Cinco décadas de evolución

Ciencias/Universidad

Los años sesenta no dejaron indiferentes a nadie. El presidente Kennedy, Marthin Luther King y el Che Guevara son asesinados en la misma década en la que se construye el primer equipo de rayos láser, se realiza el primer trasplante de corazón y los Rolling Stones ponen a bailar a medio mundo con el tema “Satisfaction”. Diez primaveras dan para mucho y, en la del 63, Antonio González, catedrático y rector de la ULL, dirige el Instituto de Investigaciones Químicas de Tenerife precursor del Instituto Universitario de Bio-Orgánica (IUBO), el cual lleva su nombre. El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1986) es el impulsor del crecimiento del centro hasta su consolidación como instituto universitario.

Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González

La labor del instituto se reducía, en sus orígenes, a labores químicas como el aislamiento e identificación de los productos naturales en las plantas terrestres de Canarias. La evolución durante un primer periodo implicó la ampliación de especialidades, el comienzo de proyectos con universidades iberoamericanas y la inclusión del medio marino en su foco de estudios. Posteriormente, se produce un constante desarrollo en el estudio de Productos Naturales Bioactivos, es decir, síntesis, biosíntesis y modo de acción de los mismos. En otros términos, hallar respuestas a estímulos, que es de lo que trata la vida.

Actualmente, el IUBO cuenta con grupos multidisciplinares que estudian las estructuras de las moléculas al tiempo que establecen el modo en que los organismos las producen, mediante la biotecnología. Se trata de conocer qué rutas biosintéticas siguen los organismos para sintetizar las moléculas y, en el punto oportuno, poder modificarlas. “Así pongo al organismo a trabajar para mí”, afirma Manuel Norte, coordinador del Laboratorio de Productos Naturales Marinos. Además, en el centro se desarrollan síntesis de moléculas de mayor interés. En ocasiones, se fija como objetivo obtener una molécula en concreto. En otras, se trata de desarrollar metodologías aplicables sobre un determinado grupo y sus derivados. De esta forma se generan quimiotecas que se someten a ensayos de actividad biológica. Junto con otras labores, como el cultivo de microorganismos, los resultados podrían concluir en el aislamiento de medicamentos.

Su actividad ha permitido a grupos del Instituto la participación en proyectos internacionales como Marex (2011), coordinado por la Universidad de Helsinki y donde se buscaban los secretos del océano: organismos marinos con sustancias óptimas para los fármacos, cosméticos o alimentación. Igualmente, también ha colaborado en el proyecto Imbrain (2012) de la ULL, el cual trabaja en la innovación y la consecución de resultados científicos que mejoren la biomedicina aplicada a los pacientes. Recientemente, se ha incorporado al centro un  equipo de investigación en arqueología, que estudia la presencia de restos orgánicos en hogueras neandertales para conocer sus características y obtener datos acerca de su comportamiento.

Manuel Norte

Encargado de la sección marina del IUBO y catedrático de la ULL especializado en Química, Norte revela las glorias y dificultades de la ciencia en el siglo XXI.

En un contexto como es la actual era tecnológica y los gigantescos avances que logra la ciencia en nuestros días, parece que todo proceso bioorgánico está controlado. ¿Cuál es el límite de esta disciplina? «Aunque se pretende, no todo está controlado, ni mucho menos. El gran salto de la química bio-orgánica se logrará cuando se logre conocer las estructuras químicas desconocidas de las enzimas involucradas en las rutas biosintéticas».

¿Y el futuro de la ciencia? «Estoy seguro de que el desarrollo del mundo biotecnológico va a ser una revolución brutal en la ciencia, que tiene un largo camino por recorrer. Ahora somos capaces de ver a través de ordenadores cosas que no podemos ni siquiera ver en un microscopio, podemos aumentar el tamaño de las moléculas hasta niveles insospechados sin distorsionarlas, lo cual favorece el trabajo».

¿Cómo divulga el Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González sus resultados en investigaciones? «Llevamos a cabo varias investigaciones que pueden ser utilizadas posteriormente en otros proyectos, porque es muy difícil que un centro público pueda encargarse de aspectos que requieren inmensas sumas de dinero como es la producción de fármacos. Es por ello que, cuando se descubre algo, se divulga para aumentar el conocimiento de esta área científica. Esto ayuda a la investigación de otros grupos de investigación  y/o a la aplicación de los resultados. La investigación tiene una naturaleza colaborativa y el acceso a la información en este ámbito es oro. La gran gloria de los grupos que hacemos investigación básica es publicar en una gran revista para que los conocimientos lleguen a todos los rincones del Mundo».

 

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