Buenos días, Mamá África

Solidaridad

Rosy Mesa Morales nació en Güímar, Tenerife, en 1968. Desde pequeña manifestó un interés claro por ayudar a los demás. Se crió en un hogar humilde caracterizado por la presencia de figuras femeninas. Le inculcaron valores determinantes como la empatía, la solidaridad y el arte de compartir: «Me enseñaron antes a compartir que a caminar», dice. Su orientación profesional iba destinada a la rama sanitaria, pero acabó convirtiéndose en trabajadora social en el Ayuntamiento de La Orotava.

Desde que tiene uso de razón recuerda el deseo de ir al continente africano. Entre otras razones, para ayudar a las mujeres a dar a luz. En 2011 al fin se presentó su oportunidad. Viajó con una organización a Senegal. Tan solo eran quince días de aventura, pero tras esta travesía su vida cambió por completo. «Me quedé enganchada emocionalmente con este lugar, sobre todo por los menores», confiesa emocionada.

Rosy Mesa recuerda que siempre pasaba por la misma calle y que un día me saludaron diciendo: «Buenos días, Mama África». Entonces decidimos crear una asociación con este nombre. Nacía  la Asociación de Ayuda Humanitaria Mamanfrica. La base inicial aparte de la familia de Mesa, sus hermanas Tere y Marisa, y su amigo, Domingo. En la actualidad, el grupo ha aumentado y cuenta con personal médico especializado.

Rosy Mesa acompañada de las imágenes que marcan su camino como activista. Foto: S. García

La aldea de Sare Bala


Su trabajo se enfoca en la aldea de Sare Bala, situada en el sur a quinientos kilómetros de Dakar. La carretera general, ubicada en esta zona, divide la frontera con Gambia. «Los habitantes tienen muchas carencias materiales, no poseen agua potable, no tienen electricidad y el desplazamiento dificulta las condiciones de salud dignas. Pero en cuanto a sentimientos y valores, son riquísimos», comenta con seguridad.

Después de once años de solidaridad y colaboración, Sare Bala ha resurgido. En noviembre de 2015 se inauguró el primer puesto de salud. Esta era la gran ilusión del jefe del poblado, Samba Traoré: «Su sueño era que su pueblo tuviese atención sanitaria porque el recurso más cercano estaba a una hora en coche, y allí apenas habían vehículos».

El pequeño centro se construyó a lo largo de cuatro años, con ayuda de ventas solidarias y subvenciones desde las instituciones pudo salir adelante. Sin embargo, Samba no pudo presenciarlo, lo asesinaron unos meses antes de la gran apertura. El senegalés estaba en contra de la deforestación masiva, acudió al bosque para evitar el tráfico de madera y recibió un disparo letal.  Al día siguiente,  hallaron su cadáver entre la maleza.

Partos mortales y unidad de prematuros


En 2019 presentaron unas sala de parto y posparto totalmente equipadas. Gracias a estas innovaciones, el puesto de salud se inscribe en la red sanitaria de la región de Velingara.  Con ello, se ha sumado las ayudas y aumento la contratación de personal médico especializado. Además, se responsabilizan de brindar formación sobre cómo prevenir las hemorragias durante el alumbramiento.

Según Nerea Roldán, activista en la ONG Ser madre, ser mujer el 99 % de los partos mortales se dan en países en vías de desarrollo, pero la mayoría se podrían evitar con una atención médica adecuada para las madres. En España, de cien mil casos de muerte dando a luz, solo fallecen dos mujeres. Sin embargo, en Senegal mueren 320.

Otro de los grandes desafíos es la atención a las unidades de prematuros: «Fuimos a un hospital en Dakar, solo había una incubadora, y entonces yo pregunté qué ocurría cuando venían dos niños prematuros. Se encogieron de hombros y me respondieron que meten en la incubadora al que creen que puede sobrevivir». Para Mesa este hecho fue fulminante, tras esta visita al hospital se comprometió firmemente con el país de la costa oeste de África.

 

Los menores talibé, su próximo proyecto. Foto: S. García

«Los talibé son unos cien mil menores abandonados por sus familias y entregados a escuelas coránicas»


Según la Organización Mundial de Derechos Humanos los talibé son unos cien mil menores abandonados  que  por sus familias y entregados a escuelas coránicas. Sufren agresiones físicas de sus profesores, son obligados a mendigar por las calles,  además de trabajar como esclavos. Malviven hacinados en habitaciones y son enviados a la calle si no consiguen dinero para el mantenimiento de las escuelas.

Para Rosy Mesa, este es el proyecto pendiente de MamanÁfrica. En 2019 intentaron comprar una vivienda para acogerles. Además, intentaron crear un servicio médico en el que pudiesen tener una asistencia sanitaria signa, pero fue imposible llevarlo a cabo. «Esperemos pronto dar buenos resultados y podamos sacarles de la calle», declara con una sonrisa llena de esperanza.

 

 

 

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