. Nadie pensaba que allí pudiera haber encuentros culturales para toda la isla y esa fue mi idea. Quería que fuera ahí, en mi tierra. A esta le debía el haberme dado todo el material para ilustrar mis obras: sus bosques, su mar, sus habitantes, sus historias… Sin todo eso, no hubiese escrito de la misma forma».

¿Por lo tanto no cree que en el futuro vaya a cambiar su ubicación? «No, si cambiara el lugar, sería otro evento realmente distinto. Algo diferente. El Festival configura el espacio como un escenario donde se desarrolla todo el espectáculo».

Al empezar el proyecto, ¿esperaba tanto éxito? «No, no me puse ninguna meta en un inicio, aunque más tarde sí. Al principio yo quería empujar culturalmente a la isla baja y jamás pensé en llegar a movilizar a tanta gente de todo el mundo, ni convertirnos en uno de los eventos referentes a nivel mundial de la narración en lengua española. Pero cada vez aumento más mis expectativas».

«Pasé una especie de crisis como escritor, no estaba seguro que valiera la pena lo que hago. Gestos como este me muestran que sí»


¿Cómo ve el porvenir de este Festival? «Me gustaría que la cultura del cuento creciera más. Poder construir un museo de los cuentos, actividades a lo largo de todo el año que generen cursos, talleres, formación académica… Que sea de verdad una zona de ebullición cultural y un intento de formar a lectores».

Para ir despidiéndonos, querríamos conocerlo un poco más a usted. ¿Sabría decir cómo nació su amor por las letras? «Está muy conectado con mi familia, con mi casa y con mi madre, exactamente. Para ella era fundamental que ciertas horas del día se dedicaran a contar cuentos, por la noche era la poesía. Ella tenía una pasión enorme cuando era pequeña. Una maestra suya la envenenó de literatura, y ella lo hizo con sus hijos. A mi me sedujo totalmente con la palabra. Desde pequeño quise dedicarme a esto, pero no lo verbalicé hasta bastante tiempo después porque tenía miedo a no conseguirlo. Era un sueño tan inalcanzable y maravilloso que me asustaba».

¿Cree que, tras todo lo que ha conseguido, le quedan cosas por hacer? «Me queda mucho por escribir. Hay una novela que siempre he querido acabar, la idea se me ocurrió con 20 o 22 años. Está basada en un acontecimiento que ocurrió en mi pueblo durante la Guerra Civil y es algo que quiero publicar. Mi gran inclinación es la escritura, por encima de todo. Y en eso creo que nunca me pararé. Tengo muchísima ilusión».

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